China redobla sus compromisos contra el cambio climático
El anuncio del país asiático de lograr en 2060 la neutralidad de carbono relanza la lucha climática internacional
China tampoco aspira a ser un salvavidas para los combustibles fósiles. Su presidente, Xi Jinping, anunció por sorpresa el martes que aumentará sus compromisos climáticos y China alcanzará la neutralidad de carbono antes de 2060, lo que implica que las emisiones no superarán el CO2 que absorben los sumideros (por ejemplo, los bosques). El país asiático pone así en el punto de mira a los combustibles fósiles que emiten los gases que sobrecalientan el planeta. Aunque aún falta una concreción y hay incertidumbre sobre la forma en la que se desenganchará de esos combustibles, el anuncio se considera vital porque es la primera vez que el país fija una fecha para descarbonizarse y porque es el primer emisor global (es responsable de alrededor de un cuarto de todos los gases de efecto invernadero del mundo).
2060 es la meta a largo plazo. En el corto, Xi Jinping anunció que se aumentará el plan de recorte de emisiones que había presentado a la ONU cuando se cerró el Acuerdo de París en 2015. Entonces China se comprometió a que sus emisiones de dióxido de carbono alcanzaran su techo en 2030 y a partir de ahí caerían. Se espera que esa meta se pueda adelantar; Xi Jinping sostuvo que el nuevo objetivo es lograr ese pico “antes de 2030”, aunque no concretó más.
El Acuerdo de París salió adelante hace cinco años gracias en gran medida al consenso entre China, EE UU y Europa. Pero la llegada de Donald Trump en 2016 a la Casa Blanca dejó coja aquella alianza. Bruselas ha intentado seguir impulsando la lucha contra el calentamiento. Ha prometido que alcanzará la neutralidad climática en 2050 y su intención es presentar ante la ONU un plan más ambicioso en los próximos meses, que obligará a la UE a recortar sus gases en un 55% en 2030, 15 puntos más de lo que se fijó hace cinco años.
El objetivo del Acuerdo de París es que el aumento de la temperatura no supere los dos grados respecto a los niveles preindustriales y, en la medida de lo posible, se quede por debajo del 1,5. Y para conseguirlo todos los países deben presentar planes de recorte de emisiones. El problema es que los presentados ya no son suficientes para lograr la meta de los dos grados, por lo que se debían revisar al alza este año.
“Hasta la fecha, solo 14 países han puesto sobre la mesa su nueva contribución nacional”, explica Manuel Pulgar-Vidal, exministro peruano de Medio Ambiente y experto en negociaciones climáticas de WWF. “Es bastante poco si se compara con lo que se esperaba”, añade. Pero hay otro grupo de Estados que han anunciado su intención de presentar planes más duros. Son un centenar, representan alrededor del 40% de las emisiones mundiales y entre ellos se encuentran ya la UE y China, detalla Ranping Song, especialista de la organización World Resources Institute.
El anuncio de China, combinado con los objetivos de la UE, “debería aumentar la presión sobre otros países para que eleven sus objetivos a corto plazo, para 2030, y a largo plazo”, opina Wai-Shin Chan, jefe del Centro de Cambio Climático del banco HSBC. “Confiamos en esta competición positiva que se está estableciendo”, añade María Neira, responsable de Salud Pública y Medio Ambiente en la OMS. “Es una señal para otros y esperemos que el nivel de ambición aumente y la velocidad también”, añade esta representante de la OMS. Todos miran ahora a EE UU, porque la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca supondría la vuelta de ese país a la lucha internacional contra el calentamiento, como han prometido los demócratas.
Todos los expertos consultados coinciden en que la clave del anuncio de Xi Jinping estará en los detalles. “China necesita ahora trazar un camino creíble para llegar hasta su objetivo”, señala Ranping Song. Para llegar a esa neutralidad en 2060 el país requerirá profundas reformas de su economía y su sistema energético, aún muy dependiente de los combustibles fósiles y, especialmente del carbón, que representa aún un 57,5% de su consumo de energía. “Hay que ver cómo va a salir gradualmente del carbón”, apunta Pulgar-Vidal. Durante los últimos meses, y tras el bache económico causado por la covid, el Gobierno chino ha autorizado la construcción de nuevas plantas de carbón.
Las deliberaciones sobre el 14 Plan Quinquenal, que dirigirá la economía china entre 2021 y 2025, serán determinantes. Los dirigentes del Partido Comunista tienen previsto reunirse, a puerta cerrada, el mes próximo para debatir las líneas maestras de ese documento que se terminará de cerrar en primavera.
“¿Veremos una mayor inversión en industrias de bajo carbono como parte de la recuperación económica tras la covid? ¿Cuándo podrá China dejar atrás el carbón, y podrá su sector nacional de renovables mantener su impulso?”, se pregunta la directora de Greenpeace en China, Li Yan. “Se requiere una transición de bajo carbono en toda la economía, incluido el transporte, la manufactura, la agricultura y el consumo”, advierte Li Yan. En definitiva, “una revolución verde” como la que dijo Xi Jinping el martes que necesita la humanidad.
La importancia de las palabras y los detalles
La promesa lanzada por Xi Jinping en la ONU fue lograr la “neutralidad de carbono antes de 2060”. Por neutralidad de carbono se entiende el balance cero entre el dióxido de carbono que se emite a la atmósfera y el absorbido a través de los llamados sumideros, como los bosques o las técnicas de captura y almacenaje de CO2. El dióxido de carbono es el principal gas de efecto invernadero, pero no el único. “Los términos deben aclararse aún más para comprender plenamente la intención de China”, afirma Ranping Song, del World Resources Institute. El otro término que se usa normalmente es el de “neutralidad climática”, que incluye al resto de gases de efecto invernadero, como el metano. Por ello, explica Song, China debe aclarar sus metas y objetivos y si se refiere solo al dióxido de carbono o a todos los gases de efecto invernadero. “China también debe mejorar sus mecanismos de transparencia y reporte”, añade Manuel Pulgar-Vidal, de WWF, para que la comunidad internacional pueda verificar sus promesas y avances.
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