“Las medidas de la Comunidad de Madrid siempre llegan tarde”
Antonio Cabrera, médico de atención primaria en Madrid y miembro del colectivo AP Se Mueve, habla de colapso en los centros de salud y ausencia de refuerzos desde el principio de la pandemia
El centro de salud Daroca, donde trabaja Antonio Cabrera (Madrid, 1974), tiene 55.000 tarjetas sanitarias, está en el distrito de Ciudad Lineal, en Madrid, y han pasado el verano con algo menos del 60% de la plantilla por vacaciones y bajas no cubiertas. La expansión creciente del virus desde julio ha recrudecido la situación de este y el resto de centros de la región, sometidos a recortes en los presupuestos desde hace años. Sus profesionales, “hartos” de no encontrar soluciones y tras pedir dos reuniones a la presidenta Isabel Díaz Ayuso y seis a la Consejería de Sanidad sin obtener respuesta, están ultimando una demanda colectiva que presentarán en otoño contra la Comunidad de Madrid por el “abandono y el maltrato institucional” a través de la plataforma Atención Primaria (AP) Se Mueve, que engloba a más de 1.100 facultativos de Medicina y Pediatría de esta especialidad.
Pregunta. ¿Cuál es la situación actual de la atención primaria en Madrid?
Respuesta. De auténtico colapso, y se lleva diciendo durante los últimos tres meses. Al inicio de la pandemia ya había sido duro porque llevamos la mayor parte de los casos de covid, pero desde la desescalada se multiplicó, porque hubo tanto que retomar el control de los pacientes crónicos como soportar el peso casi total de la detección de los casos, que no se había hecho hasta entonces en primaria. Teníamos a disposición PCR y a eso se unía la debilidad de salud pública, al no haber rastreadores, así que en un ejercicio de compromiso profesional lo hemos hecho. Pero sin apoyo humano ni formación ni más recursos.
P. La Comunidad sí ha anunciado desde marzo en varias ocasiones un refuerzo de la primaria. ¿Cómo lo han percibido desde los centros de salud?
R. No se ha recibido nunca. Hemos estado por debajo de las necesidades básicas desde el inicio de la pandemia; por el déficit anterior de profesionales que ya arrastrábamos, más las bajas que se produjeron a partir de la pandemia y al obligarnos, ya tras la desescalada, a intentar concentrar los periodos de vacaciones en julio y agosto. Eso ha provocado mucha menos plantilla para hacer frente a un volumen ingente de presión asistencial. Había que retomar el contacto telefónico con los pacientes, mantener las consultas presenciales, salir a los domicilios a hacer las visitas, un trabajo que muchas veces no es visible y seguimos haciendo Enfermería y Medicina de Familia.
P. ¿Cree que las medidas anunciadas este viernes por la Comunidad en cuanto a restricciones de aforo y ampliación de rastreadores ayudarán a mejorar la situación?
R. Son medidas que siempre llegan tarde, después de que la Comunidad ha sido avisada no solo por los profesionales sino por las cifras desbocadas que ya hay desde hace tiempo. Las decisiones pueden ayudar un poco, pero no pueden contener la dificultad de lo que ya sucede. Ahora se suma el curso escolar, al que se tenía que haber llegado sin transmisión comunitaria, y no viene a mejorar la situación.
P. El consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, ha anunciado “un cambio profundo” en la atención primaria en Madrid que pasa por organización y retribución. ¿Qué esperan de ese anuncio?
R. Son palabras como las que hemos escuchado muchas veces, no solo durante la pandemia sino durante los últimos años. “Reforzar” es algo que siempre dicen y que no ha ocurrido ni en esta Comunidad ni en muchas otras. Obviamente no tenemos mucha esperanza de que pase de ser una declaración de cara a la opinión pública, no creemos que se traduzca en verdaderas mejoras, que solo pueden pasar por un aumento presupuestario, que la atención primaria pase a tener el peso en el presupuesto que se merece.
Cualquier medida que sea cosmética y organizativa no va a surtir efecto si no va acompañada de un incremento presupuestario [en atención primaria]
P. Una de las reclamaciones de los profesionales de primaria es dejar de ser “el patito feo” de la sanidad. ¿Cómo les afectó el anuncio de la construcción del hospital de pandemias con una inversión inicial de 50 millones de euros, que ha recordado también Ruiz Escudero?
R. Nos sorprendió, porque desde la OMS y el resto de organizaciones internacionales se nos ha advertido de que la mejor manera de contener la pandemia y de que se pueda mantener la actividad económica, que a veces parece que es lo único en lo que se piensa, es que se invierta en primaria. Hacerlo en hospitalaria en este caso es reconocer que vamos camino del fracaso, ese hospital significa que asumen que la población acabará muy contagiada; si hace falta, significará que para entonces la actividad económica ya está paralizada. La economía solo se podrá retomar cuando primaria sea efectiva, y no es cuestión de mejoras retributivas sino más profesionales de Medicina de Familia, de Enfermería, pediatras y auxiliares administrativos. Cualquier medida que sea cosmética y organizativa no va a surtir efecto si no va acompañada de un incremento presupuestario, que es lo que se niega siempre.
P. Con ese contexto de falta de personal y recursos, ¿cómo se han hecho cargo de las labores de rastreo?
R. Con una dificultad terrible, porque no hay personal específico para ello. Si en mi centro de salud hay 55.000 tarjetas sanitarias que atender, significa que tendría que haber habido 10 personas solo dedicadas a ello, pero nunca ha sido así. Cuando nos encontramos con un positivo hay que iniciar los contactos familiares, eso lleva mucho tiempo. Todas las semanas detectamos decenas de casos, con un trabajo añadido de seguimiento de los pacientes, de dar bajas laborales, de ver con quién viven y con quién trabajan… Y eso hay que combinarlo con otros pacientes. No solo existe la covid.
P. La Comunidad lleva desde finales de julio intentando conseguir más rastreadores y según sus cifras superan el medio millar, ¿no han notado ese crecimiento en la plantilla de salud pública?
R. Para nada. Desde otras instancias asumimos lo que jamás ha hecho el call center desde el cual se iba a seguir a los contactos. Ese trabajo no ha existido. Cuando nos dábamos cuenta de que llamábamos por teléfono a pacientes o convivientes y nos decían que nadie se había puesto en contacto con ellos, no teníamos tiempo de quejarnos. Nos poníamos y nos ponemos a hacerlo nosotros. Y si luego llamas a salud pública y nadie lo coge, ¿qué haces? Están tan debilitados y sobrepasados como nosotros.
P. La mejora en los flujos de información y el contacto con salud pública fueron otra de las peticiones de ambas áreas desde el comienzo de la desescalada, ¿no ha ocurrido?
R. Al revés, podemos decir que casi ha empeorado por ese déficit de plantilla en primaria y salud pública que en verano se ha agravado por las vacaciones, las bajas no repuestas, la falta de dinero para las suplencias… Todos hacemos lo que podemos, sobre todo cuando llegas a casa y vuelves a ver los datos y ves que no mejora. Al día siguiente, ¿cómo no intentar detectar los más positivos posibles, que la gente comprenda qué ha de hacer, que entiendan las medidas?
Cuando escuchas a los políticos, intentando negar la realidad y diciendo que está todo controlado, sientes una gran desesperanza.
P. Eso supone un trabajo añadido.
R. Doblando turnos, llegando antes, yéndonos más tarde. Hemos asumido esa responsabilidad añadida, sí.
P. ¿Cómo es una jornada laboral en estas circunstancias?
R. Llegas a trabajar e imprimes tu lista de pacientes, y te encuentras que tienes que hacer entre 40 y 50 llamadas, que tienes que ver a 10 o 12 pacientes que has citado tú el día anterior porque necesitan exploración y que tienes que sacar tiempo para ir a ver a domicilio a pacientes, sobre todo mayores, a los que hay que ver sí o sí. Es como una montaña enorme que tienes que escalar y no ves fin y esta montaña ha sido mantenida durante todos estos meses, escuchando que van a mandar refuerzos, pero cada vez estás más solo y además recibiendo a veces comentarios de que los centros de salud han estado cerrados como si no hubiésemos estado trabajando igual... Yo no he trabajado más en mi vida, han sido los meses más agotadores, y mira que en primaria se trabaja siempre.
P. ¿Y cómo llega a casa?
R. Pues a veces te vienes abajo. Cuando ves a compañeros llorando a última hora del día, por ejemplo; tener un solo enfrentamiento con un paciente que te dice que no lo quieres ver o que has tardado mucho en verlo te destroza. Es complicado, el equilibrio emocional de los profesionales de aquí en adelante es difícil, más aún con la situación empeorando. Así que cuando escuchas a los políticos intentando negar la realidad y diciendo que está todo controlado sientes una gran desesperanza.
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