La Junta de Castilla y León confina Aranda de Duero ante la elevada tasa de contagios
El municipio burgalés, de 32.000 habitantes, cuenta con 16 focos activos y se une a la cuarentena de Íscar y Pedrajas de San Esteban (Valladolid)
Un juez ha avalado el confinamiento solicitado por la Junta de Castilla y León sobre la localidad burgalesa de Aranda de Duero, de unos 32.000 habitantes, ante la elevada cantidad de casos de coronavirus notificados en los últimos días. La cuarentena entrará en vigor este viernes, en cuanto se publique en el boletín oficial castellanoleonés, y se debe a datos como el de las últimas 24 horas, cuando se han computado 103 contagios nuevos y se ha elevado el total hasta los 230. El 92% no tiene sintomatología y la edad media de los positivos es de 35 años. Los rastreadores han dado ya con 16 focos activos de infección con transmisión comunitaria en la localidad, según la Junta. Esta resolución se aplicó la semana pasada en Íscar y Pedrajas de San Esteban (Valladolid), también debido al aumento de casos.
Esta situación implica el retorno a unas condiciones similares a las de la conocida como fase 1 de desescalada, aplicada durante el periodo más duro de la pandemia. Está permitida la movilidad dentro de la propia localidad, aunque se limitará la entrada y salida de personas en Aranda de Duero a menos que tengan justificación en forma de motivos laborales, desplazamientos por motivos sanitarios, el retorno a la residencia personal, el cuidado de mayores o de personas vulnerables o por otras causas de fuerza mayor. Las personas podrán circular por el lugar, salir a la calle o acudir a las terrazas, aunque las autoridades recomiendan evitar los desplazamientos, como ocurrió en las localidades vallisoletanas que precedieron esta cuarentena. Los encuentros sociales están permitidos, pero no podrán superar las 10 personas, y quedan terminantemente prohibidas las celebraciones en peñas o cualquier tipo de festejo privado. Asimismo, las medidas de contención conllevan la suspensión de las visitas a las residencias de personas mayores, salvo en casos excepcionales que decidirá la dirección del centro. También se cancelan las salidas de los residentes al exterior de los recintos.
La medida llega cinco días después de que el pasado domingo entrara en vigor la cuarentena en Íscar y Pedrajas de San Esteban, tras el repunte de casos activos en estas dos localidades de Valladolid. Allí, las medidas restrictivas afectan a unas 11.000 personas de esta comarca. Aquel rebrote procedía de un matadero avícola situado en la carretera que une ambos pueblos y se propagó entre trabajadores de la instalación y su entorno, aunque el alcalde de Pedrajas, Alfonso Romo, precisó que también les constaban casos con otros orígenes.
Confinamiento esperado
Las declaraciones de la consejera de Sanidad de Castilla y León, Verónica Casado, facilitaban imaginar el confinamiento que se decretó posteriormente. Los mensajes oficiales han reiterado que las zonas de salud aquejadas de un alto volumen de incidencia vivirían esta misma medida. Y así ha sido tras un goteo imparable de casos. Mercedes Angulo, de 26 años y vecina de Aranda, afirma que la actividad del municipio ha decrecido desde el primer latigazo de la covid-19: “Se nota que hay mucha menos gente por la calle, en los bares y comercios locales”. Pero critica que incluso así veía a muchas personas sin mascarilla o usándola mal. La paralización se ha producido a raíz de los nuevos brotes que inquietan a Aranda de Duero: “Hace unos días ya se rumoreaba que iban a confinarnos y la gente se ha quedado en casa y ha vuelto a cumplir los protocolos. Aunque se siguen viendo excepciones, como siempre”.
Menos suerte ha tenido Cristian Basurto. El domingo se puso el termómetro “por curiosidad” y se quedó helado al constatar que tenía algo de fiebre. La PCR confirmó sus augurios. “Siento un poco de agobio por el tema”, confiesa este joven, de 26 años. Al menos su familia se encuentra bien y sin síntomas, pero a falta de someterse al test. “No sé dónde pude haberme contagiado”, prosigue. Supermercados, terrazas, bares... “Es posible en cualquier situación cotidiana”, señala. Irene Miguel, también arandina, se dice “quemada” por el panorama actual. Ella asegura haberse cuidado para poder ver a sus abuelos y a su novio sin mascarilla. Para ello redujo su vida social, pero cree que mucha gente ha olvidado “muy rápido” todo lo ocurrido “y la importancia” de cuidarse a sabiendas de que “el virus seguía” allí mientras hacían “vida normal”. Esta joven, de 24 años, se resigna ante el cierre de Aranda y lo considera “muy razonable” ante el aumento de población en verano. “La sanidad, si hay un rebrote gordo, quizá no pueda soportarlo”, plantea, y es que Aranda queda a casi una hora de Valladolid y de Burgos. Y resume lo que percibe a su alrededor: “La situación es bastante agobiante porque el confinamiento durará oficialmente 14 días, pero no sabemos si luego lo alargarán como sucedió en marzo”.
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