“Le comunico que tiene vecinos contagiados”

“Les comunicamos que en los últimos días ha habido personas contagiadas de covid-19 en la zona donde reside”, un papel con este mensaje, firmado por el equipo médico de atención primaria, fue lo que se han encontrado este miércoles, al entrar en sus pisos, los vecinos de cinco edificios de Ripollet (Barcelona). Solo en cinco pisos de los barrios de Tiana y Pont Vell se han detectado 20 positivos en la última semana. Ante la concentración de contagios, los servicios sanitarios han hecho este miércoles las pruebas a todos los vecinos de los bloques afectados para intentar cortar la transmisión del virus.

La alarma se apoderó de 10 calles de los dos barrios, una amalgama de pisos de obra vista, la mayoría sin ascensor, apretados entre las vías del tren y la autopista que une la capital catalana con el Vallès Occidental.

“La enfermera me ha metido el algodón en la nariz y he notado que me llegaba al ojo. Me ha dado mucha grima”, admitía la mañana del miércoles en la puerta del ambulatorio que comparten Cerdanyola y Ripollet Cati Santos, de 49 años y vecina de Tiana. “El martes, en el Facebook del Ayuntamiento, publicaron que había muchos casos de coronavirus en el barrio. Nosotras no tenemos síntomas, pero sí mucho miedo”, dice Ester Coloma, de 29 años y vecina de Santos. Ambas viven en un edificio de la calle Verge de Montserrat. Tienen, de momento, la suerte de que no se ha detectado ningún contagio en su bloque. Pese a ello, las dos comunicaron al resto de vecinos del edificio —”la mayoría no tiene Facebook porque es gente muy mayor”— que la pandemia se había apoderado del barrio y a primera hora se presentaron en el ambulatorio. “En cuanto les hemos dicho de dónde veníamos, nos han hecho las pruebas”, señala Cati.

El Ayuntamiento de Ripollet pidió el martes a los vecinos de una decena de calles que, entre el jueves y el sábado, se desplacen a una carpa que el Sistema de Emergencias Médicas (SEM) colocará en el parque Maria Regordosa donde se harán pruebas masivas de PCR. Cati y Elena se adelantaron este miércoles y fueron directamente al ambulatorio: “Cuanto antes mejor, no podemos estar con esta incertidumbre”.

Mientras el ambulatorio se llenaba de vecinos alertados, cuatro agentes cívicos peinaron las 10 calles afectadas entregando folletos donde se pide a los vecinos —en catalán, español y árabe— que acudan a hacerse las pruebas.

La tercera teniente de alcalde de Ripollet, Meritxell Caler, advertía en una conversación con EL PAÍS que el domingo saltaron todas las alarmas. “Cinco domicilios con 20 positivos detectados. Además, en dos barrios con mucha complejidad donde sabemos, por los servicios sociales, que viven muchas más personas que las 5.500 censadas. Hay dificultades para que muchos acudan voluntariamente a hacerse las pruebas porque hay migrantes que no han podido regularizar su situación; tienen miedo y problemas añadidos”, denuncia Caler.

Puerta a puerta

Ante tanta problemática, el Departamento de Salud de la Generalitat ha comenzado este miércoles una campaña para realizar puerta a puerta las pruebas PCR a los vecinos de los cinco edificios donde se detectaron los focos. La intención del dispositivo es que nadie se mueva de estos edificios y paralizar así los contagios. Entre las pruebas puerta a puerta y las que se hagan en la carpa del SEM, en total unas 2.000, pretenden detectar a los asintomáticos, sobre todo a la población más joven —de entre 15 y 45 años—. La directora ejecutiva del sector sanitario del Vallès Occidental Este del CatSalut, Núria Serra, ha advertido de que los positivos sin síntomas son los que preocupan, ya que continúan “haciendo vida social y encuentros con amigos y familiares” contagiando al resto de población.

Los sanitarios realizan test en cinco edificios con 20 infectados

Este miércoles, un grupo de sanitarios realizaban las PCR a todos los vecinos del número 46 de la calle Verge de Montserrat. Las tomas de prueba fueron rápidas. La presencia de técnicos ataviados con equipos de protección entrando en territorio infectado no asombró a los vecinos. “Nos avisaron por teléfono el martes de que venían. Ha sido molesto lo del algodón, pero no tenemos miedo, lo que tenga que ser será”, comentaba Juan Manuel Sánchez, del entresuelo tercera. Cecilia, del entresuelo segunda, confesaba que pasó nervios. “No sé quién está infectado en el edificio, pero me quedo tranquila al hacerme la prueba”. En el entresuelo cuarta no había nadie cuando llamaron los sanitarios. Las enfermeras colgaron allí uno de los avisos. En el papel emplazaban a los vecinos a ir a la carpa siempre con “mascarilla y guardando dos metros” de distancia con otras personas.

En el tercer piso un joven senegalés confesaba mientras se reía que solo le han hecho la prueba a él: “Mis tres compañeros de piso están trabajando”. Sheila, también del tercero, advertía que dos compañeros de piso tampoco se han sometido a la prueba. Pese a que las autoridades señalan al edificio como uno de los puntos de contagios, nadie admite haber enfermado.

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