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La epidemia crece sin descanso en México

Los casos acumulados en el país, que ha rebasado los 200.000 contagios y 25.000 muertes, crecen a ritmo constante mientras que varios Estados registran un potencial epidémico mayor

Una mujer desinfecta los carritos del supermercado en Ciudad de México, el 15 de junio.
Una mujer desinfecta los carritos del supermercado en Ciudad de México, el 15 de junio.Rebecca Blackwell (AP)

México tiene una epidemia del coronavirus en franco crecimiento. A pesar de haber concluido hace cuatro semanas la jornada de sana distancia, que envió a millones de mexicanos a sus casas, el país reportó el martes la mayor cifra de contagios en cuatro meses, 6.288. Este jueves se han sumado otras 6.104 personas a la base de datos de casos confirmados que las autoridades llevan desde mediados de abril. Para apreciar el volumen que tiene la epidemia de la covid-19 en el país norteamericano es conveniente considerar que aún se estudian otros 62.000 pacientes sospechosos a la espera de resultados de los análisis. El retraso en la medición ha caracterizado a las autoridades mexicanas. Este rezago, sin embargo, solo pinta una imagen parcial y atrasada del brote.

México ha superado la tarde de este jueves los 202.000 casos del nuevo coronavirus y las 25.000 muertes. De momento, la intensidad de la pandemia no puede considerarse en descenso hasta que el número de casos nuevos detectados un día determinado sea menor a los días anteriores de manera consistente y continuada. Dicho de otra manera: mientras los casos acumulados en el país crezcan a un ritmo constante, ni hay pico, ni hay curva aplanada.

La curva se compone de casos positivos, en estudio, ingresados en hospitales y UCI y fallecidos. Estos se acumulan semana tras semana. Cuando uno disminuye, por ejemplo los positivos hospitalizados, normalmente otro aumenta más, en este caso los que están siendo estudiados fuera de terapia intensiva. La tendencia agregada es nítida.

La detección de casos confirmados de covid no ha sido particularmente eficaz en ningún lugar del mundo, tampoco en México. Al tratarse de una enfermedad respiratoria nueva, de rápido crecimiento y con un cuadro sintomático similar al de otras infecciones, resulta difícil seguirle el ritmo solo a través de pruebas. Es necesario complementar estos diagnósticos con otras que muestren desviaciones respecto a años anteriores. De esta forma puede apreciarse el volumen real de la epidemia sin números exactos, pero también sin necesidad de depender exclusivamente del sistema de testeo. En 2020, el número de consultas por enfermedades relacionadas con las neumonías e influenzas es cincuenta veces mayor a la media de años anteriores.

Hugo López-Gatell, el subsecretario de Salud y vocero del Gobierno durante la epidemia, ha afirmado en varias ocasiones que el cuadro clínico de la covid es muy similar al de las Enfermedades Tipo Influenza (ETI) y a las Infecciones Respiratorias Agudas Graves (IRAG). El sistema de vigilancia epidemiológica utilizada por México, el Centinela, sirvió durante las primeras semanas del brote para calibrar el volumen real. Una comparación con respecto a la media para esta época de años anteriores muestra una multiplicación de cuadros ETI/IRAG, según cifras oficiales.

Sin necesidad de asignarle una cifra concreta al número de casos reales, lo más probable es que esta diferencia, y el hecho de que se mantenga (por ahora) semana tras semana, indique lo mismo que los datos de diagnóstico directo de covid: la epidemia no cede su ritmo.

Impactos desiguales

El ritmo de la epidemia, como ha señalado López-Gatell varias veces, no es idéntico en todo el país. Con más de 120 millones de personas repartidas en 32 Estados la propagación de la enfermedad se combina ahora con un complejo semáforo de riesgo de contagio, decisiones políticas y urgencias por reactivar las economías locales. Por todo esto es que las autoridades han hablado de epidemias, en plural. La Ciudad de México y el Estado de México, ambas entidades al centro del país, destacan como el epicentro. El Gobierno capitalino, sin embargo, ha querido ver la luz al final del túnel al afirmar que lo peor ha pasado a mediados de mayo y afirmar, con cierto optimismo, que la cifra de ocupación hospitalaria se encuentra en su nivel más bajo desde el 10 de mayo. La capital mantiene una evolución plana en sus contagios semanales. El Estado de México, en cambio, tiene aún un avance constante que no remite.

El fin de la sana distancia, impuesta a nivel nacional por las autoridades federales, ha derivado en una mayor gestión de los Estados. Esto ha resultado en el crecimiento de casos en varias entidades. Es llamativa la situación en Puebla, Tabasco, Nuevo León o Guanajuato, regiones repartidas por todos los puntos cardinales. El volumen de la epidemia en los Estados citados es menor al de la capital por ahora. Pero los ritmos son mucho más acelerados, lo que apunta a un potencial epidémico mayor a corto plazo.

El “dónde” y el “quién” diferenciados de la epidemia no solo tienen que ver con la ubicación geográfica: también con la posición en la escala socioeconómica. La base de datos oficial distingue a cada paciente según el sector del sistema de salud por el que accedió a la prueba diagnóstica.

Si los agrupamos en tres grandes segmentos, resulta que aquel que acumula un mayor gasto per cápita (privados, PEMEX, Sedena, Semar) ha pasado de representar una porción muy significativa del total de casos a mediados de marzo a una minoría en retroceso estable desde abril. En ese punto, las entradas por los centros del antiguo Seguro Popular (hoy el Instituto de Salud para el Bienestar, INSABI) y del sector del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) destinado a personas de mayor necesidad aumentaron, sugiriendo una expansión del virus entre las capas más pobres. Desde finales de abril, el IMSS y el ISSSTE, los pilares principales del sistema, han vuelto a ganar ritmo de ingresos entre los trabajadores formales. Esto podría obedecer a una decisión de las autoridades para responder a la pandemia, o a que las personas más expuestas en esta fase de brote sostenido son quienes salen a trabajar y no pueden quedarse en casa.

México sale a trabajar

Con el fin de la jornada de sana distancia, el presidente Andrés Manuel López Obrador retomó sus giras. La decisión fue criticada, pero respondía a la urgencia del Ejecutivo por reactivar la economía en varias regiones del país, deprimidas tras el freno monetario que significó el confinamiento. El mandatario ha decidido poner el ejemplo y forzar la vuelta a la normalidad a pesar de que las autoridades sanitarias siguen aconsejando quedarse en todo el país, dividido en dos colores. El rojo advierte del máximo riesgo de contagio. Y el naranja, un riesgo de contagio alto. Las 17 entidades en color naranja han reactivado las actividades económicas básicas y han puesto en marcha la apertura de comercios, hoteles y restaurantes limitando el aforo y extremando las medidas de precaución.

Google, que recoge los datos de movilidad a través de teléfonos, indica que la actividad que más se resistió al llamado a quedarse en casa fue la compra de artículos de primera necesidad como alimentos y medicinas. La que más ha crecido durante las últimas semanas son los viajes al trabajo. Las autoridades sanitarias admitieron este jueves que la movilidad en once Estados, cuatro de ellos en color rojo, ha aumentado un 5%.

Tras un descenso notable que alcanzó su mínimo en la segunda semana de abril, los trabajadores mexicanos han regresado primero de forma paulatina y después más acelerada, según la tecnológica. Esta información coincide en tiempo y forma con la proporción de casos positivos y en estudio que ingresan al sistema de salud, entre ellos los aumentos mencionados que concentran los hospitales del IMSS y el ISSSTE.

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