El sueño español que acabó en prostitución masculina en un pueblo de Cádiz
La Guardia Civil libera a siete jóvenes sudamericanos que estaban siendo explotados sexualmente a través de aplicaciones de citas
Prado del Rey es un pueblecito de postal enclavado en mitad de la Sierra de Cádiz y en el que la vida pasa tranquila para sus 5.700 habitantes. Hace nueve meses, los vecinos comenzaron a ver por sus calles encaladas cómo siete jóvenes sudamericanos iban y venían en una localidad que apenas tiene inmigración. Eran tímidos, aunque contaron que habían venido a España para triunfar en el fútbol. Como apenas tenían de nada, el pueblo se volcó en ayudarles con comida y ropa. Ahora, esos lugareños apenas pueden creer que esos chicos silenciosos eran, en verdad, víctimas de una mafia que les explotaba sexualmente a través de aplicaciones de citas gais.
“Buscando un futuro mejor, al final ha resultado que era el peor”, explica Vanesa Beltrán, la alcaldesa de Prado del Rey. Fueron los Servicios Sociales de su Ayuntamiento los que pusieron en conocimiento de la Guardia Civil que “había indicios muy extraños” en la historia que los jóvenes, con un rango de edades de los 17 a los 20 años, contaron al pedir ayuda para encontrar empleo y recursos económicos. Su denuncia de hace menos de un mes ha acabado este mismo miércoles con la Operación Promises, en la que han sido detenidos los tres supuestos proxenetas de los chicos, acusados de trata de seres humanos con fines de explotación sexual y a la prostitución lucrativa.
Los jóvenes llegaron a Prado del Rey procedentes de Colombia el pasado mes de septiembre. Por aquel entonces aún creían en el artificio que les había llevado a endeudarse ellos y sus familias “con créditos desorbitados” en origen, según asegura la Guardia Civil de Cádiz, para comprar un billete de avión a España. Era el único requisito que les ponía un supuesto reclutador español que les prometía participar “en un proyecto futbolístico de gloria, pero no era verdad”, explica Beltrán con voz apesadumbrada. Nada más llegar a España, la organización les trasladó a un piso alquilado a pocos pasos del centro del pueblo, les retuvo la documentación y el dinero que llevaban consigo “para controlarles en todo momento”, según explican desde el instituto armado.
Hacinados en la vivienda, sin apenas relacionarse con nadie y obligados a vivir de la caridad de los vecinos, los jóvenes descubrieron entonces el verdadero propósito de su llegada España. La mafia se había asegurado de que tuviesen “una buena forma física” —como apunta la investigación— para ejercer la prostitución masculina. Para salir de la apurada situación económica en la que vivían, la organización les ofrecía como única vía, y en contra de su orientación sexual, participar en aplicaciones de contactos homosexuales que gestionaba el líder de la organización, un gaditano cuya identidad no ha trascendido.
La mafia trasladaba a los chicos a distintas localidades de la provincia de Cádiz para que realizasen sus servicios sexuales. Un proxeneta se quedaba en las inmediaciones del punto de encuentro para que requisar a los chicos el dinero conseguido y trasladarlos de nuevo a Prado del Rey tras la cita. Tras estos encuentros, los tres detenidos amenazaban a los jóvenes con contar a sus familias en Sudamérica lo que habían hecho para consolidar sobre ellos “la posición de dominio y abuso de situación de superioridad”.
La Guardia Civil tuvo conocimiento de que la situación de los jóvenes el pasado 13 de mayo. Poco antes, uno de los chicos solicitó la ayuda de los Servicios Sociales municipales para poder conseguir trabajo y recursos económicos para poder salir de la situación de mendicidad en la que vivían. Aunque los jóvenes se negaron a contar gran cosa, los trabajadores sociales sospecharon de la extraña situación en la que vivían y puso el caso en conocimiento de los agentes. Los investigadores optaron por acelerar la operación y rescatar a los hombres este mismo miércoles, pese al confinamiento provocado por la crisis del coronavirus. “Dada su situación, no podíamos esperar más”, reconoce uno de los investigadores que les ha localizado en el piso.
Los chicos vivían hacinados en habitaciones compartidas de varias camas. Al ver llegar a los guardias civiles “se han quedado en shock”. “Como suele ocurrir en las víctimas de trata, hasta que no pase un tiempo no serán conscientes de todo lo que han pasado”, apunta el mismo agente. El instituto armado ha activado el protocolo de atención psicológica y administrativa para este tipo de casos, habitualmente adaptado para atender a mujeres, las víctimas más usuales de estas formas de explotación sexual.
En Prado del Rey no salen de su asombro por la situación en la que han resultado vivir los jóvenes. “Creíamos que eran inmigrantes con dotes de fútbol que veían buscando una vida mejor. Los vecinos están muy tristes”, asegura Beltrán, tan solo satisfecha porque los trabajadores de los Servicios Sociales hayan conseguido darse cuenta de lo que les estaba ocurriendo a esos “buenos chavales” que hace nueve meses llegaron al pueblo. “No queremos ni imaginar qué se habrá vivido dentro de esa casa”, ha remachado, apesadumbrada, la regidora.
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