Francia supera a España en el registro de muertos, aunque con más población
Con 28.239 fallecidos y con 20 millones de habitantes más, el país vecino avanza en la desescalada
En el coste humano y en la gestión del coronavirus, Francia juega en la liga del sur. La de Italia y España, y no la de Alemania, su socio entre las potencias europeas. Que, ya iniciada la fase de desescalada y después de dos meses de confinamiento, la cifra de muertos franceses haya superado la de los españoles tiene un valor simbólico y en todo caso relativo: en Francia viven 20 millones más de habitantes que en España y, el día que llegue el recuento final, podría haber variaciones.
Pero si, más allá de la suma diaria, estas cifras son reveladoras, es porque señalan una tendencia: esta crisis ha colocado a Francia en el lado de los países que, por una conjunción de factores en muchos casos similar —imprevisión, mala preparación, errores de gestión o mala suerte—, han sido los más golpeados por la pandemia. Fuera de la Unión Europea, Reino Unido presenta registros parecidos.
El recuento
El Gobierno francés rehúsa entrar en la batalla de cifras. “Veo comparaciones entre países. No es pertinente. Supondría que la situación de partida es la misma. Y no es el caso. Las primeras contaminaciones no llegaron en el mismo momento. Y hay debates sobre las diferentes fuentes del virus”, dijo la semana pasada la secretaria de Estado francesa para Europa, Amélie de Montchalin, en una conversación con EL PAÍS.
Francia ha registrado ya 28.239 muertos, 530 más que España. En muertos por millón de habitantes, Francia tiene 431 y España 591, según el recuento de la web de estadísticas Worldometer. Con este método, que tiene en cuenta la población total, la mortalidad en Francia es inferior a la de Italia, España y Reino Unido, y superior a la de Estados Unidos. De los 28.239 muertos franceses, un número elevado —más de un tercio: 10.650— han fallecido en residencias de la tercera edad, que se ha revelado como el flanco débil del sistema sanitario, otro rasgo común con algunos de los países más afectados.
La imprevisión
El epidemiólogo William Dab, director general de Sanidad en Francia entre 2003 y 2005, señalaba en abril que los errores franceses ante el virus no fueron tanto por la gestión de la crisis —que desbordó a los Gobiernos en la mayoría de países— como por la falta de previsión. “El confinamiento fue el resultado de un fracaso en la preparación y en la prevención”, dijo Dab. El análisis sobre qué falló ya ha comenzado: la fiscalía ha recibido más de 60 denuncias contra ministros y miembros la oposición han prometido comisiones de investigación. A finales de enero, como ha reconocido la entonces ministra de Sanidad, Agnès Buzyn, el Gobierno sabía que llegaba un “tsunami”. A principios de marzo, se podía observar cómo la epidemia azotaba la vecina Italia y cómo este país adoptaba las primeras medidas de confinamiento. Mientras tanto, el presidente Emmanuel Macron seguía animando a los franceses a salir a los teatros y restaurantes. Y mantuvo la primera vuelta de las elecciones municipales del 15 de marzo, un día antes de decretar el confinamiento total.
El caso de las mascarillas
Más allá de los errores políticos, hay causas estructurales en el fracaso francés. El debate gira desde hace semanas en torno a las mascarillas. Primero, por los mensajes contradictorios del Gobierno, que en unas semanas ha pasado de afirmar que “no son necesarias” y “no sirven para nada” a los ciudadanos de a pie, a recomendar su uso en “numerosas circunstancias” y obligar a llevarla en los transportes públicos bajo pena de multa.
El viraje tiene una explicación de carácter industrial: al inicio de la crisis, no había suficientes mascarillas. Francia almacenaba más de 1.700 millones en 2009, pero las existencias se usaron o caducaron, y no se renovó. En marzo de 2020, quedaban 150 millones. En 2018, cerró la última fábrica francesa de mascarillas, en Bretaña porque la demanda se había derrumbado. Según Le Monde, hasta marzo, en plena pandemia, el Estado siguió destruyendo mascarillas de sus almacenes por estar caducadas, según el Gobierno.
La soberanía
“Deberemos reconstruir una independencia agrícola, sanitaria, industrial, tecnológica francesa y una mayor autonomía estratégica para nuestra Europa", anunció Macron en uno de sus discursos a la nación. Francia considera que, detrás de la falta de preparación, está la desindustrialización de las últimas décadas y la deslocalización a países con costes más baratos. Con las mascarillas, por ejemplo, se asumió durante años que se comprarían a China, sin prever que una pandemia llevaría a todo el mundo a buscar mascarillas chinas. “Mucha gente ha descubierto en Europa que somos dependientes en sectores estratégicos como la sanidad, en la producción de medicamentos como el paracetamol, o en materia de mascarillas o respiradores”, constataba hace unos días una fuente del Palacio del Elíseo.
La desescalada
El sistema hospitalario finalmente no colapsó y el Estado centralizado e intervencionista, tras una reacción titubeante al principio, exhibió su músculo, trasladando en trenes y aviones militares a enfermos a las regiones menos afectadas, o aprobando ayudas cuantiosas para paliar la crisis económica. En la hora del desconfinamiento, se supone que Francia dispone de mascarillas suficientes y aspira a contar con 700.000 test semanales para detectar los rebrotes. La desescalada empezó el 11 de mayo en todo el país, aunque a ritmos distintos en las regiones más afectadas (París y el norte y este) y más rápido en las que han esquivado lo más duro de la epidemia. Más de un millón de alumnos han regresado a las aulas y han abierto unas 40.000 escuelas primarias e intermedias, es decir, hasta los 14 años. Las autoridades han llamado a extremar la vigilancia y a no relajarse: en los últimos días se han identificado 25 nuevos focos en regiones hasta ahora poco golpeadas, como el centro y el oeste de Francia. Dos de estos focos se encuentran en mataderos. Jean Castex, el prefecto encargado por el Gobierno de organizar la desescalada, lo ha dejado claro: “Hay que anticipar [la posibilidad] de un reconfinamiento de urgencia”
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