Brasil ya ha perdido a más enfermeros por el coronavirus que Italia y España
Desde el comienzo de la crisis han muerto 73 trabajadores sanitarios brasileños por la covid-19. La falta de equipos de protección y la edad avanzada de alguno de ellos contribuyen a una alta mortalidad
A la enfermera veterana Carla Mileni Siqueira dos Santos, de 49 años, le tocó a mediados de marzo tomarle una muestra para el test de detección de la covid-19 a la primera persona con síntomas en la pequeña ciudad brasileña de Rondon do Pará. La situación era aterradora: una enfermedad sin cura, de la que se sabía poco, en un modesto hospital para un pueblo de 52.000 habitantes. Con más de 20 años de experiencia, Dos Santos hizo lo que siempre había hecho a lo largo de su carrera: tranquilizó a la paciente, una anciana, y, con calma, tomó las muestras. A pesar de haber tenido mucho cuidado, días después cayó enferma. Estuvo unos días aislada en casa, pero empeoró y tuvo que ser hospitalizada a finales de abril. “El domingo 3 de mayo por la mañana, empeoró y pidió que la intubaran. Pero sufrió un paro cardiorrespiratorio y no pudieron reanimarla”, cuenta su hija Nathalia Roberta, de 25 años. “Fueron 21 años dedicados con mucho amor a la enfermería. Le apasionaba su profesión, era una líder que, además de trabajar en la primera línea, daba cursos y ayudaba a capacitar a profesionales sanitarios, enfermeros, técnicos y auxiliares”, cuenta.
Estas mujeres —casi el 85% de los trabajadores de enfermería son mujeres— y hombres que están en la primera línea de combate al coronavirus todos los días en los hospitales brasileños están muriendo a un ritmo alarmante. Según el Consejo Federal de Enfermería (Cofen), hasta este miércoles se han registrado en Brasil 73 muertes de profesionales de enfermería por la covid-19, son más que la suma de los profesionales fallecidos en España e Italia.
Las brasileñas son víctimas jóvenes: la mayoría (41) eran menores de 60 años —uno tenía solo 29—. La ciudad de São Paulo, el mayor epicentro de la crisis sanitaria del país, lidera la lista con 18 muertes, seguida de Río de Janeiro, con 14 casos. El Cofen ha creado una plataforma para monitorear las muertes de enfermeros en todo Brasil con la ayuda de los consejos regionales. Además de estas víctimas, hay otras 16 muertes que todavía no están confirmadas, a la espera de los resultados de las pruebas.
A modo de comparación, en Estados Unidos, el país con el mayor número de víctimas de la pandemia (más de 71.000), han muerto 46 profesionales de enfermería, según las asociaciones profesionales. En Italia, la segunda nación más afectada por la enfermedad con más de 29.000 víctimas, se han producido 35 muertes, según la Federación Nacional de Profesionales de la Enfermería. En España, el tercer país en número de víctimas, solo ha habido cuatro muertes, según el Consejo General de Enfermería. En los dos países europeos la crisis empezó antes que en Brasil y ya se ha superado el pico de casos. En China, hasta finales de abril, se habían producido 23 muertes de enfermeros, según datos oficiales. El Consejo Internacional de Enfermería estima que “más de 100 enfermeros y auxiliares han perdido la vida por la covid-19 mientras trabajaban en primera línea”. Es decir, la mayor parte del total mundial de muertes de estos profesionales han tenido lugar en Brasil. Sin embargo, el órgano reconoce que este balance es solo la punta del iceberg.
“Uno de los factores [para la alta mortalidad] es que muchos servicios sanitarios no han impedido que los profesionales con edad avanzada, mayores de 60 años, y con patologías previas trabajaran. Siguen actuando en la primera línea de la pandemia, cuando deberían estar en la retaguardia o sin trabajar”, dice Manoel Neri, presidente del consejo brasileño Cofen. Fue el caso de la enfermera Maria Aparecida Duarte, de 63 años, conocida por sus colegas como Cidinha. Siguió trabajando prácticamente en la puerta de unas urgencias de Carapicuiba, ciudad de la región metropolitana de São Paulo, a pesar de formar parte del grupo de riesgo. Contrajo la enfermedad y murió el 3 de abril.
Un día después de su muerte, la Justicia brasileña determinó que los profesionales de enfermería de la sanidad pública que forman parte del grupo de riesgo (por edad o enfermedad) deben ser reubicados en funciones que no impliquen estar en contacto con pacientes que tengan algún síntoma de gripe. La decisión llegó tarde para Cidinha y docenas de otros profesionales. Otra acción similar exige que esta medida se extienda a los trabajadores de la sanidad privada.
Los profesionales de enfermería también enfrentan otro problema: la falta de equipos de protección individual (EPI). “No solo escasean, sino que la calidad del material es cuestionable. También hay que capacitar al personal para que sepan usarlos: muchos profesionales se contaminan porque no se los ponen o quitan bien”, dice Neri.
El auxiliar de enfermería Luís Cláudio Bernarda, de 43 años, sufrió la tragedia que puede provocar no tener unas condiciones mínimas de seguridad en el trabajo. “Él me había alertado sobre las irregularidades que ocurrían en el hospital donde trabajaba, en Itapevi [en la región metropolitana de São Paulo]. Se quejó específicamente de la falta de EPI”, dice su colega Jefferson Caproni, de 35 años. Días después, el test para covid-19 de Luís dio positivo. A las dos semanas murió de insuficiencia respiratoria. Jefferson también ha perdido a un amigo y compañero en las acciones sociales de prevención que realizaban en la periferia de São Paulo: “Solíamos hacer trabajo voluntario juntos, de prevención, en Osasco y Carapicuíba, en los barrios más pobres”.
La situación de los profesionales de la salud es crítica en todas las ciudades donde el sistema sanitario se acerca al colapso o ya lo ha alcanzado, como Manaos, Belém, Fortaleza, Recife, São Paulo y Río de Janeiro. Con las unidades de cuidados intensivos casi llenas, los Ayuntamientos y los Estados intentan crear más plazas para atender a la población que padece la covid-19. Pero esto puede tener un efecto negativo: “Se están destinando muchas camas a las UCI sin que haya enfermeros y médicos intensivistas. Acaban poniendo en este servicio extremadamente especializado a profesionales sin la capacitación adecuada”, dice Neri. “Todos estos factores que provocan la muerte de profesionales sanitarios existen tanto en los hospitales públicos como en los privados”.
Información sobre el coronavirus
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