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“Puede haber algún repunte que nos obligaría a cerrarlo todo otra vez”

El laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología, que él dirige, ha desarrollado un sistema para sintetizar el patógeno, primer paso para la vacuna

Oriol Güell
El virólogo Luis Enjuanes fotografiado en su casa durante el confinamiento.
El virólogo Luis Enjuanes fotografiado en su casa durante el confinamiento.Alfredo Cáliz (EL PAÍS)

Si aspiraba a llevar una discreta vida de científico de laboratorio, Luis Enjuanes (Valencia, 75 años) eligió, sin saberlo, una mala pareja de baile cuando centró su carrera en los coronavirus. Eso fue hace cuatro décadas y todos los expertos apostaban entonces por la gripe como causante de la siguiente pandemia mundial. Para el ser humano, estos patógenos con forma de bomba de Orsini eran entonces algo casi tan trivial como los resfriados. El primer aviso llegó en 2002, con el SARS, que causó en menos de dos años 800 muertes. Con la segunda alerta, el MERS, una década más tarde, Enjuanes ya era una figura de relevancia internacional. Como director del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) ha desarrollado un sistema para sintetizarlos, primer paso hacia la ansiada vacuna. Hace dos semanas, en una prueba rutinaria, el científico dio positivo y tuvo que aislarse en su casa. El miércoles, tras un segundo negativo en las pruebas, atendió por teléfono a EL PAÍS.

Pregunta. ¿Cómo está?

Respuesta. Muy bien. He estado asintomático en todo momento. Di positivo en las pruebas de control que nos hicieron por seguridad en el laboratorio antes de empezar a trabajar con virus infectivos.

P. Hace tres meses un paciente asintomático hubiera acaparado toda la atención.

R. Eso es lo más importante de todo lo que hemos aprendido. Una persona puede estar 14 días sin síntomas, pero contagiando a otros. Esto dificulta mucho el control de la epidemia.

P. ¿Hasta qué punto la transmisión asintomática no podía esperarse?

R. Es un virus nuevo, del que hemos ido descubriendo muchas cosas. El SARS, por ejemplo, daba fiebre en tres o cuatro días y eso facilitó mucho las investigaciones.

P. ¿Quizá eso lo deberían haber detectado antes las autoridades chinas?

R. Yo pienso que fueron un poco perdidas al principio y retrasaron algo la información. Cuando entraron en materia, el virus ya llevaba mucho tiempo circulando y había cientos de afectados. Es lo que posteriormente pasó en Italia o España.

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P. Por eso le planteaba si en la gestión de la epidemia, visto lo ocurrido en China, no se pecó de un exceso de confianza…

R. Bueno, aquí se siguió mucho la información de China y a lo mejor se cometió el error de creérnosla. Sinceramente, creo que al principio ni China se imaginaba lo que iba a pasar. Luego hemos ido cayendo todos los países.

P. China afirma haber sufrido 80.000 casos y 4.000 muertes. Solo España, Italia y Francia superan el medio millón de afectados y más de 60.000 muertos. ¿Cómo se explica la diferencia?

R. La respuesta honesta es que no lo sé. Puede haber cierta explicación en que el virus haya llegado mejor adaptado para transmitirse. O la población más envejecida…

P. Hay gente que duda de los datos de China.

R. Hay cosas que no sabemos. Lo que no se sostiene es que ningún laboratorio esté preparando un patógeno, como se ha dicho, sin tener de antemano la vacuna, porque al primero que se le puede volver en contra es a ese mismo laboratorio.

P. Dice que todos los países han ido cayendo. Pero unos más que otros. Alemania y Corea del Sur, por ejemplo, han sido más agresivos al identificar casos, aislarlos y rastrear contactos.

R. Sí, claro, con la tecnología y el dinero que tienen. Es obvio que pudieron hacerse cosas mejor, pero es fácil decirlo posteriormente. No tengo claro que haya habido negligencia en países como España. Otra cosa son las posiciones de los dirigentes de EE UU o el Reino Unido.

P. ¿Sabemos algo más del origen del virus y desde qué especie pudo saltar al hombre?

R. No. No se ha demostrado nada de lo que se dijo de las serpientes, pangolines…

“El virus llegó en temporada de gripe. Eso le permitió pasar desapercibido”

P. ¿En qué punto estamos de la progresión de la epidemia?

R. Hemos logrado una clara tendencia a la baja, aunque puede haber algún repunte que nos obligue a cerrarlo todo otra vez. La verdadera apertura, aunque ahora en mayo se flexibilice alguna medida, empezará en junio y julio. Con la temperatura, radiación solar, espacios abiertos y demás los casos deben caer de forma importante.

P. ¿Y en otoño?

R. El virus regresará, seguramente. Lo normal es que se convierta en un virus estacional.

P. ¿Sabemos si genera inmunidad y por cuánto tiempo?

R. No está claro.

P. ¿Cómo llegó el virus a España?

R. En plena temporada de la gripe. Eso le permitió pasar desapercibido y dificultó mucho la labor de los epidemiólogos. Es como la policía en un secuestro: lo importante son los primeros momentos, si llegas al sexto día te pierdes casi todo. Los epidemiólogos necesitan llegar pronto para recabar información fresca.

P. ¿Cómo va su proyecto de vacuna?

R. En el CNB tenemos dos vacunas en desarrollo. Mariano Esteban y Juan García Arriaza están desarrollando una de las que podríamos llamar clásicas, con un vector de la viruela atenuado. Ahora están en pruebas antes de dar el salto a ensayos para humanos, lo que podrían hacer después del verano.

P. ¿Y usted?

R. Nuestro proyecto está basado en el propio virus y usamos una tecnología que ya ha demostrado que funciona a nivel experimental con el SARS y el MERS. El virus se multiplica, pero no se disemina, no puede pasar de una célula a otra. Es lo que se llama un virus suicida y eso lo hace muy seguro.

“Pudieron hacerse cosas mejor, pero es fácil decirlo luego”

P. ¿A qué vacuna se refería el ministro Pedro Duque cuando dijo que estaba muy avanzada?

R. A la de Mariano Esteban. Dijo que ya tenemos el prototipo. Todo el proceso lleva cuatro o cinco años, aunque en la situación actual puede reducirse a uno o dos.

P. Ustedes han recibido 4,46 millones de fondos públicos para las vacunas. ¿Es eso suficiente?

R. Ese dinero ha servido para financiar las dos vacunas, pero también a otros grupos que trabajan con antivirales, que desarrollan anticuerpos monoclonales. Otra parte significativa ha ido a reforzar las infraestructuras de alta seguridad biológica, donde se necesitaba reparar equipos.

P. Con esos recursos, ¿pueden competir con proyectos que ya están en fase de ensayo y cuentan con cientos de millones de financiación?

R. No nos podemos comparar. En el desarrollo de una vacuna hay tres fases. La primera es la invención, que es la nuestra y que cuesta equis. Luego está el desarrollo, que es realizar los ensayos clínicos, que suelen hacerlo compañías muy potentes. Esta fase cuesta 10 veces más. Y por último está la fabricación, comercialización y marketing, que cuesta 100 veces más.

P. ¿Qué posibilidades reales hay de que su proyecto acabe en buen puerto?

R. Son reducidas, como cualquier proyecto de estas características en una fase inicial.

P. ¿Y cuál es su objetivo?

R. Conseguir un proyecto de buena calidad que sea desarrollado por alguna compañía.

P. ¿No hay estructuras públicas para hacerlo?

R. No. Son las farmacéuticas las que desarrollan esas fases.

P. ¿Y cómo revierten en la sociedad los fondos públicos destinados a la investigación?

R. En los acuerdos se impondrían cláusulas para que la vacuna cubra las necesidades España.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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