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“Un carné de inmunidad es una estupidez enorme”

El virólogo Andrea Crisanti considera que los test masivos son la clave que explica que la región italiana de Véneto tenga hoy muchas menos víctimas que Lombardía por el coronavirus

Daniel Verdú
Andrea Crisanti, virólogo del Imperial College de Londres.
Andrea Crisanti, virólogo del Imperial College de Londres.EL PAÍS

La epidemia del coronavirus explotó en Italia el 21 de febrero. Lombardía y Véneto —ambas gobernadas por la Liga— se convirtieron en casos paralelos con focos de contagio localizados en dos pequeños pueblos (Codogno y Vo’Euganeo) y una curva casi idéntica. Hoy en la primera región han muerto más de 11.142 personas y en la segunda, 906 y se han frenado los contagios. Andrea Crisanti, profesor de parasitología molecular del Imperial College de Londres, experto en el estudio de la malaria y director del Laboratorio de Virología y Microbiología de la Universidad de Padua, tiene algunas respuestas. Actualmente se encuentra al frente del control epidemiológico de Véneto (4,9 millones de habitantes), que este martes empezó a relajar el confinamiento. La clave, explica, se basa en el aislamiento y los test masivos realizados a la población: 20 por cada contagio. El mismo modelo que Corea del Sur.

Pregunta. Véneto ha relajado ya las medidas del confinamiento. ¿No es peligroso?

Respuesta. No es cuestión de Véneto, es lo que se prevé en algunas directivas ministeriales. Pero se hace con condiciones. Si se quiere salir hay que hacerlo con la mascarilla, si se quiere abrir, hay que hacerlo protegido. Y al mismo tiempo la región ha multiplicado su capacidad de diagnóstico y de monitorizar nuevos casos. Es una manera de preparar una siguiente fase.

P. Véneto es un modelo de éxito, especialmente respecto a Lombardía, cuya situación parecía simétrica.

R. La curva era idéntica al principio. Luego la nuestra se aplanó. El secreto es que apagamos enseguida el foco que teníamos en Vo’Euganeo. El 20 febrero había un 3% de personas infectadas, que es muchísimo. Habríamos llegado a decenas de miles de casos en pocas semanas, como pasó en Lombardía.

P. ¿El secreto fueron los test masivos en toda la región?

R. Cada vez que había un enfermo se lo hicimos a su familia, aislamos a todos los contactos. Hubo fuerte presencia en el territorio de los servicios epidemiológicos. Apuntamos más al prevenir que al curar: hoy tenemos 100 casos al día, poco.

P. ¿Cuántos test hicieron?

R. Unos 200.000. Unos 20 test por caso diagnosticado.

P. El acceso a estos test es complicado y caro, cuentan en España y en el resto de Italia.

R. Una de las razones del éxito es que teníamos un tipo de test hecho en casa. Los pedimos muy al principio, la primera semana ya teníamos los reactivos para unos 500.000. Los realizamos en el laboratorio de aquí, así que no tuvimos que comprarlos en ninguna industria de diagnóstico.

P. ¿Por qué no se hizo a escala nacional?

R. Porque faltaban competencia e instrumentación para hacerlo. La mayoría de laboratorios meten el kit, aprietan el botón y no han de pensar en nada. Esas máquinas no se prestan mucho a las emergencias, porque si no tienes los reactivos y la industria no te los proporciona, no haces nada. Así que esos laboratorios que usan ese tipo de kit tienen poquísima flexibilidad.

P. ¿Ustedes los tenían?

R. En Véneto poseemos esa capacidad porque desde hace años tenemos un gran problema de enfermedades con el virus del Nilo occidental: cada verano tenemos una epidemia. Así que hacía tiempo que estábamos preparados para diagnósticos de enfermedades con transmisión de vectores. El laboratorio, además, es una referencia para el estudio de la transmisión de la gripe. Así que teníamos una buena base.

P. ¿Les pidieron consejo en Roma?

R. Ellos siguieron desde el principio la línea de la OMS, que aconsejó no hacer test. Y mire, la OMS ha dicho una cosa y la contraria durante toda la epidemia. Un desastre.

P. ¿Las cifras oficiales de Italia están muy por debajo de la realidad?

R. Sí, claro. Los contagios reales son muchísimos más. Al menos siete u ocho veces: alrededor de un millón. En España debe de ser lo mismo. Eso se ve bien en el Véneto y Lombardía. Nosotros tenemos entre un 3% y un 4% de mortalidad. Ellos, el 14%. Eso significa que no hacen diagnósticos, no que el virus sea peor.

P. Hoy se habla del calendario de reapertura. ¿Usted cómo cree que debe ser?

R. Muy prudente. En Italia nos hemos olvidado de lo que es convivir con una epidemia. La malaria después de la II Guerra Mundial fue una de las causas principales de la falta de desarrollo económico en tantos lugares de Italia. No se puede tener una sociedad próspera con una enfermedad que causa tantas muertes. No hay convivencia entre epidemia y prosperidad económica.

P. ¿La aplicación de seguimiento de los ciudadanos sería efectiva?

R. Sí, permitirá localizar las personas con las que un eventual contagiado ha estado en contacto. Así podemos aislarlas y disminuir los efectos de la epidemia. No se puede entrar en una fase 2 si no se encuentra el modo de hacer el seguimiento de las personas y sus contactos.

P. ¿Y un carné de inmunidad para quienes han superado la enfermedad?

R. Eso es una estupidez enorme. No quiero ni oír hablar de eso. No se sabe nada sobre si esos anticuerpos son productivos, cuánto duran… Hablar de inmunidad en esta fase me parece fuera de todo fundamento. No está demostrado que haber superado la infección proteja.

“El virus volverá en otoño si la UE no lo afronta unida”

El final de esta crisis está muy lejos todavía, considera el profesor Andrea Crisanti. Véneto ha hecho los deberes con un sistema de test masivo y la curva de contagios ha caído en picado. Pero el resto del mundo sigue afrontando el problema de manera demasiado descoordinada, opina. “Esto es un problema global. Si un Estado sigue la política de la inmunidad, otro la de la eliminación del virus, otro de la contención… Quiere decir que en otoño vuelve la epidemia. Debería afrontarse, al menos, a nivel de la Unión Europea. Lo contrario es absurdo”, apunta.

Italia piensa ya en la playa y el verano. Algunos periódicos publicaban este martes proyectos de aparatosas mamparas para tomar el sol libre de contagios en el litoral italiano. Crisanti está estupefacto de que exista esa esperanza. “Eso son sueños que no tomo en consideración. Se tardará mucho tiempo, a menos que el virus sea sensible al calor y nos libremos de él en verano. Pero hay que esperar otro mes y medio para saberlo”, advierte.

 

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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