Arranca en el Vaticano una Semana Santa a puerta cerrada
“Ni siquiera durante las dos guerras mundiales hubo un cierre total como este de los ritos litúrgicos”, comenta monseñor Claudio Magnoli, consultor de la Congregación para el Culto divino
Este Domingo de Ramos comenzó oficialmente la Semana Santa de una forma completamente atípica: sin ramos en procesión ni feligreses en las iglesias. En el Vaticano, el Papa celebró la misa en una basílica de San Pedro prácticamente vacía. El eco que resonaba en el imponente templo contrastaba con las imágenes de la plaza a rebosar de peregrinos de los años anteriores. En esta ocasión, para prevenir el avance de la pandemia de coronavirus, la plaza de San Pedro seguirá cerrada a cal y canto, el Pontífice no lavará los pies a un grupo de reclusos, como hace siempre en Jueves Santo; ni acompañará el multitudinario Vía Crucis por las calles de Roma hasta el Coliseo y los fieles tendrán que rezar desde sus casas. Lo mismo sucederá en España y otros muchos países de tradición cristiana afectados por el Covid-19. Será una Semana Santa online, “realmente inusual”, como la ha definido Francisco, sin precedentes en la historia reciente.
El Vaticano, a través de la Congregación para el Culto divino y la Disciplina de los sacramentos, el organismo encargado de gestionar las cuestiones relacionadas con la liturgia de la Iglesia católica, ha dado indicaciones para celebrar la Semana Santa, la conmemoración más importante del año para los cristianos, a puerta cerrada. La fecha no puede cambiarse, la tradición milenaria dice que la Pascua debe celebrarse el domingo posterior a la primera luna llena de la primavera. Además, la Iglesia considera esta fiesta “el corazón del año litúrgico”, que condiciona el resto de conmemoraciones cristianas como la Cuaresma, el Triduo —la celebración de la pasión muerte y resurrección de Jesucristo— o Pentecostés. Por eso los ritos, en tiempos de pandemia, quedarán reducidos a lo imprescindible y sin la presencia de feligreses o directamente se suspenderán.
Monseñor Claudio Magnoli, consultor de la Congregación para el Culto divino, calcula que en Italia se suspenderán entre 8.000 y 9.000 procesiones del Viernes Santo y el día de Pascua. “Ni siquiera durante las dos guerras mundiales hubo un cierre total como este de los ritos litúrgicos”, señala a este periódico. Reconoce que la “la participación coral como pueblo” en los ritos de la Semana Santa y la “resonancia social” siempre han sido elementos “fundamentales” para la religión. “Las tradiciones de Pascua son un referente cultural y simbólico importante incluso entre los no creyentes”, apunta. Y añade: “Ante esta situación de gran emergencia, se debe hacer de la necesidad virtud y, por ejemplo, volver a encontrar una mayor interioridad frente a la exterioridad de los ritos públicos, aunque no es sencillo en una sociedad como la de hoy que da tanta importancia a lo exterior”.
El Vaticano ha pedido también que los párrocos avisen a los fieles de la hora de inicio de las ceremonias para que puedan unirse en oración desde sus casas. También ha sugerido que, en la medida de lo posible, las misas, celebradas, eso sí, “en el lugar adecuado”, se retransmitan en directo, “no grabadas”.
Esta Semana Santa no podrá verse al Papa lavando los pies a un grupo de presos el día de Jueves Santo, como siempre hace para conmemorar la ceremonia del lavatorio después de la Última Cena. La imagen de un Papa arrodillado ante los reclusos es uno de los símbolos del pontificado de Francisco. El Pontífice argentino, que siente especial predilección por los presos y en cada uno de sus viajes internacionales casi siempre visita algún centro penitenciario, todos los Jueves Santos se dirigía a una cárcel romana para lavar los pies a 12 personas privadas de libertad. En esta ocasión, el Papa se limitará a celebrar una misa en la basílica de San Pedro, sin fieles ni procesiones.
El Viernes Santo, el Papa suele presidir el histórico Vía Crucis que se representa de noche en el Coliseo romano, siguiendo una antigua tradición. En cada ocasión, el Pontífice encarga a diferentes colectivos que escriban y protagonicen las escenas de los últimos momentos de la vida de Jesucristo. Este año, Francisco ha dejado los textos en manos de los reclusos y trabajadores de la cárcel de Padua, capital europea del voluntariado 2020, para que la Iglesia se sensibilice aún más con la realidad penitenciaria. Se escenificarán en el Vaticano y únicamente con la presencia del Papa. La Santa Sede ha instado a los sacerdotes del resto del mundo a que celebren misa sin fieles con una oración especial “por los que se encuentran en situación de peligro, los enfermos y los difuntos”. Y ha pedido que en la adoración de la cruz solo el celebrante bese la imagen.
La Congregación para el Culto divino también ha sugerido que las “expresiones de piedad popular y las procesiones que enriquecen los días de la Semana Santa” se trasladen a otras fechas, como por ejemplo el 14 y 15 de septiembre, si los obispos de cada diócesis lo consideran oportuno. “Algunas expresiones populares se pueden celebrar en otra fecha, conectándolas con otras fiestas representativas, el significado es el mismo, cada comunidad puede identificar qué fechas son las mejores. Por ejemplo, algunas procesiones del Crucifijo de Viernes Santo podrían salir en la fiesta de la Exaltación de la Cruz de mediados de septiembre”, señala Magnoli.
La suspensión de las celebraciones públicas de la Semana Santa es un mazazo para los fieles y también para el turismo. Assoturismo, la Federación italiana de empresas del sector del turismo calcula que la suspensión de las vacaciones de Pascua y de los puentes de inicio de la primavera acarreará pérdidas en Italia de más de 3.000 millones de euros. “El año pasado debatíamos sobre los presuntos peligros de un exceso de turistas y este estamos viviendo la catástrofe del turismo cero”, ha señalado Vittorio Messina, presidente de la agrupación.
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