“No vamos a poner tintes, solo lavar y cortar a quien lo necesite”
Las peluquerías cierran, pero algunos profesionales atienden a personas dependientes a domicilio
Verónica Pita ha clausurado su peluquería por el coronavirus, pero sigue trabajando. “El viernes cerré el local, no me parecía seguro que siguiera abierto. Sin embargo, estoy disponible para las clientas que me necesiten”, dice esta gallega de 38 años, cuyo local se encuentra en Ares (A Coruña). Algunas de esas clientas son personas con movilidad reducida, “mujeres a las que conozco desde hace años, que venían al local hace tiempo y que ahora apenas pueden salir de casa”. A esas personas, a las que les gustaba “venir a la peluquería para charlar”, les atendía en sus domicilios antes de la crisis del coronavirus. Continuará haciéndolo estos días, pero con una diferencia: “No voy a poner tintes o permanentes, me limitaré a lavar y cortar a las personas que más lo necesiten”.
Pita es una de las muchas peluqueras que han pasado el fin de semana pendientes de los anuncios del Gobierno. El sábado, Pedro Sánchez mencionó a las peluquerías entre los pocos negocios que permanecerían abiertos durante el estado de alarma. Empezaron a circular las bromas en Twitter y WhatsApp, acompañadas de la indignación de parte del sector. El Consejo Nacional de Empresas de Peluquería y Estética de España (CONEPE) mandó un comunicado denunciando la decisión: “Todos debemos contribuir a parar esta pandemia y debemos priorizar la seguridad de todos”. El Gobierno rectificó el domingo, anunciando que cerraba las peluquerías, pero permitía la atención domiciliaria.
La justificación del Ejecutivo para dejarlas abiertas inicialmente y para conservar la atención en casas después está en las personas dependientes, cuya movilidad reducida impide que se laven la cabeza o que puedan salir a la calle para que les corten el pelo. “Es una parte muy reducida del negocio, pero existe”, explica el asesor jurídico de CONEPE, Antonio Jaumandreu, que solicita a los profesionales del sector que limiten su actuación a servicios muy básicos: “Nadie necesita un tinte para estar en su casa”. Jaumandreu también pide que estas intervenciones sean realizadas con la máxima cautela: “Deben llevar guantes y mascarilla. Sin el equipamiento y las precauciones necesarias no se puede atender a nadie”.
Según los cálculos de CONEPE, en España hay 40.000 peluquerías y 107.000 profesionales. La patronal estima que las perdidas económicas podrían ascender a unos 150 millones de euros si las medidas de restricción de movimientos duran dos semanas. Y el Gobierno ha anunciado que se extenderán en el tiempo.
Mónica Ronco, peluquera salmantina de 41 años, está acostumbrada a atender a clientes con movilidad reducida: “Si salgo estos días será por humanidad, no por negocio. Lo haré por casos extremos, de personas que lo necesiten de verdad y que conozco desde hace muchos años”. De momento no tiene citas. “Es normal, llevamos poco tiempo encerrados, pero es posible que me llamen cuando empiecen a pasar los días”, añade Ronco. Maribel Madriñán, peluquera de 51 años de Lalín (Pontevedra), cree que esta crisis afectará muy negativamente a su sector, “pero aquí estamos para echar una mano a las personas que lo necesiten”.
Este tipo de servicio también lo desarrollan empresas especializadas en atención a dependientes. “Es puro sentido común. Las personas que no pueden salir de la cama también necesitan que les laven la cabeza. Es una cuestión de higiene. Y no todo el mundo tiene un amigo o familiar que pueda hacerlo”, comenta Lorena David, portavoz de Atés a Casa, una empresa valenciana que atiende a personas dependientes.
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