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Las residencias de Vitoria limitan el acceso mientras los niños celebran la vida sin colegio

Solo una persona, una hora al día, podrá visitar a los mayores para evitar el avance del virus

Juan Navarro
Un niño tras el cierre de los colegios este martes en Vitoria.
Un niño tras el cierre de los colegios este martes en Vitoria.L. RICO

La amenaza del coronavirus se aprecia en las calles de Vitoria. Este martes han comenzado las dos semanas de clases suspendidas. A la vez, el departamento de Sanidad vasco ha resuelto unas medidas que restringen significativamente el acceso a los geriátricos.

La decisión implica que se restrinjan las visitas a un solo familiar por persona, siempre que no padezca “fiebre ni síntomas respiratorios agudos”, durante una hora al día. El objetivo es impedir que el coronavirus acceda a unos lugares con alta concentración de personas mayores, colectivo especialmente sensible a sus efectos, sobre todo si padecen patologías previas. Euskadi cuenta con 197 casos con Álava como máximo exponente: acoge 153, 51 de los cuales permanecen hospitalizados.

Pero cada caso es un mundo. Isabel Escalante, de 65 años, cuida desde hace 19 a su marido, que padece una traqueotomía crónica que le limita la capacidad para comer y beber. Solo ella y un acompañante consiguen que trague alimentos minuciosamente preparados. La restricción, sobre todo en los tiempos, afecta a que puedan atender bien a este hombre dependiente y que no habla. Escalante entiende la precaución pero pide que se flexibilice la pauta por casos como los del viernes, cuando los trabajadores de la residencia “se asustaron” porque su esposo se ponía rojo y no tragaba. Finalmente, no cenó y tuvo que esperar a la siguiente visita familiar para ingerir alimento.

El documento de sanidad también recoge indicaciones habituales, como las de extremar las precauciones y la higiene de manos. A los visitantes se les toma la temperatura para evitar riesgos como los de la residencia privada San Martín, que se encuentra en cuarentena tras detectarse más de 20 situaciones de Covid-19. Ramiro González, diputado general de Álava, ha afirmado que no se han dado positivos en los centros forales.

Parón escolar forzoso bien recibido

A los jóvenes vitorianos les esperan dos semanas sin clases para evitar que se contagien del virus. Un hombre y una mujer, ambos empleados domésticos, pasean cada uno a dos niños. Sus circunstancias les dan un respiro para atenderlos; otros adultos, en cambio, afirman que se han coordinado con sus familiares para hacerse cargo de los menores. Un hombre expresa con prudencia que él no es quien para juzgar la decisión de clausurar los colegios y que entiende todo lo que se haga en nombre de la “prevención”.

Cinco chavales, de cuarto de la ESO, fuman a escondidas en una parte más alejada del parque. Aún no se creen que los hayan sacado de las aulas. Lo único malo, sospechan, es el aluvión de deberes y exámenes que les puede sacudir cuando vuelvan a la rutina. Hasta entonces, su libertad depende de que los docentes se coordinen para mandarles tareas por Internet. “Una profesora nos ha dicho que en 40 años nunca había visto nada así”, sostiene una.

Los padres tendrán que organizarse para que sus hijos no estén solos esta quincena. Dos ancianos que toman algo en un bar explican que los abuelos siempre son el recurso más socorrido, aunque su generación cuenta con la ayuda de los móviles, como el que absorbe a su nieto, de siete años. “Con coronavirus o sin coronavirus, siempre nos toca a nosotros”, explican. Ambos asumen que los ancianos son muy susceptibles a la enfermedad. Para ello se asegurarán de que el menor no acuda a grandes aglomeraciones. La intervención más drástica ha implicado suspender el cumpleaños del chico, este viernes, pues había invitado a un montón de amigos a un “chiquiparque”.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, buscándose la vida y pisando calle. Grado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS. Autor de 'Los rescoldos de la Culebra'.

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