La última víctima de violencia de género: “Mi marido me ha clavado el cuchillo y me ha tirado”
Un hombre asesina a su esposa y la lanza por la ventana a una huerta donde la socorrió una vecina. Ella quería separarse. Él se ha entregado tras el crimen
La mujer tiró la basura antes de ir por el pan. “¡Pili, Pili!”, le gritaron. “¡En la huerta se oye a una chica!”. Y Pilar Izquierdo, de 80 años, se acercó a la huerta trasera de la casa a la que se accede por una portachuela de apenas un metro. La encontró tumbada entre las hierbas pero aún viva.
—Ay, Monika, ¿qué te ha pasado?, le preguntó la anciana, que lleva el pelo corto y una rebequilla sobre los hombros.
—Mi marido me ha clavado el cuchillo y me ha tirado, asegura Izquierdo que le respondió la joven, herida ya de muerte, mientras le pedía agua.
El cuerpo de Monika Asenova, una búlgara de 29 años, cayó el lunes desde el primer piso a un tejadillo y de ahí a la tierra. Dejó restos de sangre bajo la ventana. Poco después de las 10 de la mañana su marido, el también búlgaro Biser Karadjov, se entregó en el cuartelillo de Salas de los Infantes, un municipio burgalés que roza los 2.000 habitantes, con casas de piedra y arboleda.
Un incendio bajo sospecha
El pasado 28 de junio, el día del cumpleaños de su hija menor, la casa de Monika Asenova ardió. Los restos del humo negro permanecían este lunes en el balcón lateral de la vivienda, en la plaza donde este lunes por la noche sus vecinos le rindieron homenaje. “Ni golpes que duelan ni palabras que hieran”, se leía en una de las cartulinas que portaban unas niñas del pueblo. Alrededor de la fecha del incendio que ahora despierta todas las sospechas, ella se mudó a un pueblo vecino con su padre y sus hijas. Según la información oficial del Tribunal Superior, la casa estaba vacía cuando ardió. Ella no estaba en el pueblo. El juzgado abrió diligencias , pero tras el atestado de la Guardia Civil, se archivaron al no hallarse responsabilidad delictiva. El subdelegado del Gobierno en Burgos, Pedro de La Fuente, explicaba este lunes tras la concentración en Salas de los Infantes que de momento no se han encontrado vínculos con el asesinato de la mujer. Se ha decretado el secreto de sumario.
Pili recuerda de forma difusa que alguien llevó una sábana y la tapó, luego aparecieron los médicos, después la ambulancia. Por la tarde, bajo una tormenta de verano, seguían allí los agentes de la Guardia Civil recabando pruebas.
En un piso de dos plantas de ladrillo visto, en la misma plaza del Ayuntamiento, residía hasta hace poco la pareja, que se mudó al pueblo hace más de una década. La casa aún conserva los restos de un incendio reciente. Tenían dos hijas adolescentes que este lunes estaban en un pueblo a 30 kilómetros con su abuelo materno.
La hija mayor canta y toca el violín, a la segunda también le gusta la música. La víctima organizaba teatros y participaba en el festival de las culturas del pueblo. En las últimas elecciones municipales se presentó como concejala suplente en la lista del PP, que gobierna en el municipio. “No hacía nada más que trabajar para sacar a su familia adelante”, explica el alcalde sustituto, Julián Ruiz (Ciudadanos). El titular, Francisco Azúa (PP), está de vacaciones.
“La primera vez que la vi parecía una niña”, recuerda en su casa, a las afueras del pueblo, Begoña Ruiz, de 59 años. Es la hermana del alcalde. Fue la primera persona que le dio un trabajo a Asenova en el pueblo. Ella no rechazaba ninguno para sacar a delante a la familia: el marido pasaba largas temporadas enfermo.
Asenova tenía solo 17 años cuando empezó a trabajar en su casa y hacía ya tres que había dado a luz a su hija mayor. Ruiz, compungida, explica que le enseñó a hablar castellano y a planchar. Cuenta su amiga y empleadora que no paraba de trabajar. “Me ayudaba muchísimo, era un cielo”. Ruiz asegura que ella le había confesado alguna agresión del marido. Que le trataba mal y que quería separarse. “Me dijo que él entendía que ella quisiera separarse, que se daba cuenta de que la había perdido y lo aceptaba, pero no era verdad”. No solía hablar de ello. Según su amiga, Asenova vivía desde hacía unas semanas con su padre y las niñas en un pueblo vecino. Y planeaba mudarse con la abuela de las niñas a otra localidad.
La mujer no había presentado ninguna denuncia, como ocurrió en el 80% de los casos del millar de asesinadas contabilizadas desde que arrancaron las estadísticas oficiales en 2003. Sí hubo un “conato” de agresión en 2011, según el subdelegado del Gobierno en Burgos, Pedro de la Fuente. Ella le denunció a la Guardia Civil por unas lesiones tras una discusión. Después, según un comunicado del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, manifestó a los agentes que no quería continuar con la denuncia. En el juzgado dijo que había sido un golpe accidental. El procedimiento se archivó.
Vanessa Lázaro, de 31 años, cuenta que hacía dos que la mujer trabajaba como cajera reponedora en el supermercado Día que hay junto a la plaza donde vivía. “Era muy extrovertida y simpática. Le gustaba disfrutar”. Lázaro seguía el lunes por la tarde mirando hacia la puerta del super, esperando que Monika entrara en cualquier momento.
Centenares de vecinos se concentraron a las 20.30 en la plaza en silencio, con velas en en suelo y flores en un banco. “¿Con quién vamos a ensayar nuestros bailes?”, preguntó en un texto de homenaje que leyó para todos su amiga Tanya Davidova con la voz temblorosa: “¿Por qué nunca te quejaste? ¿Por qué nunca nos lo contaste?”.
En lo que va de año 28 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas; 1.004 desde que existen cifras oficiales contando con el asesinato de este lunes de Monika Asenova. Hay dos casos en investigación, el de Romina Celeste, asesinada en Lanzarote a principios de año, y el de Lisbete, de 29 años, asesinada en Ayamonte (Huelva). El teléfono de atención a las víctimas es el 016, atiende las 24 horas del día y no deja rastro en la factura, aunque hay que borrarlo del registro de llamadas.
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