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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las mujeres somos la esperanza del mundo

Los importantes avances en igualdad de los últimos años no están consolidados

Manifestación por el Día de la Mujer en Madrid en 2015.
Manifestación por el Día de la Mujer en Madrid en 2015.Claudio Álvarez

Estos días se ha escrito mucho sobre el 8M y la gran participación de mujeres y de hombres que esperamos va a haber en nuestro país, no tanto quizá en la huelga, como en las manifestaciones en la calle.

Soy mayor, y desde mis aproximadamente 20 años estoy en la acción política, desde la izquierda primero y desde la izquierda feminista en cuanto me di cuenta de que solo las mujeres nos íbamos a sacar del fuego las castañas de la igualdad. De manera que, a comienzos de los años ochenta ya militaba en el feminismo, en la Unión de Mujeres Feministas, organización que fundé con otras compañeras, practicando la doble militancia, como hicimos tantas personas progresistas en aquella época, profundamente transformadora, que he tenido la suerte de poder vivir.

Las mujeres en particular pasamos de la desesperanza a la esperanza. De la negación total, al tímido reconocimiento de derechos. Hemos conquistado derecho a derecho; día a día. Ha sido una lucha llena de dificultades de todas las clases que se pueda imaginar, comenzando por las personales.

La lucha por la igualdad de derechos para las mujeres y su conquista forma parte de los hitos históricos de los últimos 40 años. La despenalización de los anticonceptivos, la igualdad en el matrimonio, el divorcio, el aborto, la protección integral contra la violencia de género, la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, nuestra Ley de Igualdad, son hitos en la historia de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI. Nuestro asidero jurídico para conseguir todos esos hitos han sido los artículos 14 y 9.2 de la Constitución. En ellos nos hemos apoyado para argumentar y fundamentar nuestras justas reivindicaciones.

Para comprender el alcance de las dificultades que hemos tenido las mujeres en este largo, pero fructífero camino, baste señalar que la primera sentencia que dictó el Tribunal Constitucional aplicando el artículo 14 de la Ley Fundamental fue en beneficio de los hombres: extendió a los viudos los mismos requisitos que se exigían a las viudas para acceder a la pensión de viudedad. Porque la pensión de viudedad en su origen es muy machista, ya que su finalidad era que la viuda pudiera malamente subsistir a la muerte del marido, porque ella carecía de cotizaciones y por tanto de derecho a su propia pensión de jubilación. Pensión que sí tenían los hombres, generalmente. Pues bien. El TC, en la primera sentencia que interpretó el alcance del art. 14, la sentencia nº 103/1983, igualó a los hombres por arriba al declarar inconstitucional el precepto de la Ley de Seguridad Social que exigía más requisitos a los hombres que a las mujeres para cobrar pensión de viudedad, suprimiéndolos.

Quiero decir con esto que los avances tan importantes que hemos tenido en estos años las mujeres no han estado exentos de dificultades y, además, no están consolidados. Sabemos que históricamente se han dado pasos atrás. La situación de igualdad al menos formal pero muy avanzada que las mujeres consiguieron durante la Segunda República en nuestro país, desapareció absolutamente entre 1936 y 1939 y así permanecimos en la oscuridad de la noche, hasta que gracias al movimiento feminista comenzamos a remontar a partir del año 1975, declarado Año Internacional de la Mujer por la ONU.

Los derechos de igualdad, como digo, no están consolidados. Cuando el PP llegó al poder a finales del año 2011, puso muy pronto en marcha la maquinaria para recortarlos. Como es sabido, cuando le tocó el turno al derecho al aborto, saltamos. Porque por ahí no pasamos y demostramos que las mujeres tenemos un suelo de derechos que no estamos dispuestas a renunciar. El Tren de la Libertad aunó a mujeres y también a hombres de todos los territorios que, sin organización previa, nos juntamos en Madrid y conseguimos parar el recorte que el PP pretendía llevar a cabo. Nuestra ley de aborto permanece casi en su integridad y Alberto Ruiz Gallardón, protagonista del recorte de derechos, desapareció del escenario político.

El movimiento MeToo; el 8M del año pasado, las manifestaciones contra la sentencia de la Manada, son la prueba más evidente de que las mujeres somos la fuerza revolucionaria de este siglo XXI. Somos la esperanza de una sociedad libre y de personas iguales en derechos y en oportunidades.

Ante nuestra determinación, el patriarcado se ha rearmado. La contrarrevolución, representada por los populismos y los fascismos, está, como dice Almudena Grandes, a las puertas del Congreso. Las mujeres seremos la barrera más grande y más determinada para impedirlo, porque ya sabemos cómo se las gastan con la sociedad y con nosotras en particular y no estamos dispuestas a volver ahí.

Por eso, este 8M queremos dejarlo claro. ¡No daremos ni un paso atrás!

Altamira Gonzalo es abogada y presidenta del Consejo Asesor de Igualdad del PSOE.

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