Las batas blancas se agitan en Portugal
Médicos y enfermeros denuncian la precariedad del Servicio Nacional de Salud
“¿Muchas huelgas de médicos? Mi sorpresa es que no haya más”, replica Miguel Guimarães, presidente del Colegio de Médicos de Portugal. Un rosario de dimisiones de los directores de servicio sacude los hospitales del Servicio Nacional de Salud (SNS). Su protesta se une a la de los enfermeros. Unos y otros coinciden en sus reclamaciones: más profesionales, mejores equipamientos y mejores sueldos.
La enfermera Lúcia Leite (55 años, 28 de profesión) fundó hace un año el sindicato ASPE al margen de las centrales sindicales clásicas. Cobra 5 euros mensuales y todo es online, incluida su caja de resistencia. Utilizan las cuestaciones para recoger fondos. Y lo hacen con gran éxito: 300.000 euros en las huelgas de noviembre y 400.000 para las nuevas huelgas quirúrgicas programadas.
“Las llamamos quirúrgicas”, explica Leite, “por el lugar donde se realizan, pero también por su organización. Buscamos, el mayor perjuicio institucional y el menor del paciente. No se aplaza ninguna operación urgente, solo aquellas que llevan esperando un año. Cuarenta días más no son gran trastorno”.
Con 690 enfermeros en huelga –de un colectivo de 42.000– lograron retrasar más de 10.000 operaciones, según el sindicato (menos de 8.000 según el ministerio). A partir de 180 días de espera, el paciente recibe un vale para ir a un centro privado. El pasado año quedaron pendientes 250.000 operaciones, el doble que en 2017 (entonces el plazo era de 270 días).
Nunca la contestación de los profesionales del SNS fue tan fuerte, pero tampoco nunca hubo tantos centros de salud (se pasó de 449 a 532 en el trienio socialista 2015-2018), tantos médicos (de 42.000 a 46.000) y enfermeros (de 38.000 a 42.000) en la sanidad pública.
Desde octubre, Marta Temido dirige el Ministerio de Salud. “El Gobierno tiene conciencia de los desafíos del sector”, señala la ministra, “principalmente, los recursos financieros disponibles, que dificultan la retención de los profesionales frente a las oportunidades en el sector privado y en el extranjero; los equipamientos, que reclaman inversiones que compiten con otras prioridades del Gobierno, y las expectativas del desarrollo profesional, a las que es imposible responder al ritmo deseado”.
En 2018 el gasto sanitario fue de 17.000 millones de euros, un 9% del PIB del país, aunque descontado el gasto de las familias el Estado realmente pagó el 5,2%. La media de la UE es del 7,5% y en la OCDE, del 6,5%.
“...mis equipamientos están obsoletos y antiguos, las instalaciones degradadas, no cumpliendo un mínimo de dignidad", carta de dimisión de un director de hospital
El presupuesto del SNS se va principalmente en pagar a sus 135.000 funcionarios, en detrimento de la inversión. Esta apenas superó los 100 millones el último año. Solo en mantenimiento y actualización de los equipamientos se necesitarían 1.200 millones de euros, según la Asociación de Administradores de Hospitales.
“Me faltan recursos humanos, médicos y técnicos, mis equipamientos están obsoletos y antiguos, las instalaciones degradadas, no cumpliendo un mínimo de dignidad. Por estas tres cosas no tengo coraje para continuar dirigiendo el servicio y responder a las reclamaciones de las personas”. Después de esta carta de dimisión de Joaquín Pinheiro, director de Neurología del hospital de Gaia, ha habido un centenar de renuncias de directores de servicios hospitalarios de todo el país. Según una reciente encuesta del colegio profesional, el 66% de los médicos del SNS trabaja con “agotamiento emocional”.
La deuda de la SNS en el último trienio fue de 2.900 millones de euros, un 52% más que en trienio 2011-2014, según el Tribunal de Cuentas. “El administrador de un hospital sabe que, descontados los sueldos del personal, el dinero de las medicinas llega hasta junio, y a los proveedores no se les paga, con lo cual dejan de servir. Se raciona la luz y hasta el papel de las camillas”, dice Guimarães.
Los profesionales echan la mirada atrás. “Hace 20 años ganaba más que hoy en mi hospital”, confiesa el presidente del Colegio de Médicos. Los enfermeros, por su parte, luchan por recuperar los derechos que tenían hasta 2009, con cinco categorías y jubilación a los 57 años. “No vamos a conseguir todo”, admite Leite, “pero vamos a aceptar lo que el Gobierno ofrece a los bomberos, jubilación a los 60”.
La ministra Temido reconoce que el envejecimiento de la población obliga a reformar los servicios del SNS. “Eso implica la reorganización de los recursos humanos, que no puede olvidar las carreras profesionales y su valorización, que todavía sufren con el impacto de la desvalorización y la desinversión de 2011 a 2015”. Los colegios profesionales extienden las estrecheces a los diez últimos años.
La Ley de Bases de la Salud se debate estos días en el Parlamento. La izquierda radical defiende el fin de la cooperación entre sanidad pública y privada. Una opción imposible en opinión del exministro Adalberto Campos Fernandes: “No hay un solo país europeo donde la salud pública sea monopolística".
El presidente del Colegio de Médicos tampoco quiere que continúe “la peligrosa tendencia de un servicio público que cada vez ofrece menos y un privado ofreciendo más. Estamos rozando la línea roja. El día que la sanidad pública deje de ser igual para todos, ese día habrá muerto el SNS, pero también habrá muerto la democracia de este país”.
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