“El ‘ertzaina’ me contó que él también fue abusado por Chemi”
Dos víctimas denuncian haber sufrido abusos sexuales en el colegio salesiano de Deusto, en Bilbao, hace décadas
Cuando José Antonio Pérez acudió hace 12 años a denunciar ante la Ertzaintza que su antiguo profesor salesiano José Miguel San Martin abusó sexualmente de él en el colegio de Deusto (Bilbao) durante los ochenta, no podía creer lo que le dijo el ertzaina que le atendió. “Me contó que don Chemi —así le conocían en el colegio— también había abusado de él y de varios conocidos suyos”. Pérez cuenta que los abusos comenzaron cuando él tenía unos 10 años y que nunca se atrevió a contárselo a los superiores salesianos. En la comisaría le dijeron que el delito había prescrito y que “no se podía hacer nada”. La orden de los salesianos asegura que nunca tuvieron noticia de dichos delitos y que San Martin —profesor laico del centro— abandonó la orden en los años noventa.
“Se masturbaba entre mis piernas en diferentes salas del colegio y en campamentos de verano”, relata la supuesta víctima, que añade que en Bilbao siempre existieron rumores sobre abusos en dicho colegio salesiano. La orden, preguntada por este diario ha asegurado que nunca recibieron noticia de que en el centro de Deusto hubiera habido algún tipo de denuncias de este tipo. No obstante, San Martin, el supuesto abusador de Pérez, ha confesado en una entrevista telefónica con este diario que hace 40 años uno de los profesores del colegio tuvo un episodio “enfocado” en ese tema. San Martin no ha revelado el nombre de dicho compañero.
El acusado niega rotundamente que hubiera cometido abusos, aunque si admite que puede existir rumores contra él. “Lo que pasa que, bueno, también a veces se dicen cosas, se hacen cosas y se interpretan de una manera determinada. Pero creo que nos pasa a todos ¿no?”, justifica San Martín aparentemente afectado. El exsalesiano subraya que nadie le había comentado dicho tema y admite sentirse afectado por la noticia. “¿Qué pronóstico me da usted?”, pregunta a EL PAÍS.
Pérez no es el único. Otras víctimas como José Muñiz denuncian que también sufrieron abusos en el mismo colegio. Este último, después de 55 años de su paso por Deusto, 42 de ellos en Alemania, no deja de murmurar la misma palabra cuando recuerda los hechos: “Verdraengt” (reprimir algo, en alemán). “Cuando salí de allí, mi mente intentó bloquearlo, pero eso nunca se puede borrar del todo. Esas imágenes las tengo claras. Muy claras. Y los nombres de los dos curas que abusaron de mí y de aquel que lo ocultó nunca los he olvidado: E.R., L.S. y M.L.”, asegura Muñiz.
En 1960 ingresó en el centro salesiano con 12 años. Dos años después, cuenta, fue llamado al despacho del jefe de estudios, donde le estaba esperando junto con E.R., profesor de Matemáticas y Ciencias. "Estaban allí los dos. Entonces, E.R. se agachó, me metió la mano en los pantalones y me tocó los genitales. Me manoseó entero y M.L. no hizo nada, solo miraba y miraba”, relata la supuesta víctima, hoy con 70 años.
Muñiz cuenta que tras el suceso el sacerdote L.S. le llevó a su dormitorio, le tumbó en la cama y abusó de él. “Se subió la sotana para arriba y después me agarró para que le acariciara el miembro hasta que eyaculó. Me acuerdo bien. Los abusos, asegura, se repitieron una segunda vez en menos de dos semanas. Contó lo sucedido en el confesionario y, según dice, al curso siguiente L.S. no estaba en el colegio. En cuanto a los supuestos abusadores, la congregación explica que L.S. abandonó la orden "hacia los años 70” y E.R., fallecido en Logroño en 2006, siguió dando clases en Deusto y en otros centros, salvo durante el curso 1987-1988 que fue a las misiones en Benín (África). M.L. fue desplazado por varios centros y en 1985 sus superiores lo enviaron a Latinoamérica, primero a Ecuador y luego a Perú, donde se encuentra en la actualidad.
“Es algo inaudito. Contemplar yo eso y no denunciarlo. Jamás. En todo el tiempo que he estado nunca conocí abusos y si los hubiera conocido o presenciado hubiera actuado. ¿Cómo han podido inventarse eso?”, asegura el sacerdote M.L. a EL PAÍS en una llamada telefónica desde una casa de la orden, a unos 50 kilómetros de Lima.
Si conoce algún caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escríbanos con su denuncia a abusos@elpais.es
Una de las supuestas víctimas: "No me atreví a decirle nada"
M. L. subraya que es “imposible” que E.R. abusase de los niños. “Era un profesor muy querido por todos. No puedo imaginarme que abusase de los niños y mucho menos en mi presencia”, relata. En cuanto a L. S., reconoce que no recuerda si coincidió con él, pero cree que fue a una universidad de otra ciudad española para dar clase. M. L., además de continuar dando clase por otros colegios de varias ciudades españolas, ejerció un cargo de responsabilidad de la orden en España desde 1978 hasta 1985, año en el que su superior le pidió “ir a Ecuador a echar una mano”. La orden, no obstante, asegura que son los propios miembros salesianos los que solicitan ir a las misiones y que, normalmente, nunca son desplazados.
El salesiano afincado en Perú defiende su inocencia y añade que hace un año estuvo de visita en Deusto para celebrar junto con los exalumnos de la promoción del 60-67 las bodas de oro de su graduación. “Todos me confesaron que me tenían mucho aprecio y ninguno de ellos se acercó a decirme nada. ¿Quién ha sido el alumno que dice que fue abusado?", pregunta. Cuando se le dice el nombre de la supuesta víctima asevera: “No le recuerdo. No me suena quién es”.
Muñiz afirma que él sí le recuerda. Él también se encontraba en el colegio el día del encuentro y confiesa que no se atrevió a hablar con él para recriminarle los supuestos abusos. “Estuve apunto de ir y de reprocharle por qué, después de haber presenciado los abusos, nunca hizo nada. Pero desistí. Hasta que no he visto que han salido otros testimonios en la prensa no me he decidido a contarlo”, explica.
Muñiz comenta que nunca se atrevió a denunciar lo sucedido ante las autoridades penales ni eclesiásticas. "¿Cómo te ibas a defender? Allí, todos eramos unos niños y le teníamos miedo. Con 25 años marché a Alemania e intenté dejarlo atrás. Cuando salí de allí lo tuve verdraengt (reprimido)", confiesa.
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