Pekín prohibirá el uso del carbón para luchar contra la contaminación
Un cuarto de la energía que se consume en la ciudad proviene de este mineral
Una de las figuras emblemáticas del Pekín tradicional son los vendedores de carbón: hombres que recorren los hutong (callejones) del centro de la ciudad en su bicicleta-vagón ofreciendo el mineral en briquetas de 15 cm de diámetro. Van gritando "¡carbón, carbón!" y paran de casa en casa aprovisionando a las familias para el invierno, época de un gran pico de ventas.
Esta profesión desaparecerá en los próximos años de la capital china. La Oficina Municipal de Protección del Medio Ambiente de Pekín declaró este lunes que para 2020 se prohibirá la venta y uso de carbón en sus seis principales distritos.
Cada trozo de carbón, que no cuesta más de 10 céntimos de euro, tiene pequeños agujeros para facilitar el agarre y poder moverlos en el hogar, ya que son la materia prima de las calefacciones residenciales de la ciudad.
Al día, por chimenea, pueden llegar a usarse como mínimo seis pedazos de carbón. Y en un invierno como el de Pekín, que dura alrededor de cuatro meses, el consumo total de una habitación con tan solo una chimenea puede llegar a superar las 700 rocas. Dimensionando este número a una ciudad de más de 11 millones de habitantes ofrece un panorama gris.
Desde hace cinco años la capital comenzó a desmontar estas chimeneas para reemplazarlas por radiadores eléctricos. Pero el consumo de carbón no ha visto una reducción significativa. La quema de carbón representa el 22,4 % de la contaminación de Pekín, según fuentes oficiales que agrupan tanto el uso residencial como el producido por las plantas de energía a base de este mineral.
Un cuarto de la energía que se consume en la ciudad proviene del carbón y el 40 % de su quema se realiza en las cuatro principales plantas de energía, según el Informe Internacional de Gas de la consultora Platts. "Esta decisión pone de relieve la determinación de Pekín de combatir la contaminación del aire y conforma parte del plan de acción de cinco de años para reducir las partículas contaminantes", afirma Huang Wei, defensora del clima y la energía de Greenpeace en China.
"La medida cuesta mucho dinero ya que incluye reemplazar las cuatro plantas de energía de carbón para finales de 2017; además de eliminar estas megaplantas, también se busca eliminar el uso de carbón para la calefacción y la cocina por parte de los residentes y la quema de carbón para la calefacción industrial en las fábricas de la ciudad", explica. A su vez, la medida incluiría la prohibición de quema de cultivos agrícolas así como la quema de combustibles altamente contaminantes como coque de petróleo o derivados de la biomasa.
En los últimos tres años Pekín ha alcanzado topes en el nivel de contaminación, estableciendo récords mundiales negros, con registros que superan los 700 micrones de partículas contaminantes en un día, especialmente en época de invierno. El estándar de la Unión Europea es de 25 Mg.
La elevada contaminación de la ciudad provocó 9.900 muertes prematuras y 70.000 visitas médicas u hospitalizaciones en 2011 en toda la zona de Pekín y las ciudades vecinas Tianjin y Hebei, según un informe de Greenpeace. 75 % de esas muertes fueron causadas específicamente por las plantas de quema de carbón, que en toda la zona llegaron a 196 en ese año.
"El uso residencial de carbón tiene gran impacto en la contaminación interior. Para el medioambiente es difícil de saber porque no hay cifras oficiales de cuánto carbón se usa en los hogares de Pekín", dice Huang. El mayor problema del consumo residencial es precisamente que muchas de las chimeneas se encuentran dentro del hogar, dejando a las familias con ambientes tanto externos como internos altamente contaminados.
Si bien la medida ubicaría a Pekín como la ciudad pionera en la lucha contra la contaminación en China, esta no solucionaría el problema del país. "Si no se combate la contaminación en las ciudades vecinas de Pekín, las partículas regresarán a la capital", afirma Huang y resalta que la contaminación del aire es ya un problema nacional, según estadísticas del país.
"Dos tercios de las zonas urbanas del país están cubiertos de esmog (niebla contaminante). Pekín no está ni siquiera en el top 10, y mientras el norte está batallando, la parte este y centro de China no está haciendo nada; está esperando a ver qué pasa en el futuro, y entonces será más difícil luchar contra ello", concluye.
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