El periodismo se enfrenta al reto de los robots que elaboran noticias
La agencia AP usa programas informáticos para producir información
El 50% de los actuales puestos de trabajo de EE UU podrán ser automatizados en 25 años, según un informe de la Universidad de Oxford publicado en 2013. Una vertiginosa predicción que acaba de cobrar aún más velocidad en el ámbito del periodismo, ya que la agencia Associated Press ha comenzado a utilizar robots para producir noticias automáticamente.
Los robots son en realidad programas informáticos que ya han conquistado otros sectores como el de la atención al cliente, los servicios de venta online o los buscadores de información. Pero su uso en las redacciones es el último reto al que debe enfrentarse el periodismo tras la irrupción de Internet en el trabajo de los medios de comunicación, cambiando para siempre la distribución de las noticias y mermando modelos de negocio basados en la publicidad.
La introducción de robots en las redacciones estadounidenses ha comenzado de manera muy limitada pero constante. El diario The New York Times, faro en el horizonte para las grandes publicaciones, ya produce información deportiva creada por algoritmos matemáticos que incluso valoran las decisiones de los entrenadores de béisbol. En California, Los Angeles Times publicó en marzo la primera noticia creada por un robot, relacionada con un terremoto. Pero la gran pionera en este campo fue Narrative Science, cuyo lema es “descubre las historias escondidas en tus datos” y que ya ha firmado un acuerdo con la revista Forbes.
La última valiente es la agencia de noticias Associated Press. Gracias a su colaboración con la empresa Automated Insights, sus robots escribirán las noticias relacionadas con resultados de las empresas que cotizan en Bolsa. Según el vicepresidente de AP y editor, Lou Ferrara, los periodistas “liberados” de esta tarea se dedicarán a “documentar y escribir noticias sobre lo que significan esos números y lo que dicen las empresas cuando los publican”.
El objetivo de la agencia, como lo fue antes de Narrative Science o como experimenta ahora el Times, es liberar a los profesionales de una tarea tediosa que requiere apenas creatividad y que puede ser reproducida por una máquina con supervisión mínima de un ser humano. Los robots se encargarán de publicar el qué, quién, cuándo y dónde de una noticia. Los periodistas averiguarán el cómo y el por qué.
Las posibilidades de estos sistemas son “ilimitadas”, según defiende James Kotecki, portavoz de Automated Insights. La cantidad de datos que pueden recabar, desde resultados hasta tendencias económicas, no tiene fin. Su impacto tampoco. “A medida que las organizaciones vayan creciendo y las personas obtengan cada vez más datos puros, la necesidad de analizarlos y explicarlos para poder hacer una interpretación irá aumentando”, justifica Kotecki, portavoz de la empresa.
La llegada de estos robots que realizan parte del trabajo de los periodistas, en un momento en el que la profesión apenas comienza a respirar después de una profunda crisis económica en el sector, ha sido recibida con escepticismo. Esa desconfianza de los profesionales hacia esta tecnología hizo que Ferrara defendiese su decisión desde el primer momento de anunciarla: “Esto nos permitirá emplear nuestros recursos humanos de manera más creativa durante la temporada de resultados”, afirmó. “Así descubriremos tendencias e informaciones exclusivas que publicar al mismo tiempo que esos datos”.
El trabajo de los periodistas, la cantidad de textos que producen al cabo del día, y los formatos en que se publican, desde artículos de noticias hasta blogs, mensajes en redes sociales o conversaciones con lectores, ha aumentado en los últimos años por la multiplicación de plataformas en Internet. “Algunos medios han recibido críticas por no hacer suficiente periodismo de profundidad. Estos programas les liberarán”, afirma Arden Manning, portavoz de Yseop, una compañía que desarrolla programas informáticos para la generación automática de contenido.
David Sancha, director de Xalok, una empresa especializada en tecnología para medios con sede en Miami, coincide en que ese es el argumento para ganar la confianza de los periodistas en este tipo de herramientas. “No son buenas o malas en sí mismas, sino que todo depende del uso que se les dé”, afirma. “Automatizar algunas tareas periodísticas básicas permitiría a los redactores dedicar su tiempo a aquellas funciones que realmente requiere la interpretación”.
Desde Yseop, sin embargo, reconocen que todavía no se puede decir que los robots sean capaces de trabajar de manera independiente y autosuficiente. En el sector del comercio online, por ejemplo, los algoritmos pueden recomendar productos tras la pregunta de un usuario, pero aún no han aprendido a explicar qué razones justifican esas sugerencias. “Uno de nuestros retos es enseñar a los sistemas informáticos a aprender de sus propias prácticas con el tiempo”, asegura Manning.
El otro desafío es el lenguaje. Las noticias deportivas que elaboran los robots del Times apenas se convierten en una lista de resultados y su interpretación está limitada a un conjunto de estadísticas. Los datos, en este caso, no pretenden sustituir el trabajo del periodista, sino complementarlo.
Sancha insiste en que siempre habrá un editor que tenga que encargarse de añadir el “color”, el contexto de una crónica deportiva que no puede carecer del ambiente en el terreno de juego o en la grada. “Es imposible que un robot sea capaz de escribir una crónica de ambiente, un reportaje interpretativo o la noticia de un acontecimiento en el que el periodista ha estado presente, ha recabado información directa y puede aportar su propia experiencia”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.