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La hepatitis C muestra una vía contra el rechazo en los trasplantes

En el 50% de los casos de pacientes infectados, el virus protege a los hígados trasplantados

Imagen del virus de la hepatitis C.
Imagen del virus de la hepatitis C.EFE

El virus de la hepatitis C (VHC) ha resultado ser un aliado inesperado contra el rechazo en pacientes con un hígado trasplantado. Un trabajo que publica este miércoles la revista Science Traslational Medicine muestra cómo 17 de 34 personas infectadas que habían recibido un hígado de donante mantuvieron, al cabo de un año, la función hepática después de que se les eliminara la medicación inmunosupresora que se administra para que las defensas del organismo no consideren al nuevo órgano un cuerpo extraño y lo combatan.

Esta paradoja no tiene utilidad clínica, ya que aunque el virus permitiera eliminar el riesgo de rechazo –según el estudio, funciona en el 50% de los casos-, la infección acelera la cirrosis del órgano nuevo. Es decir, no compensa en absoluto contagiar a los receptores. Sin embargo, puede resultar muy útil para profundizar en el conocimiento del complejo funcionamiento del sistema inmune y saber con mayor detalle cómo reacciona cuando combate a los injertos. Al final del camino está el objetivo ideal de evitar la molesta (y sobrecargada de efectos secundarios) medicación inmunosupresora de la que dependen los enfermos para que su cuerpo no ataque los órganos trasplantados.

Las infecciones crónicas –como es el caso de la hepatitis C- permanecen en el organismo porque los patógenos que las provocan consiguen hacerse invisibles al sistema inmune. Esto sucede en todos los enfermos. Pero en algunos de los trasplantados hepáticos con VHC, los mecanismos de despiste que activa el patógeno no solo tienen la capacidad de desactivar la respuesta inmunitaria contra el virus, sino también inhiben la reacción que habitualmente se produce contra el propio hígado trasplantado.

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Entre otros aspectos, el mecanismo que protege al hígado está relacionado con una sobreexpresión en el hígado de interferón tipo 1 (unas proteínas producidas por el sistema inmune) y de genes que regulan la respuesta defensiva del cuerpo contra las infecciones.

El hallazgo que describen investigadores del IDIBAPS-Hospital Clínic de Barcelona, el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas dependientes del Centro Carlos III (CIBEREHD) y EL King’s College de Londres, deja más preguntas pendientes de responder que las que resuelve. “No sabemos explicar por qué funciona en unos pacientes y otros no”, comenta Alberto Sánchez Fueyo, jefe del Institute of Liver Studies en el King’s College. Resolver esta incógnita es uno de los objetivos que se ha planteado su grupo de investigación. Pero hay más. Por ejemplo saber si una vez tratados con los medicamentos de última generación que acaban de salir al mercado para tratar la hepatitis C, los pacientes curados de la infección siguen manteniendo la tolerancia al órgano.

Sánchez Fuello plantea un interrogante más: “¿Hasta qué punto este mecanismo protector frente al sistema inmune que genera el virus de forma accidental puede provocarse intencionadamente y proteger del rechazo a los pacientes trasplantados?”. El investigador plantea la posibilidad de usar los fármacos que ya existen para manipular el sistema inmune y frenar a voluntad el rechazo de forma menos agresiva a la actual. No solo en el caso del hígado, sino, quizás, en el resto de órganos. Aunque todo esto no es más que, de momento, un proyecto de futuro.

Lo que sí ha conseguido ya el artículo es derribar uno de los dogmas que existían en el terreno de la inmunología. El fenómeno de la llamada tolerancia operacional, es decir, el abandono de los medicamentos inmunosupresores tras un trasplante sin que se produzca rechazo era conocido –aunque no está del todo explicado- y  es más frecuente en el caso del hígado. Al cabo de los años, puede darse con gran variabilidad (entre el 20% y el 60% de los pacientes). Sin embargo se consideraba que los pacientes afectados por infecciones crónicas, al tener sobreactivado el sistema inmune, no se beneficiaban de esta posibilidad. El trabajo que se publica hoy no solo lo desmiente, sino que va más allá: relaciona la actividad del virus con la protección frente al rechazo.

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