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“No había un Bio-Bac, había muchos productos distintos”, dice un experto

El perito que analizó las muestras dice que hubo peligro para la salud por contaminación Los procesos de fabricación y las cepas eran diferentes casi en cada envase analizado

Elena G. Sevillano

No había un Bio-Bac; había muchos. El producto que durante años se anunció como antitumoral y cura para otras enfermedades tan graves como la hepatitis o el sida no era siempre el mismo, según declaró este martes uno de los peritos citados por la fiscalía durante la sexta sesión del juicio contra cuatro responsables de fabricarlo y venderlo sin autorización. Francisco Salmerón, experto de la Agencia Española del Medicamento, fue quien analizó las muestras de Bio-Bac que la Guardia Civil encontró en el chalé de El Escorial desde el que Rafael Chacón, el principal acusado, enviaba los frascos a toda España a través de mensajería. "No era un producto, eran muchos productos distintos. Lo que nos llegaba eran claramente cosas distintas. Los lotes estaban hechos con gérmenes distintos y por tanto son productos distintos", explicó varias veces durante su declaración. El procedimiento con el que se obtenía el líquido no estaba estandarizado, es decir, era variable.

En su informe, el perito explicó que las cepas y los gérmenes empleados en la elaboración del Bio-Bac no siempre eran los mismos. "Un producto biológico es difícil de caracterizar, por eso hay que ser exquisito con su elaboración", precisó durante la declaración. El material de cultivo que usaba Chacón era extracto de carne. "En el laboratorio nos dijeron que todo aquello se lo proporcionaba quien encargaban la fabricación. No hemos encontrado nunca de dónde procedían esos medios de origen vacuno", señaló. Y apuntó a que, en aquella época, eso les preocupó, puesto que en esa época había "una epidemia", la encefalopatía espongiforme bovina (la enfermedad de las vacas locas), causada por priones, y se habían publicado unas directrices para evitar que eso pudiera afectar a los medicamentos.

A preguntas de la fiscalía, Salmerón relató que a su laboratorio llegaron desde el chalé de Chacón frascos (para administración oral), viales y ampollas (para la inyectable). Y que en el único lote de viales que llegó encontró contaminación por "dos bacterias y un hongo". "Es gravísimo", aseguró, encontrar contaminación en un inyectable, y supone un evidente peligro para la salud porque al inyectarse el producto pasa directamente al músculo o al torrente sanguíneo. "Y si no hablamos de personas sanas, sino de las que padecen tumores y están muy debilitadas"... El perito explicó que en sus años en la Agencia del Medicamento nunca ha encontrado contaminación en un fármaco inyectable procedente de una compañía farmacéutica.

"He visto resultados con hasta 10 cepas distintas. En la mitad de ellas no coincidía el número de cepa con lo que estaba allí rotulado", precisó. El experto señaló que cree que la contaminación de los viales fue ambiental, es decir, que se produjo por no haber envasado el producto en las condiciones de esterilidad necesarias. Dos testigos, también de la fiscalía, que declararon después relataron lo que vieron durante el registro del chalé de El Escorial: "Vimos gran cantidad de documentación, frascos, viales, tapones, cápsulas para cerrar el vial. Estaba todo revuelto, repartido por distintas salas de la casa. Vimos también pipetas de plástico y una máquina capsuladora para cerrar los viales". Las dos funcionarias del Ministerio de Sanidad que acompañaron a la Guardia Civil en el registro relataron en el juicio que vieron los inyectables por toda la casa, y que algunos productos estaban etiquetados y otros no. "No se sabía ni lo que eran".  La impresión que les dio fue "desastrosa", dijo una de ellas, porque "no es habitual ver que en una vivienda hay productos que se supone que son medicamentos".

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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