“La felicidad no es un proyecto muy interesante”
Profesor en una escuela de negocios, se define como “psicólogo popular”
Philippe Gabilliet está de pie frente a una audiencia de adultos arregladísimos y estudiantes de punta en blanco que han venido a verle. Tiene el pelo rapado y no lleva corbata. Le asoma la tripa por la chaqueta abierta, lleva un micrófono de pinganillo y cuando habla delante de su audiencia sobre la asociación Optimistas sin Fronteras, que preside, adopta ese tono animoso y algo prefabricado de los motivadores profesionales. Se declara, lógico, un optimista nato.
“Mi humor natural siempre ha sido bueno, con energía. De niño era más callado porque salté un curso y mis amigos siempre eran un par de años mayores que yo”, explica el francés después de la charla. Era el “tío gracioso” de su clase, pero no cayó en la cuenta de que podía dedicarse a ello de forma profesional hasta mucho más tarde. A finales de los ochenta, con 30 años, tenía una próspera carrera como consultor de negocios. “Mis clientes estaban contentos conmigo porque yo era competente. Pero, sin previo aviso y sin razones médicas, llegaron varios inviernos en los que estaba deprimido. No tenía energía. Y comencé a plantearme qué es lo que deseaba hacer realmente”. En los noventa empezó a dar charlas motivadoras en grandes empresas. “Se alinearon mis deseos con las oportunidades que fueron surgiendo”, dice. Desde entonces, además de escribir libros sobre el optimismo, coordina el máster de negocios europeos de la universidad privada ESCP Europe (por las siglas, en francés, de Escuela Superior de Comercio).
A pesar de su carrera en el mundo de los negocios y la consultoría, prefiere definirse como “filósofo popular”. Organiza eventos para promocionar su idea del optimismo, que aplica sobre todo a sus alumnos y al mundo de los negocios. “La felicidad no es un proyecto muy interesante”, mantiene. Quiere centrarse en “el camino”, en cómo conseguir una vida intensa y satisfactoria, sin pensar en un objetivo. “Ya tenemos muchos libros sobre cómo conseguir la felicidad. Presentan una idea limitada”.
“La suerte no es un material en bruto”, mantiene este profesor
A sus alumnos los anima a que sigan su pasión, aunque esta no sea los negocios y resulte que se han equivocado de máster. “Ser optimistas significa centrarnos en nuestros puntos fuertes”. Es una cuestión de perspectiva y de tomar cartas en el asunto. Si no hacemos lo que nos llena, dice, no sirve de nada ser competentes: “Debemos volver a la pasión”. En sus charlas Gabilliet aboga por no desanimarse ante la crisis o el desempleo. “En los países desarrollados, más de la mitad de la población tiene trabajo”, propone como cambio de perspectiva antes de la conferencia. Su filosofía le ha servido para escribir varios libros y organizar proyectos con el respaldo del Estado francés.
“La suerte no es un material en bruto, sino uno refinado”. E ilustra con su propio caso: “Cuando yo tuve suerte, también tenía la mentalidad apropiada”. En su discurso se mezclan la responsabilidad individual y la teoría liberal de que uno forja su propio destino. ¿No corre el riesgo de echar la culpa a los más desfavorecidos de su situación? “Culpar implica un juicio moral que yo no hago”, contesta. “Pero la mala suerte no es algo permanente en la vida. Tenemos parte de responsabilidad sobre cómo actuamos. Un golpe de suerte no quiere decir que todo haya cambiado: tienes que estar listo para recibir ese buen azar, y pasar a la acción. Ganar la lotería te puede convertir de repente en un rico desafortunado, lo cual puede traerte problemas”.
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