Equidad y élite
Los alumnos de bajo origen social lo hacen igual de bien que sus homólogos europeos, mientras que los más privilegiados obtienen peores resultados
No todos quedan por debajo de la media de la OCDE en PISA. Los hijos de personas sin estudios en España obtienen resultados similares al resto de entrevistados de su misma condición (451 puntos). Sin embargo, los hijos de personas con estudios superiores (tanto universitarios como de FP) lo hacen peor en España (493) que en el promedio de la OCDE (520). El lado bueno de este resultado es que nacer en una familia con más o menos nivel cultural influye menos en el rendimiento educativo que en otros países desarrollados. El lado malo es que el conjunto del país podría carecer en el futuro de élite intelectual. El porcentaje de alumnado excelente es más bajo en España, en parte debido a que los hijos de personas de alto origen social no lo están haciendo tan bien como sus homólogos de otros países desarrollados, mientras que los de bajo origen social lo hacen igual (y en otras pruebas de PISA incluso claramente mejor).
Podemos afirmar pues, que tenemos más equidad no debido a que todos lo hagan igualmente mal, como muchas veces se afirma sin rigor, sino a que los hijos de los grupos socioeconómicamente favorecidos son los que lo hacen peor que sus homólogos de otros países.
Queda por explicar por qué los jóvenes de alto capital cultural son quienes bajan la media
Pero si los adolescentes de origen social alto mejorasen su nivel educativo, aumentaría el rendimiento medio de España a cambio de empeorar en equidad. ¿Es necesaria esta tensión entre equidad y eficiencia? No, pues PISA muestra que muchos de los países con mejor rendimiento, como los asiáticos, son también países con alta equidad educativa. Ello se debe tanto a las expectativas altas del profesorado con respecto a todo el alumnado como a la motivación de las familias para que sus hijos se apliquen en los estudios. Esta presión llega a ser tan fuerte que empieza a ser considerada como un problema educativo en países como Corea del Sur.
Para entender por qué no es necesaria la tensión entre equidad y eficiencia en educación basta con tener en cuenta que en la desigualdad de resultados educativos intervienen dos tipos de factores, los relacionados con la capacidad individual para el estudio y las diferencias socioeconómicas entre las familias. Si logramos compensar mediante el sistema educativo las dificultades de provenir de una familia humilde, solo operarían las diferencias individuales. Por ello, mejoraría el rendimiento educativo al tiempo que se reduciría la desigualdad.
Pero quedaría por explicar por qué los jóvenes de familias de alto capital cultural son quienes bajan la media de España. ¿Será que todavía pagamos las consecuencias de una dictadura cuya élite gritaba “viva la muerte, abajo la inteligencia?”.
José Saturnino Martínez García es profesor de Sociología y autor de Estructura social y desigualdad en España.
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