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“Pertenecer a una minoría es ventajoso. Te recuerdan”

China fue el punto de arranque de esta consultora estadounidense

Alejandro Bolaños
Freeman: "El exceso de información es un problema".
Freeman: "El exceso de información es un problema".Bernardo Perez

Una conversación con Sharon Freeman revolotea de Hong Kong a Camerún para posarse lo justo en lo que la trajo la semana pasada a Madrid —las negociaciones comerciales entre EE UU y la UE—, antes de buscar nuevos destinos (Argelia, Cataluña, Centroamérica). Queda claro que el mundo es el despacho de esta empresaria, que fundó una consultora hace 30 años para facilitar negocios de exportación desde China. También, que su perspectiva no es la habitual, como atestigua que creó y preside una asociación para fomentar en Estados Unidos que pequeñas empresas, dirigidas por mujeres o inmigrantes, "minorías" en la actividad exportadora, se adentren en el comercio internacional.

"Imagínese China en los años ochenta, todo dependía de qué contactos pudieses hacer, pero, a veces, pertenecer a una minoría es una ventaja. Te recuerdan", dice con sorna Freeman, tras rememorar la impresión que causaba entonces en sus interlocutores que una mujer negra intermediara en delicados negocios empresariales de exportación e importación. "He repasado las cifras antes de venir, Estados Unidos no es muy distinto de España, apenas el 1% de las empresas exportan, ¿cuántas diría que están dirigidas por mujeres?", replica ante la ineludible pregunta sobre si su trayectoria es habitual en EE UU.

"¡Sangría, por favor!". La experimentada consultora internacional no escapa a un mínimo tributo turístico, que incluye una foto con el móvil al histórico ventanal del Café Gijón, el lugar elegido por la Embajada estadounidense para el almuerzo. Freeman ataca las croquetas del aperitivo tras participar en una intensa jornada, organizada por el Gobierno español y las embajadas de EE UU, Reino Unido e Irlanda, en favor del acuerdo comercial entre Europa y Estados Unidos.

El pacto transatlántico estaba llamado a ser el asunto estelar de la cumbre UE-EE UU, celebrada ayer en Bruselas, pero la espesa bruma geopolítica que levanta el conflicto de Crimea desdibuja los avances en la negociación del más ambicioso acuerdo de libre comercio. Un acuerdo transatlántico por el que suspiran las multinacionales. Pero que, también, aduce Sharon Freeman, debería ser objeto de deseo de pequeñas y medianas empresas.

"No beneficiará solo a las grandes compañías; el pacto comercial puede favorecer aún más a las pymes que quieren exportar", proclama. La novedad de las negociaciones es que se centran en unificar y simplificar normas y controles internos que pesan sobre el comercio internacional. "Las pymes no tienen dinero para contratar abogados o consultoras, y no se meten en negocios si hay normas que no entienden. Si eso se simplifica, será menos costoso para ellas exportar", explica.

Freeman insiste en la cooperación entre pymes de distintos países para facilitar el acceso a otros mercados, una alternativa a la vía habitual de entrada al comercio internacional, como suministradoras de multinacionales. "Esas conexiones han probado ser muy beneficiosas, la pregunta clave aquí es: ¿cómo me vas a encontrar? El exceso de información es un problema, y la promoción comercial, una ciencia mal desarrollada". La empresaria, apurada, renuncia al postre y al café, aunque no pierde la paciencia cuando el periodista confunde el camino al cercano hotel.

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