La heroína engancha de nuevo a Estados Unidos
La muerte de Philip Seymour Hoffman saca a la luz el resurgir de la droga en este país Las restricciones a los opiáceos y su bajo precio alientan su consumo En España los datos oficiales no recogen cambios de tendencia al alza
La imagen de la heroína sigue, en buena medida, asociada a la epidemia de final de los años setenta y principios de los ochenta. A camellos demacrados y yonquis esqueléticos que pasan el día buscando cómo agenciarse la próxima dosis. Nada que ver con la última víctima ilustre que se ha cobrado el abuso de esta droga, el actor estadounidense Philip Seymour Hoffman, de 46 años, al que la policía encontró muerto el pasado domingo en su lujoso apartamento de Nueva York con una jeringuilla en el brazo. La policía halló 50 papelinas de lo que parecía ser heroína.
No hace tanto, el mundo del cine y la televisión en EE UU sufrió una conmoción similar cuando falleció Cory Monteith, uno de los protagonistas de la serie Glee. Una mezcla de heroína y alcohol acabó en julio de 2013 con la prometedora carrera de este canadiense de 31 años. ¿Está de moda la heroína entre los actores de Hollywood? Quizás, pero no solo entre ellos. Estos casos no son más que el reflejo del aumento del consumo de la sustancia en Estados Unidos, un fenómeno de “proporciones epidémicas” en los últimos años, según lo han calificado funcionarios de la agencia estadounidense contra el narcotráfico (Drug Enforcement Administration, DEA) a la agencia Reuters.
En España, los datos oficiales no permiten llegar a la misma conclusión. Aunque el atractivo que tiene la heroína por su bajo precio (desde 50 euros el gramo hasta 80 o 100, según la calidad) en un momento de crisis como el actual es motivo suficiente como para estar atentos a posibles incrementos en su consumo, como advierte Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública e impulsor del único programa terapéutico con heroína que existe en España (Granada) para los pacientes adictos a los opiáceos.
Como sucede con cualquier mercado negro, el cálculo del consumo de sustancias prohibidas se hace por aproximación. Por ejemplo, con encuestas de consumo o con la información sobre los alijos incautados, lo que da muestra del volumen de mercancía que se mueve en el mercado. También se recurre a los datos de sobredosis mortales como termómetro de la extensión del uso del estupefaciente. Estos dos últimos indicadores han crecido en los últimos años en EE UU.
La cantidad de heroína intervenida en la frontera sudoeste se ha multiplicado casi por cuatro al pasar de 558,8 kilogramos en 2008 a 2.091 kilos en 2012, lo que indica que “las operaciones de contrabando están en aumento”, según la DEA. Y que crece la demanda.
El resurgir se mide por las muertes y las incautaciones de la policía
Las muertes por abuso también se han incrementado entre 2006 y 2010, en este caso en un 45%, hasta alcanzar las 3.094 en una tendencia que sigue en aumento. En Nueva York, los fallecimientos se han disparado un 84% entre 2010 y 2012. Las autoridades estadounidenses hablan de una “ola de sobredosis fatales” en los últimos meses que relacionan con la distribución de un tipo de heroína mezclada con fentanilo, otro opiáceo que se suele usar (es frecuente la administración en parches) cuando han dejado de hacer efecto otras familias de analgésicos menos potentes.
Aunque hechos como las muertes de Cory Monteith —primero— y Phillip Seymour Hoffman —después—, han contribuido con fuerza a poner el foco en el renacimiento de la heroína en EE UU, ya existían señales previas que indicaban la presencia de este fenómeno. Como, por ejemplo, los datos de la Agencia de Abuso de Sustancias y Servicios Mentales de Estados Unidos (SAMSHA) que registró en 2011 una cifra de heroinómanos (personas dependientes de la droga) de 620.000 personas, lo que suponía un incremento del 50% desde 2002. O informaciones como la publicada en The New York Times en julio del año pasado. Entonces la alerta se centraba no ya entre círculos especialmente glamurosos como los artistas de Hollywood ni en las grandes ciudades, sino en pequeñas poblaciones de la zona de Nueva Inglaterra —Maine, Vermont, Massachussets, Rhode Island o Conneticut—. “Se vivió una gran epidemia hace años [en referencia a los ochenta] y ahora estamos sufriendo una peor”, lamentaban los responsables sanitarios de estas localidades. En New Hampshire, de siete fallecidos por sobredosis en 2002 se pasó a 40 en 2012. Y en Vermont, más de 900 personas acudieron a tratamientos de deshabituación frente a los 654 de 2011.
La crisis obliga a estar atentos porque la sustancia es barata
Las razones que los especialistas daban entonces para explicar el resurgimiento con una fuerza imprevista de la presencia de heroína en estas poblaciones son las mismas que ahora se dan para explicar por qué el opiáceo va ganando terreno en todos los estados de la Unión.
Por un lado están las restricciones que se han ido introduciendo a lo largo de los últimos años para controlar el consumo de analgésicos opiáceos, tanto a la hora de endurecer la prescripción de estos fármacos como su venta en farmacias.
“Los pasos dados por el Estado de Washington y otros para controlar el mal uso de los fármacos legales han sido importantes y exitosos hasta cierto punto, pero no han logrado hacer frente al problema más amplio del consumo y adicción a estas sustancias”, manifestó el año pasado una portavoz del Centro Nacional de Abuso de Sustancias de la Universidad de Columbia en Nueva York. Y es que, como están comprobando en los últimos años las autoridades sanitarias estadounidenses, una cosa es poner obstáculos al consumo de opiáceos y otra bien distinta es que los consumidores enganchados a estas sustancias dejen de consumirlos.
Especialmente, como ha sucedido, si cuando se endurece el acceso a los medicamentos legales, cada vez es más fácil conseguir la droga en la calle y a precios más bajos. Si un envase de píldoras (oxicodona; hidrocodona, la sustancia a la que estaba enganchado el actor Hugh Laurie en su papel de doctor House) ronda los 140 dólares (103 euros), una dosis de heroína puede encontrarse a partir de 10 dólares, informa Efe.
EE UU ha puesto trabas a la compra legal de analgésicos y opiáceos
No solo eso, la droga además de ser más barata, es, por término medio, cada vez más pura. Un estudio del British Medical Journal publicado recientemente destacaba cómo entre las dos décadas comprendidas entre los años 1990 y 2010 el precio de la heroína ajustado a la inflación (también de la cocaína y el cannabis) había descendido un 80% en Estados Unidos. De forma paralela, su pureza se disparó en un 60% (mucho más que el 10% de la cocaína). “Estos datos añaden evidencias de que la guerra contra las drogas ha fracasado”, relataba entonces el coautor del estudio, Evan Wood, jefe científico del Centre for Science in Drug Policy.
No hay dudas del incremento de consumo y del aumento de entrada de heroína a los Estados Unidos. Tampoco de que la puerta de entrada es la frontera con México —en contra de lo que sucede con Canadá, que se nutre de envíos procedentes de Afganistán— . Aunque no está tan claro quién es el proveedor principal del mercado estadounidense. El Informe Mundial sobre las Drogas de 2013 elaborado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito de la ONU plantea que la DEA apunta hacia Colombia como principal suministrador a pesar de que “el potencial de cultivo es hasta 30 veces mayor en México”. Además, añade que los alijos aprehendidos enviados desde el país norteamericano alcanzaron las cifras de los procedentes de Colombia en 2011.
En el caso de Europa no hay discusión respecto al origen: Afganistán. El país asiático, según el mismo informe, alcanzó el año pasado cifras récord en el cultivo de la amapola. Aumentó la superficie de cultivo en un 36% y alcanzó una producción de 5.500 toneladas, casi el doble de la cosecha del año anterior. El volumen es tal que estas cantidades pueden representar hasta el 90% del suministro mundial.
Ello hace presagiar una caída del precio, que se sumaría a la tendencia descendiente que también mostraba el estudio del British Medical Journal respecto a los datos que hacían referencia a Europa. El precio del gramo —a partir de información recogida en Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Islandia, Portugal, España, Suecia, Suiza, Reino Unido e Irlanda— pasó de costar 218 euros en 1990 a 57 en 2010. Un gramo daría para unas 10 dosis.
En Europa se intervinieron
Esta caída en el precio, sin embargo, no se ha traducido, al menos de momento, en mayores consumos. Así lo refleja el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías en su informe de 2013: “Los indicadores reflejan una tendencia a la baja tanto en el consumo de la heroína como en la disponibilidad de esta droga”. Otro dato no menos contundente es el que hace referencia a las aprehensiones. La cantidad intervenida en 2011 fue de 6,1 toneladas, “la más baja notificada en la última década y equivalente a la mitad de la que se incautó en 2001”, añade el documento. Si bien es cierto que la información proporcionada por este organismo, ligado a la Unión Europea, alcanza hasta el año 2011, por lo que no recoge posibles cambios de tendencia que pudieran haberse producido a partir de entonces.
Los datos oficiales en España trazan un escenario similar al que describe la agencia europea. El consumo no aumenta, según las encuestas del Plan Nacional sobre Drogas. Apenas el 0,1% de la población entre 15 y 65 años ha tomado heroína en los últimos 12 meses, según los últimos datos (de 2011). Es la misma proporción que muestran encuestas anteriores de 2007, 2005, 2004, 2001 y 1999 (los sondeos son bienales). Hay que remontarse a 1997 (0,2) y 1995 (0,5) para observar datos más elevados.
La imagen del heroinómano como ‘marginal’ disuade del consumo
Tampoco hay datos en la información que traslada el Ministerio del Interior sobre los alijos incautados que haga pensar en un aumento de la droga en circulación. Las fluctuaciones de un año a otro son notables, y las cantidades aprehendidas relativamente escasas, aspectos que quitan valor a estas cifras como punto de referencia. En 2012 se intervinieron 229 kilogramos, un 44% menos de los 413 de 2011 pero una cantidad muy similar a los 233 de 2010. Comparado con la cocaína, las diferencias son abismales: los datos del Ministerio del Interior muestran un volumen de incautaciones de 20.754 kilos en 2012.
¿Por qué estos patrones de consumo tan distintos entre Estados Unidos y España? Eusebio Megías, director técnico de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) alude a las diferencias en las restricciones en el uso de opiáceos. “En España esta cuestión está muy regulada desde hace mucho tiempo”, comenta. Y añade que, si existe algún problema relacionado con estos fármacos, es que “se recetan poco si se compara con países de nuestro entorno”.
Megías reconoce que en los últimos años “se habla periódicamente de un posible repunte en el consumo de la heroína”. El técnico de la FAD comenta que estas observaciones suelen plantearse por parte de los equipos que prestan atención a grupos de consumidores vulnerables. Pero, añade, “son opiniones basadas en la observación de zonas muy limitadas”. “Al ampliar la mirada y observar los datos globales, estas apreciaciones nunca confirman los posibles repuntes que se plantean”, explica.
Además, quita importancia al peso que pueda tener el exceso de oferta y la consiguiente bajada de precio de la heroína. “Esta sustancia no ha encajado bien con la demanda social que ha habido en los últimos años, ligada al consumo de sustancias relacionadas con el ocio; ahora con la crisis quizás encaje mejor, pero no hay elementos que indiquen que esto está sucediendo”. Además, “sigue presente la identificación del consumidor de heroína con el perfil de una persona marginal, de un entorno degradado, y esto es un factor que disuade del consumo”. “Los datos de prevalencia son muy bajos, residuales”, concluye.
Afganistán ha alcanzado cifras récord de cultivo de amapolas
Para Joan Carles March, sin embargo, hay señales que aconsejan mantener la guardia alta. Por ejemplo, el fallecimiento por sobredosis de heroína de una joven francesa que celebraba la Nochevieja en Madrid. “Es algo que llama la atención”, comenta. “Yo no tengo tan claro que el consumo esté tan en retroceso, incluso podría haber un posible repunte en formas inhaladas”, sostiene este profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública. March recuerda que de acuerdo con datos del programa de deshabituación de Proyecto Hombre de 2001 las demandas por consumo de heroína han pasado del 5,9% en 2008 al 17,5% en 2011.
Además, advierte de la posibilidad de importar la tendencia que se ha consolidado en Estados Unidos. “Las modas son fáciles de incorporar, y no olvidemos que la droga tiene un efecto icónico muy fuerte”, relata. “Yo tendría cuidado, en especial en las ciudades grandes, donde hay una alta variedad y es más fácil probar sustancias diferentes”.
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