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Rouco se despide del cargo con un duro ataque contra el aborto

La Iglesia argumenta que “eliminar a un ser inocente nunca es la solución, porque, en ese caso, se acabaría con el hambre eliminando a las personas”

El nuevo portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo.
El nuevo portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo.JUAN CARLOS HIDALGO (EFE)

La Conferencia Episcopal Española (CEE) salió ayer en defensa de la ley del aborto que propone el ministro Alberto Ruiz-Gallardón con el eufemismo de Ley de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la Mujer Embarazada. Lo hizo en una llamada nota de su Comisión Permanente, en la que están los cardenales y arzobispos en activo, además de una docena de obispos diocesanos. “Los obispos saludan siempre las iniciativas a favor de la vida humana, vengan de donde vengan. Por eso, reconocen en el texto presentado por el actual Gobierno un avance positivo con respecto a la legislación vigente, que considera el aborto como un derecho”, dice.

Ahí termina el apoyo a la reforma en la que se ha embarcado el Gobierno de Rajoy en medio de grandes críticas. El resto de la nota es una severa execración de las legislaciones que regulan en parte del mundo la interrupción voluntaria del embarazo. Los obispos no se andan con eufemismos, sin llegar a llamar asesinos a los legisladores, como hacen algunas de sus organizaciones. Afirman: “Nadie tiene derecho, en ninguna circunstancia, a quitarle la vida a un ser humano inocente. Una ley del aborto, por muy restrictiva que fuera, seguiría siendo una ley injusta”.

Este es último documento de la presidencia del cardenal Antonio María Rouco y el primero del nuevo secretario general y portavoz de la CEE, José María Gil Tamayo. La comisión permanente, reunida desde el martes, ha convocado asamblea general entre los días 11 al 14 de marzo para renovar todos los cargos de la CEE, excepto el del secretario general, que ya fue elegido el pasado noviembre. Rouco, que suma tres trienios en el mando, cifra solo superada por el cardenal Enrique Vicente y Tarancón, se va como llegó: con una severa execración de una legislación civil. “Siempre lo hemos hecho, en cualquier coyuntura social y política”, advierte la nota. Esta vez, lo hace tomando como argumento de autoridad varias frases del Papa. “Recientemente, el papa Francisco recordaba esta posición, cuando delante de los embajadores acreditados ante la Santa Sede, afirmó que la paz se ve herida por cualquier negación de la dignidad humana, y mencionó entre otros horrores de la cultura del descarte el hecho de que muchos niños no lleguen nunca a ver la luz, víctimas del aborto”.

Los prelados no se han movido ni un ápice de posiciones anteriores y se dicen dispuestos a movilizar a sus fieles, incluso en manifestaciones que nadie ha anunciado todavía. Lo dijo su portavoz, que avanzó por su cuenta un paso en la condena de los legisladores al poner sobre la mesa supuestas intenciones eugenésicas, de “selección de la especie”. Miembro del Opus Dei, Gil Tamayo respondía a una pregunta sobre la interrupción de un embarazo con riesgo de muerte. Dijo no ser médico, pero también que su opción personal era “radical”. No hay que abrir ningún portillo al aborto ni a posibles intenciones eugenésicas. “Eliminar a un niño con malformaciones sería seleccionar la especie. Lo que hay que hacer son políticas sociales y leyes en favor de los más débiles. La eliminación de un ser inocente nunca es la solución a un problema porque, en ese caso, acabaríamos con el hambre en el mundo, eliminando a las personas, y así se tocaría a más”, sentenció.

Resistencias al cambio

Los obispos llegan a su asamblea de marzo con dos cardenales al mando sobradamente jubilados, Rouco en Madrid (77 años largos), Martínez Sistach en Barcelona (76). Francisco no ha movido una hoja que sugiera signos de renovación, ni siquiera esa. Se asegura, incluso, que Rouco permanecerá al mando del arzobispado de Madrid hasta el verano, para que culmine su carrera con una peregrinación jubilar a Compostela. Nadie suponía que el muy jaleado pontífice argentino iba a facilitar al rocoso cardenal Rouco el manejo de la elección de su sustituto (o sustitutos) en la CEE y en Madrid. Lo está haciendo, para regocijo de incondicionales.

Tampoco hay aires de cambio en los mensajes. El de ayer sobre el aborto es inmisericorde, sin atisbo de humanidad ante el drama de la mujer abocada a esa decisión. Hubo otros igualmente inquietantes, como la defensa del cardenal electo Fernando Sebastián, que ha tachado a los homosexuales de enfermos a los que hay que tratar, además de otras brutalidades sobre la mujer que aborta. “Don Fernando es querido de manera especial aquí. Es una cabeza privilegiada, un gran teólogo, un hombre de profundas convicciones democráticas”, proclamó Gil Tamayo.

No hay novedades, tampoco, en la proverbial cerrazón de los obispos ante demandas judiciales para que abran sus archivos diocesanos en busca de rastros de niños robados a sus madres. Gil Tamayo dijo respetar las resoluciones judiciales, pero respetar más la “inviolabilidad” de los archivos eclesiásticos. España se comprometió a ello en los Acuerdos de 1979 con el Estado de la Santa Sede. No hay insumisión, pero tampoco colaboración, vino a concluir. La apelación al cumplimiento de lo concordado con el Vaticano es un lugar común también en materia educativa, pese a ser los obispos quienes más incumplen sus compromisos, por ejemplo el de llegar un día a autofinanciarse.

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