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Una prueba neurológica para localizar el cuerpo de Marta del Castillo

La policía pide que se realice un 'test de la verdad' a Miguel Carcaño para localizar a la chica La técnica recoge las ondas cerebrales que genera la persona ante una serie de imágenes La onda P300 con mayor altura representa la fotografía del lugar que más recuerda el individuo

Miguel Carcaño en los juzgados de Sevilla tras declarar en abril de 2013.
Miguel Carcaño en los juzgados de Sevilla tras declarar en abril de 2013.P. Puentes

Cinco años de investigación y ningún resultado. El cuerpo de Marta del Castillo sigue sin ser localizado. Pero esto podría cambiar gracias a una innovadora prueba neurológica. Está previsto que la policía solicite al juzgado de instrucción número 4 de Sevilla el traslado del condenado Miguel Carcaño al Hospital Miguel Servet de Zaragoza, el único centro en España donde se realiza el popularmente conocido como test de la verdad. Fuentes judiciales afirman, sin embargo, que aún no se ha recibido la petición.

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El cerebro es un gran almacén de información y con esta técnica se puede descubrir si Carcaño almacena en el suyo el paradero de la joven asesinada el 24 de enero de 2009. Al menos eso esperan los agentes que llevan más de un lustro rastreando todas las zonas nombradas por Carcaño en sus contradictorias declaraciones. Sus esperanzas se basan en los antecedentes que han demostrado la eficacia del test para descifrar casos que parecían irresolubles. 

La prueba, según explica José Ramón Valdizán, jefe del servicio de neurofisiología del hospital zaragozano Miguel Servet hasta que se jubiló hace dos años, consistiría en colocar a Carcaño un gorro de electroencefalografía que registraría su actividad cerebral en una máquina mientras un ordenador proyecta imágenes de los posibles lugares donde pudo enterrar el cadáver de Marta. En caso de que recordara alguno de esos emplazamientos, el cerebro emitiría un impulso eléctrico en 300 milisegundos y en el aparato se proyectaría una onda más alta que si la imagen fuera desconocida para el individuo. "Se estima que tiene más interés la foto que genere una onda de mayor altura", aclara Valdizán.

La prueba se aplicó por primera vez en diciembre al presunto asesino de una mujer desaparecida en Ricla

La delatora es la onda P300. "Una onda de memoria", como la define Valdizán. "Se obtiene cuando expones a un individuo a un estímulo significativo —en este caso las fotos— y no se puede manipular", lo que diferencia esta técnica, dice, de los tradicionales detectores de mentiras. "Con la P300 extraemos información de memoria del sistema nervioso central. Los polígrafos o máquinas de la verdad, por otro lado, registran variaciones de frecuencia cardica y respiratoria que están controladas por el sistema nervioso autónomo, gobernado a su vez por el sistema nervioso central. Esta jerarquización hace que sea más fácil adulterar las respuestas controladas por la zona inferior".

Esta prueba neurofisiológica, conocida como Potencial de Evocación Cognitiva, se lleva utilizando en investigaciones criminales desde hace 13 años. El primero en ultilizarla fue el científico americano Lawrence Farwell, quien, en una entrevista con EL PAÍS en diciembre pasado, aseguraba que el método tiene una fiabilidad del 99%. El investigador aseveraba que había sometido a un centenar de sospechosos a esta técnica, pero que una sola ocasión sirvió como prueba ante un tribunal. En ese caso, la técnica sirvió para sacar de la cárcel a Terry Harrington, acusado por un crimen que no cometió y por el que permaneció encerrado 23 años.

El hospital Miguel Servet de Zaragoza es el único centro de España que cuenta con esta técnica

La primera experiencia en España con esta prueba se realizó hace solo un mes, en diciembre, a un hombre acusado de matar a su mujer. El doctor Valdizán propuso aplicar la máquina que había utilizado durante dos décadas para tratar "casos de autismo o de déficit de atención en niños" a la investigación policial. El magistrado encargado del caso autorizó la prueba después de comprobar su eficacia con dos agentes que se sometieron a ella. Uno conocía todos los detalles de la investigación y el otro era totalmente ajeno a ella. El resultado fue concluyente: las ondas cerebrales del primero demostraban que este, a diferencia de su compañero, contaba con toda la información del caso. "Creo que el rendimiento de la prueba fue satisfactorio —revela Valdizán— , pero está bajo secreto de sumario. Ahora tendrán que ser los policías y el juez los que actúen".

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