“A los políticos les marea el incienso”
El líder de Europa Laica querría que los partidos no tuvieran subvención
Predicar laicismo en España es tarea de titanes, casi como vender la Biblia en tiempos del nacionalcatolicismo franquista. Europa Laica lo hace con sonados resultados. Algunas de sus campañas tienen a los obispos contra las cuerdas, por ejemplo la de los privilegios fiscales y la proverbial tacañería del católico para con su Iglesia, a la que los fieles no aportan de su bolsillo ni un euro de más en la declaración fiscal de cada año.
“La sociedad está muy secularizada, pero los políticos siguen sin estar a la altura. Les da pavor disgustar a los obispos. Les marea el incienso. La mezcla de la cruz y la corona la vemos por todas partes, también donde gobierna la izquierda”, sostiene Francisco Delgado, líder de Europa Laica desde 2008. Dos ejemplos en Andalucía: el Ayuntamiento de La Línea de la Concepción, socialista, ha hecho alcaldesa perpetua a la Virgen, y el Gobierno autónomo, donde está Izquierda Unida, “se va a gastar un dineral en un sarao de vírgenes en torno a la Macarena”.
La memoria de Delgado está colmada de traiciones a la pésimamente gestionada aconfesionalidad del Estado. No termina de acostumbrarse. El relato, entre plato y plato del menú del restaurante del Ateneo de Madrid, va y viene por temas del desencanto. No hubo dudas sobre dónde almorzar. El Ateneo, que tuvo entre sus presidentes a librepensadores de la talla de Manuel Azaña, dirigido ahora por el filósofo Carlos París, es lugar de acogida para las ideas liberales, en el mejor sentido de la palabra liberal. Esta misma tarde, Europa Laica celebra allí una jornada sobre los privilegios que concede la ley hipotecaria a los obispos, que tienen poder para registrar a nombre de sus diócesis inmuebles y espacios públicos del común. “Ejercen ese privilegio con pasmoso descaro. Lo llaman inmatriculaciones. El caso más llamativo es la Mezquita de Córdoba, registrada en 2006 como propiedad del episcopado. Se están haciendo millonarios con un monumento que sostiene el Estado. Zapatero prometió cambiar la ley que permite esa situación, pero, como en tantas otras ocasiones, no lo hizo”.
Maestro de Artes Gráficas y psicólogo industrial, Delgado fue diputado del PSOE en 1977 y senador en 1979. Pronto supo que iba a acabar mal. “Mis grandes decepciones tuvieron que ver con el funcionamiento del partido y con el dejar hacer a los obispos”. Eran tiempos en los que Alfonso Guerra importó del PRI mexicano la siniestra teoría de que quien se mueve no sale en la foto, elevada a doctrina de regimiento prusiano por alguno de sus sucesores.
Dedicado plenamente a Europa Laica tras jubilarse como bancario en el Santander, Delgado ultima estos días un nuevo libro sobre la Educación en España, con el título Evanescencia de la escuela pública. Antes publicó La escuela pública amenazada (1997) y Hacia la escuela laica (2005). “Las semillas del laicismo y la libertad de conciencia se siembran en la escuela. Por eso dan ahí la gran batalla”, sostiene. Su experiencia viene de lejos. Fue muchos años miembro del Consejo Escolar del Estado y presidente de la Confederación de Madres y Padres de Alumnos (AMPAS). Esta semana cierra en Madrid los presupuestos de Europa Laica. Son apenas 30.000 euros. “Vivimos de las cuotas de los afiliados y, si no alcanza, gastamos de nuestro bolsillo, sin despilfarros ni trampas. Nuestros estatutos prohíben recibir subvenciones. Todo iría mejor si sindicatos partidos y religiones hicieran lo mismo”.
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