Europa renuncia a regular el ‘fracking’
La Comisión se limita a hacer “recomendaciones” a los Estados miembros
La Comisión Europea ha presentado este miércoles el programa que resume su visión de cómo la UE debe afrontar los retos energéticos y medioambientales en los próximos tres lustros. La propuesta que salió de Bruselas —de un calado considerablemente menor a la aprobada en 2007—prevé que en 2030 las emisiones de CO2 sean un 40% inferiores respecto a 1990 y, pese a renunciar a fijar objetivos vinculantes que obliguen a los países, establece que las energías renovables deberán alcanzar al menos el 27% del total. Entre tanta directriz, sorprende la ausencia de un asunto que en los últimos años ha ido adquiriendo cada vez mayor protagonismo: la extracción de gas pizarra mediante la técnica de fracturación hidráulica, más conocida como fracking.
El texto aprobado por el Ejecutivo europeo se limita a recomendar a los Gobiernos unos principios tan generales como “planear los desarrollos y evaluar los posibles efectos antes de conceder las licencias”, “evaluar cuidadosamente el impacto medioambiental y los riesgos” o “comprobar la calidad del agua, aire y suelo antes de empezar las operaciones”. Estas generalidades esconden la renuncia a regular una práctica que provoca profundas divisiones: Francia y Bulgaria la prohíben; Reino Unido y Polonia son sus más fervientes defensores.
Son precisamente estos países los que más han presionado para que la Comisión no impusiera normas medioambientales a esta práctica. “Es esencial que la UE minimice las normas y costes en la industria y en el coste para los consumidores para no introducir incertidumbre en la legislación”, aseguraba el primer ministro británico, David Cameron, en una carta enviada el pasado mes de diciembre al presidente de la Comisión, José Manuel Barroso.
La Comisión no ha seguido las reclamaciones del Parlamento Europeo y de los ecologistas, que pedían unas normas comunes sobre el fracking para toda la UE. Se esperaba más de la Comisión, puesto que su responsable de Medio Ambiente, Janez Potocnic, siempre ha defendido que, si bien el Ejecutivo europeo no puede decir a los Estados miembros si deben explorar sus recursos de gas no convencional, sí creía necesario establecer unas normas comunes sobre cómo proteger el medio ambiente si lo hacen. Fuentes comunitarias aseguraron ayer que Bruselas ha sido “pragmática” ante la presión de varios Estados miembros, puesto que un proceso legislativo se hubiera dilatado durante años.
La asociación Shale Gas España, que agrupa a las empresas interesadas en el fracking, celebró ayer la decisión de Bruselas. La renuncia a regular esta técnica da un respiro a países como Polonia, que recientemente han cambiado su legislación medioambiental para facilitar el trabajo de las empresas, generalmente extranjeras, que exploran la presencia de hidrocarburos no convencionales en su subsuelo. Este país acaba de aprobar que los pozos exploratorios de hasta 5.000 metros de profundidad —que son todos, según fuentes de la industria— no necesitan estudio de impacto ambiental (EIA).
Fuentes comunitarias explican que la Comisión ha elaborado una recomendación a la que los Estados miembros deben responder antes de seis meses. Está previsto elaborar una especie de ranking con los diferentes pasos que van dando los países para cumplir las recomendaciones. Pasados 18 meses, la Comisión revisará el estado de las legislaciones medioambientales y, si no está satisfecha con cómo los países van ajustándose a los criterios de Bruselas, se estudiará de nuevo la necesidad de legislar, es decir, de obligarles.
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