Un pederasta belga se exculpa en una carta enviada a sus víctimas
Dutroux está condenado secuestrar y violar a seis niñas y matar a cuatro de ellas Los tribunales deberán decidir sobre la libertad condicional de uno de más crueles violadores de la historia del país
Bélgica revive una de sus peores pesadillas. Una carta de Marc Dutroux, uno de los pederastas más perversos y sanguinarios de los últimos tiempos, al padre de una de sus víctimas, ha devuelto al homicida a la primera línea informativa belga. En la misiva, Dutroux, condenado a cadena perpetua por el secuestro y violación de seis niñas de entre 8 y 19 años y el asesinato de cuatro de ellas, vuelve a declarar su inocencia y acusa de lo sucedido a su antiguo cómplice, Bernard Weinstein, fallecido hace 18 años. La prensa del país interpreta el movimiento del condenado —que está a la espera de la decisión de los tribunales sobre su posible libertad condicional— como un “delirio que roza el ridículo”.
Algunos medios del país especulan con la posibilidad de que el pederasta busque influir en la decisión del Tribunal de Aplicación de Penas (TAP) de Bruselas sobre su petición de libertad condicional. Dutroux solicitó esta medida en febrero del año pasado —cuando cumplió dos tercios de su condena— y lo hizo en medio de una fuerte polémica que llevó al Gobierno a plantear un endurecimiento de los requisitos exigidos para acceder a esta providencia.
La autoridad penitenciaria denegó en primera instancia su petición, así como la solicitud de que le fuera concedida la excarcelación parcial monitorizada mediante el uso de un brazalete electrónico. Sin embargo, la palabra final sobre la libertad condicional de uno de los mayores monstruos de la historia reciente de Bélgica corresponde al TAP, que tendrá que emitir su veredicto en los próximos meses.
Dutroux permanece en prisión desde hace 17 años por el asesinato de Julie Legeune, a cuyo padre iba dirigida la carta, Melissa Russo, An Marchal y Eelfje Lambrecks, así como por el secuestro y violación de otras dos menores. Los hechos, que ocurrieron entre 1995 y 1996, le convirtieron en el “enemigo público número uno” de las autoridades belgas y sumieron al país en un estado de estupor y horror generalizado.
Su exmujer y cómplice, Michelle Martin, logró la libertad provisional en agosto de 2012 y, desde entonces, reside en régimen de rehabilitación un convento de Clarisas en la localidad de Malonne (5.300 habitantes, al sur de Bélgica). En aquel momento, tanto la Corte de Casación —el equivalente belga al Tribunal Supremo español— como la Fiscalía General, dieron la razón al Tribunal de Aplicación de Penas de Mons y aceptaron el plan de reinserción de Martin. Algunos ámbitos de la sociedad civil vieron en la decisión de los tribunales una oportunidad para que el propio Dutroux sacara provecho de las “lagunas” del sistema judicial del país. Sin embargo, la Fiscalía belga y la dirección de la prisión de Nivelles, donde cumple condena, han recomendado repetidamente que se rechace la petición de libertad provisional de uno de los pederastas europeos más crueles de las últimas décadas.
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