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¿Puedo fumar mi cigarrillo electrónico aquí?

La falta de consenso entre los expertos sobre si son una herramienta valiosa para dejar de fumar o una alternativa más suave pero dañina aviva el debate sobre su uso en EE UU

Carolina García
Los cigarros electrónicos tienen una batería que convierte en vapor las sustancias añadidas.
Los cigarros electrónicos tienen una batería que convierte en vapor las sustancias añadidas.Kike Para

El debate sobre el uso de los cigarrillos de vapor lleva meses enfrentando en Estados Unidos a aquellos que los ven como una amenaza, porque siguen conteniendo nicotina, y a los que están disfrutando, de nuevo, de una forma de fumar socialmente aceptada. A pesar de que existen expertos que apoyan ambas ideas, los estudios realizados al respecto no dan ninguna conclusión convincente de si estos dispositivos son malos o buenos para salud, creando una situación que pone de nuevo cara a cara a fumadores y no fumadores, ya que ahora y hasta que se establezca un protocolo de actuación, los usuarios de los cigarrillos electrónicos pueden fumar en los bares, restaurantes, en la oficina e, incluso, en aviones, aunque no respaldados por la ley, sino por el desconocimiento.

Los cigarrillos electrónicos son un sistema electrónico inhalador destinado a simular y sustituir el consumo de tabaco; usan una fuente eléctrica para calentar y vaporizar una solución líquida y este vapor puede liberar nicotina o aromas.

Su diseño imita a los cigarrillos y puros. La falta de evidencia científica sobre las secuelas de su uso dificulta, efectivamente, la convivencia entre sus defensores y sus detractores, y por ello los científicos deben encontrar la respuesta a preguntas como: ¿cuáles son los estragos a largo plazo de fumar estos cigarrillos?, ¿y de la gente que inhala el vapor de nicotina? ¿Estos dispositivos son, realmente, buenos para dejar de fumar o hacen más complicado abandonar la adicción?, y si los menores comienzan a usarlos ¿se volverán fumadores adictos de tabaco convencional en el futuro?, entre otras.

Richard Green fuma su cigarro electrónico en la calle G de la capital federal de Estados Unidos mientras, la mayoría de los transeúntes se alejan de él. "La gente cree que sigue siendo tabaco. Yo no molesto a nadie. Es vapor", se lamenta Green mientras se ve obligado a guardar de nuevo el cigarro electrónico en su mochila. "Me siento un apestado y solo quiero dejar de fumar. Esto me ayuda", concluye.

Peter McMinn está en el restaurante Marvin's Tavern de Georgetown con su cigarro electrónico mientras lee The New York Times, como cada domingo desde hace 10 años. De repente, un camarero se acerca a él y le pide que lo guarde. "¡Pero no es tabaco!", enfatiza McMinn. El trabajador del establecimiento cierra la discusión con un "lo lamento señor, pero a la gente le molesta".

Al igual que hacer cualquier actividad cotidiana, como ir a un restaurante o esperar al autobús, usar estos cigarrillos electrónicos en el puesto de trabajo también se complica, debido a que los expertos sanitarios no llegan a un acuerdo sobre si son una herramienta valiosa para dejar de fumar o simplemente una alternativa más suave, pero igual de dañina, al tabaco convencional.

El Wall Street Journal informaba la semana pasada que muchas empresas están tomando sus propias medidas al respecto. Se intentó erradicar el hábito de fumar en 1994 cuando el Departamento de Seguridad y Salud Laboral de EE UU propuso la prohibición de fumar; adoptar esta medida hubiera afectado a más de un millón de empleados. Pero no salió adelante. La situación llevó a que dicho departamento recibiera amenazas de muerte y la propuesta fuera rechazada, en parte debido a que fueron las propias compañías las que aplicaron sus propias leyes a este respecto. En 2007, un 91% de los trabajadores estadounidenses estaba sujeto a regulaciones libres de humo, según un informe realizado por Pfizer Inc.

“Mi gran pregunta hacia estos dispositivos es: ¿Pondrán hacer que los más jóvenes entren en la senda de fumar tabaco convencional?”, sostuvo con preocupación el Director General de Salud Pública, Boris Lushniak, durante la presentación el pasado viernes del primer informe sobre las consecuencias del tabaco en 10 años, con motivo del 50 aniversario de la lucha contra el mismo en EE UU.

Mientras que en 1964, un 43% de la población fumada, ahora lo hace un 18%, “pero los estragos de fumar son ahora más devastadores”: “La epidemia tiene que desaparecer”. La mayor autoridad sanitaria de la nación recalcó que los estragos del tabaco habían aumentando en estos 50 años, derivando en enfermedades como la diabetes, o la artritis reumatoide, entre otras, y llegando a estar vinculado con unos 13 tipos de tumores, además, de las patologías cardiacas y respiratorias que desde hace medio siglo se han relacionado con su consumo.

“Sabemos que la exposición a la nicotina desde la adolescencia puede incrementar el riesgo de padecer daño cerebral”, añadió Lushniak durante el acto que tuvo lugar en la Casa Blanca. El Centro de Prevención y Control de Enfermedades de EE UU (CDC, por sus siglas en inglés) reportó el pasado septiembre que 1,78 millones de adolescentes –alrededor de un 10% de los estudiantes de secundaria y un 3% de educación media- usaron cigarrillos electrónicos en 2012, el doble que el año anterior.

De momento, estos dispositivos solo están regulados por algunos Gobiernos locales y estatales, según explicó la mayor autoridad sanitaria. Las ciudades de Chicago, donde recientemente se ha aprobado una ley al respecto la semana pasada, y Nueva York, que hizo lo propio a finales de 2013, son de las dos grandes urbes –aunque un centenar han probado leyes similares- del país en incluir en sus regulaciones la prohibición de usar los cigarros electrónicos en los mismos sitios en los que está prohibido el tabaco convencional –restaurantes, bares, y áreas públicas, entre otras-. Veinticuatro Estados, más el Distrito de Columbia, prohíben fumar en lugares públicos.

Además, tres Estados –Utah, Dakota, y Nueva Jersey- de los 50 que conforman la nación también han vetado su uso en estos lugares. La siguiente en unirse en los próximos meses a la lucha contra los cigarrillos electrónicos podría ser Los Ángeles. California ya prohíbe la venta de estos dispositivos a menores.

El organismo encargado de regularlos es la Agencia de Control de Alimentos y Medicamentos de EE UU (FDA, por sus siglas en inglés), que es la responsable de decidir si los cigarrillos electrónicos deben estar bajo las mismas leyes que el tabaco convencional, cosa que no ha hecho todavía. Durante sus 10 años de comercialización en el país, la industria que fabrica estos dispositivos ha visto crecer sus ingresos en 2.000 millones de dólares cada año, a pesar de no contar con la aprobación federal.

"Tras años trabajando junto a la FDA, después de haberlos alentado a tomar medidas para proteger a las personas y los niños, todavía no han tomado una decisión", dijo el alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, tras la aprobación de la medida que vetaba el uso de cigarrillos electrónicos en las áreas públicas de la ciudad, en rueda de prensa. "Y cuando se trata de la ciudad de Chicago, cuando se trata de la gente de la ciudad de Chicago, cuando se trata de los niños de la ciudad de Chicago, no creo que debamos esperar", añadió.

Entre los estudios realizados por la FDA, se puede concluir que algunos productos que contienen estos cigarrillos, como el vapor de propilenglicol -compuesto orgánico incoloro, insípido e inodoro- y la glicerina, “son normalmente seguros para la salud, pero se desconoce cuales son los efectos a largo plazo de inhalar sustancias desconocidas que también podrían contener”.

De los miles de informes recopilados por este organismo sanitario, se ha llegado al resultado de que entre los efectos de estos dispositivos están la irritación de los ojos, los dolores de cabeza y la tos, informa Los Ángeles Times. Mientras que aquellos que defienden el uso de estos cigarros alegan que se ha demostrado que “la nicotina pura –principal componente de estos dispositivos- produce mínimas secuelas en la mayoría de personas salvo en las embarazadas”: “Llevamos muchos años usando parches y tomando chicles de nicotina para combatir la adicción a la nicotina”, añaden en varios medios estadounidenses.

Una polémica abierta y confusa que se espera que se resuelva en las próximas semanas, momento en el que la FDA publique su informe, paralizado desde el pasado octubre por el cierre de la Administración provocado por la falta de acuerdo con relación a los presupuestos; problema que ha quedado resuelto la semana pasada.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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