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“Buscamos a gente enterrada en cualquier lugar”

La antropóloga forense testificó en el juicio contra el dictador Ríos Montt

Lourdes Penados, coordinadora forense en Europa de Cruz Roja Internacional.
Lourdes Penados, coordinadora forense en Europa de Cruz Roja Internacional.Massimiliano Minocri

Lourdes Penados sabe que el mundo está lleno de desaparecidos. Muchos de ellos son migrantes irregulares que salieron de sus casas en busca de oportunidades o huyendo de la guerra y que sucumbieron en el camino. Gente “enterrada en cualquier lugar” y cuya búsqueda apoya el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), donde trabaja esta antropóloga forense guatemalteca. “En Europa, la mayoría de esta gente muere tratando de cruzar”, dice Penados, que habla con suavidad de los temas más tétricos. Los ríos se llevan a muchos. Por ejemplo, el Evros que separa Turquía y Grecia, hasta que las autoridades pusieron una valla.

Los obstáculos nunca atemorizan lo suficiente: los migrantes lo intentan por otras rutas. Muchos llevan años de viaje cuando llega el momento de subir al barco. “Algunos supervivientes de Lampedusa nos contaron que hacía cuatro años que habían salido de sus casas”, cuenta la forense, que llegó a la isla italiana cuando ya se había enterrado a los 387 muertos por el naufragio de una barcaza con 500 inmigrantes el pasado 3 de octubre. “Este caso atrajo mucha atención de los medios, pero hace 10 años que pasa lo mismo”, opina la mujer mientras come un bocadillo de lengua de vaca en un bar de Barcelona, donde ha acudido a unas jornadas organizadas por el grupo Mémora.

Lo que vio en Lampedusa le causó una honda impresión. Y eso que Penados trabajó 10 años en Guatemala exhumando cuerpos y en la isla italiana no vio ninguno. “Tienen un cementerio de barcos al lado del puerto. Llegan varios cientos cada verano”, dice. También le impactó el relato de uno de los forenses del caso. “Cuando bajaron los buzos a rescatar los cadáveres, los cuerpos estaban de pie. El barco iba tan lleno que simplemente se hundieron con él. Es impresionante”.

La forense fue a la isla a apoyar a la Cruz Roja italiana, que recibió la llamada de 700 familias preguntado si sus seres queridos iban en el barco y si habían sobrevivido. Pero si la tragedia no fue suficiente, luego vinieron otras. Casi dos meses después del siniestro, los muertos seguían sin ser identificados. “Cada identificación no baja de 200 euros”, relata la mujer.

Penados dice que ya no quiere ver más muertos. “Me gusta mucho mi trabajo, pero se me hace difícil tratar con las familias. Es demasiado duro emocionalmente”. Para distanciarse de la realidad de su país, la mujer decidió aceptar un puesto como asesora del CICR. Antes había trabajado en la exhumación de cadáveres de masacres cometidas contra los indígenas de la etnia ixil, lo que la llevó a testificar en el juicio contra el exdictador Efraín Ríos Montt, que dirigió Guatemala durante 18 meses en 1982.

El militar fue condenado a 50 años de cárcel por genocidio y a 30 más por crímenes de guerra, pero el Tribunal Constitucional anuló luego la sentencia, algo que no le sorprendió. “No tenía grandes esperanzas”, confiesa. Aunque reconoce que el juicio sirvió para que “la gente que nunca pudo contar su historia lo hiciera”.

Hay algo que une a todos los desaparecidos: la búsqueda desesperada de sus familiares. ¿Descansan cuando encuentran los restos? Sí. Ahí termina “la lucha por saber”. Pero en algunos casos empieza otra: la de averiguar quién lo hizo y exigir justicia.

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