Asia se distancia del resto del mundo
Siete territorios de ese continente, cinco de influencia china, lideran el informe PISA 2012 Los expertos avisan del alto precio de los modelos en los que la presión resulta muy elevada
Zhou Luwen puede ahorrar en ropa, en calefacción, incluso en comida. Pero tiene muy claro que hay un apartado en el que jamás escatimará un yuan: la educación de sus dos retoños. “Siempre nos han enseñado que es lo más importante en la vida, una inversión indispensable. Porque sin educación no es posible tener éxito”. La filosofía de esta mujer de 43 años, residente en Shanghái, cala en toda China. Así, no es de extrañar que el país sea el que más alumnos envía al extranjero y que su capital económica se haya alzado con el primer puesto del informe PISA, que evalúa el nivel de los estudiantes de 15 años en matemáticas, competencia de lectura, y ciencias. Shanghái lidera las tres categorías con 613 puntos, 13 más que en el anterior estudio. Es imbatible en la primera: le saca 119 puntos a la media de la OCDE, lo que se puede traducir en una ventaja de casi tres años de escolarización.
Ese es un tiempo que, según apuntan expertos críticos con el sistema educativo chino, los adolescentes le restan a su vida social. Lo sabe bien Tingting, la hija mayor de Zhou. Ahora tiene 16 años, acaba de superar el zhongkao, una especie de Selectividad para acceder al instituto, y ya teme la llegada del gaokao, el examen de acceso a la universidad. Entra en clase a las 7.30 de la mañana y vuelve a casa a las cuatro de la tarde. Muchas veces no levanta la vista de los libros de texto hasta las diez, cuando su madre la obliga a dormir, y entre sus actividades extraescolares están el inglés y el piano, un instrumento que aborrece. “Conseguí entrar en el mejor instituto del distrito, y ahora mis padres quieren que estudie en la Universidad de Jiaotong [una de las mejores de China] y que luego haga un máster en Estados Unidos para encontrar un buen trabajo a mi regreso”, cuenta entre susurros. “No entiende que lo hacemos por su bien”, responde Zhou con tono conciliador pero firme.
Shanghái lidera el ranking en matemáticas; le saca tres años a la media de la OCDE
Historias como la de esta familia se repiten en los otros cuatro territorios de influencia china que aparecen entre los siete primeros de la lista del informe PISA: Singapur, Hong Kong, Taipei, y Macao. “Es evidente que los resultados son muy positivos, pero también es cierto que la presión y la competitividad a la que están sometidos los alumnos desde muy pequeños puede tener efectos negativos en su socialización y en su desarrollo humano, apartados que no analiza el informe PISA”, analiza Xu Anqi, profesor de Sociología de la Universidad de Fudan. No en vano, dos suicidios y un asesinato provocaron en mayo un acalorado debate sobre el lado más oscuro de este modelo educativo.
En Shanghái, un estudiante de postgrado de Fudan, Huang Yang, fue envenenado por su compañero de dormitorio que, al parecer, envidiaba su sobresaliente historial académico. Pocos días después, en la cercana ciudad de Nanjing, un adolescente de 13 años se ahorcó y otro de 15 salto por la ventana debido a la presión que ejercían sus familias para que acabasen la ingente cantidad de tarea que sus escuelas les habían asignado para el puente del Día del Trabajador. “Hay una conexión clara entre estos hechos y el sistema educativo básico”, reconoció entonces el profesor de Psicología Clínica Xu Kaiwen. “Se les exige trabajar duro y obtener buenas notas. Pero, aunque tengan éxito en clase, no han sido educados en el valor de la vida. Y eso lo arrastrarán también tras su graduación”.
"La presión y la competitividad de los alumnos puede tener efectos negativos"
Según estudios de la Academia de Ciencias Sociales de China, que no suele tratar el tema tabú del suicidio, unas 250.000 personas se quitan la vida cada año en el gigante asiático. Y otros dos millones lo intentan. La mayoría tiene menos de 30 años, y muchos ni siquiera han alcanzado la mayoría de edad. No en vano, en 2008 una encuesta arrojó un dato preocupante: el 17% de las estudiantes de secundaria de la ciudad de Foshan habían contemplado alguna vez la posibilidad acabar con su vida.
Tingting no ha llegado a ese extremo, pero, en un momento en el que su madre se aleja para hablar por teléfono, reconoce que a menudo está deprimida. “Me gustaría disfrutar más de mis amigos, salir de casa. Pero no me dejan. Solo quieren que estudie y estudie. Que esté entre los cinco mejores de la clase. Lo único que les importa son mis notas, y que no me eche novio para que no me distraiga. Y lo peor es que están haciendo lo mismo con mi hermano de 10 años”.
Los chinos perciben que
Luego, además, está la percepción generalizada de que el sistema educativo chino crea robots, no mentes pensantes. “La autoridad del profesor es absoluta y, aunque las cosas están cambiando, la educación es todavía unidireccional. Yo dicto, tú copias”, explica Wang Li, profesor de un instituto del barrio de Hongkou. “Al estudiante no se le permite debatir, y el modelo no incentiva la imaginación. Quizá por eso predominan las asignaturas científicas sobre las de Humanidades. Así, tenemos alumnos con muchos conocimientos teóricos, con gran habilidad para las matemáticas, pero a los que les cuesta luego innovar”.
También hay quienes critican que la excesiva especialización ha llevado a un desconocimiento generalizado de la propia cultura. “Asignaturas como Lengua o Historia se ven como poco prácticas, y eso hace que la juventud esté incluso perdiendo el lenguaje”, apunta Xu. “No obstante, con sus defectos, en líneas generales no se puede negar que la educación en las grandes ciudades chinas ha mejorado notablemente en la última década”.
Los surcoreanos nacen con un 77% de posibilidades de alcanzar la Universidad
Mil kilómetros al este de Shanghái, en Seúl, la historia se repite. El sistema educativo de Corea del Sur -que saca a España 70 puntos en matemáticas, 48 en lectura, y 42 en ciencias- es el quinto más efectivo del mundo según el informe PISA. Eso sí, el año escolar tiene unos 220 días, y, generalmente, también se acude al colegio en sábado. El surcoreano medio, que nace con un 77% de posibilidades de alcanzar la enseñanza de tercer grado, comienza su formación hacia las 7.30 de la mañana y no acaba sus clases hasta las cinco de la tarde. Y siempre que haya dado el do de pecho, porque, aunque no es legal, todavía se dan casos en los que alumnos menos aventajados son obligados a permanecer en el aula hasta la noche.
A pesar de ello, la tasa de abandono escolar en Secundaria es inferior al 1%. Una vez más, la presión familiar es un asunto clave: el 87% de los padres espera de sus hijos varones no menos que una diplomatura, un porcentaje que en el caso de las mujeres queda en el 80%. Así, no es de extrañar que Kim Youseon, una ingeniera que disfruta ahora de una carrera exitosa en una importante multinacional, recuerde su etapa de estudiante como “una tortura”. Y, sin duda, la Selectividad es el momento más recurrente en sus pesadillas.
La presión familiar es clave:
Cómo se celebran esas pruebas en la hermana capitalista de la península coreana es un buen ejemplo de la importancia que le dan sus ciudadanos a la educación. En los días previos, los templos se llenan de progenitores penitentes que piden suerte para sus descendientes. Y, el día D, la mayoría de las oficinas, e incluso la bolsa, abren una hora más tarde de lo habitual para evitar los atascos. Además, el transporte escolar tiene prioridad absoluta. “Si no conseguimos que los estudiantes lleguen a la hora, no sólo estamos arruinando sus vidas, también las de sus familias”, justificó el jefe de la Policía, Yu Jae-yong, antes de la Selectividad de este año.
Pero eso no es todo. Para que ningún ruido distraiga a quienes se enfrentan a los exámenes, el resto de estudiantes tienen el día libre. Incluso se regula el tráfico aéreo para evitar el rugido de los motores. Y cuando terminan las pruebas, a eso de las seis de la tarde, las ediciones vespertinas de los diarios publican las preguntas y respuestas de los exámenes. Es entonces cuando se multiplican los suicidios.
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