_
_
_
_

“La seguridad alimentaria es ya una cuestión nacional en el Magreb”

El catedrático Antonio Marquina presenta esta tarde en Casa Árabe un libro acerca de los problemas con la alimentación en el norte de África

Patricia R. Blanco
Antonio Marquina.
Antonio Marquina.SANTI BURGOS

“La seguridad alimentaria en el Magreb es uno de los grandes desafíos al que se enfrentan los políticos”, afirma Antonio Marquina, catedrático de Seguridad y Cooperación Internacional de la Universidad Complutense de Madrid. La subida en el precio de los alimentos, los efectos del cambio climático o el envejecimiento de los agricultores en Marruecos, Túnez y Argelia han provocado que en estos países “la seguridad alimentaria sea ya una cuestión de seguridad nacional e incluso de independencia nacional”, tal y como afirmó el presidente argelino Buteflika “en su discurso del 28 de febrero de 2008”, continúa Marquina, que esta tarde presenta en Casa Árabe (Madrid) el libro Una devastación incipiente: La seguridad alimentaria en el Magreb.

La obra, fruto de una investigación del grupo UNISCI (Unidad de Investigación sobre Seguridad y Cooperación Internacional) que él mismo dirige y la Escuela de Ingeniería Técnica Agrícola de la Universidad Politécnica de Madrid, explora tanto los factores que inciden en la demanda de alimentos como en el acceso a los mismos. “La crisis de los precios de los productos agrícolas en 2007, con una escalada tan pronunciada, hizo reflexionar a las autoridades de todos los Estados sobre las consecuencias de la volatilidad de los precios y la inseguridad alimentaria”, continúa el profesor.

Al mismo tiempo que los países del Magreb experimentan un “crecimiento de sus rentas, que lleva a demandar dietas más caras y más ricas en proteínas, y una creciente urbanización”, la disponibilidad de alimentos se ve amenazada por el envejecimiento de las poblaciones agrícolas, la emigración del campo a la ciudad y las consecuencias del cambio climático. Según Marquina, “la situación va a ser de creciente dificultad, porque habrá menos disponibilidades de agua, más calor, más sequía y menos tierra de cultivo”.

La reducción de las precipitaciones en el norte de África ha provocado ya una notable disminución del agua dulce, destinada al uso doméstico, industrial y agrícola. “En Argelia, se calcula que el agua superficial, que en los años setenta era de unos 13.000 millones de metros cúbicos, se redujo a 12.000 en los ochenta y a 10.000 a partir del año 2000”, explica Antonio Marquina. Lo mismo sucede en Marruecos, donde todos los estudios apuntan a que los ríos serán “deficitarios a partir de 2020”.

El libro, que esta tarde presenta el catedrático de la Universidad Complutense junto al embajador de Argelia en España, Mohammed Haneche, es una “llamada de atención” ante la situación de escasez de alimentos que se puede producir en los próximos años “si no se toman medidas de carácter nacional e internacional que se adivinan costosas”. “Hay que racionalizar los regadíos, usar más fertilizantes, nuevos tipos de cultivos y rediseñar a fondo el uso de las reservas de agua, pues los acuíferos están sobre utilizados, entre otras muchas políticas”, señala Marquina.

Uno de los grandes desafíos de los políticos será, según el profesor, cómo afrontar “las mayores necesidades de importación de alimentos en un contexto en el que los precios de los alimentos se han disparado”. Si la alimentación no está garantizada, “habrá que detraer recursos de unos sitios, por ejemplo, de la sanidad y la educación, para llevarlos a lo más esencial, que es que la gente tenga acceso a los alimentos a unos precios razonables”, alerta Marquina

No tomar “medidas a tiempo”, advierte el catedrático, podría llevar a algunos países del norte de África a una pérdida muy notable de competitividad e incluso a convertirse en “estados fallidos al no poder disponer de suministros básicos en cantidades suficientes en función de su coste”. Y entre esas medidas “se encuentra también el control de la altísima especulación de los precios de alimentos que ha tenido lugar y que podría volver a repetirse u otro tipo de actuaciones que induzcan a crecimientos desmesurados de los precios”. Y un aviso final: “A Europa le interesa un sur que sea próspero, porque tiene vasos comunicantes con el sur del Mediterráneo”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_