“En Emiratos no existe la marca España”

La cita es en el japonés de las Emirates Towers. Ambos asocian los edificios, entre los más distintivos de Dubái, con sus inicios en este emirato. Raúl Simón, de 38 años, llegó en 1999 como becario de la Oficina Comercial, situada en una de las torres, y Pedro Corrales, de 35, acompañando a su novia Patricia, hoy su mujer, que una década después venía con la misma beca y tenía a Simón de jefe. Los conocimientos comerciales de uno y la vocación empresarial del otro convirtieron a los amigos en socios. Hoy, su apuesta se traduce en la concesión del Pabellón de España en la feria Global Village.

He cometido el error de mencionar la crisis de la prensa. De inmediato, Corrales y Simón se ofrecen a pagar las cervezas, lo más caro, ya que el alcohol está fuertemente tasado. Optan prudentes por el menú del día aunque, a sugerencia de Corrales, también encargamos un sándwich de sushi para compartir.

Mientras picoteamos las edamame, definen el Global Village. “Es una exposición internacional en la que participan 40 países, con espectáculos y parque de atracciones; para las empresas es una oportunidad de exponer sus productos y probar si gustan en este mercado”, resume Simón.

Su reto es “traer empresas españolas” (Simón) “a una feria que nadie conoce fuera de esta región” (Corrales). Sin embargo, el Global Village es muy popular no solo entre los emiratíes y otros árabes residentes en Emiratos, sino también entre sus vecinos omaníes y saudíes. Cinco millones lo visitaron el año pasado.

“Es el único entretenimiento familiar al aire libre que hay en toda la región”, explica Corrales. Y en una zona del mundo en la que al menos seis meses al año es imposible salir a la calle por las elevadas temperaturas (llegan a superar los 48º C), su inauguración cada 5 de octubre se espera con anhelo.

Va por la 18ª edición, la tercera con un pabellón de España. “No es fácil, hay que concursar cada año y las condiciones son cada vez más exigentes”, apunta Corrales. Aun así, están satisfechos. Han logrado la participación de medio centenar de empresas que traen desde abarcas menorquinas hasta artículos relacionados con la Liga de fútbol (“arrasan”), pasando por alimentos.

“El aceite y el azafrán son los artículos estrella”, asegura Simón sorprendido por el nivel de conocimiento de los árabes. “Cuando abrimos un bote de azafrán, enseguida se percatan del aroma, y si la calidad es buena, compran aunque sea caro porque el nivel adquisitivo es alto”.

El pabellón es un escaparate de España. La gente se acerca curiosa. “Los emiratíes tienen especial cariño por lo español”, coinciden. Les gusta que quien les atiende sea un nacional. De ahí su programa de becas. Traen a seis alumnos de la Universidad Alfonso X el Sabio, que aprenden de primera mano los entresijos de todo el proceso de exportación e importación y dan autenticidad a los estands.

“Aquí no existe la marca España”, señala Simón, quien asegura que a pesar de que hay empresas españolas haciendo cosas interesantes en la zona, poca gente sabe que son españolas. “Conocen España por la herencia histórica, pero no se ha transmitido nuestra modernización”, añade. Esperan que su trabajo sirva para poner un granito de arena en ese terreno.