Cuando el límite de la vocación está en el cuentakilómetros
La crisis y la supresión de becas como la Séneca impiden a muchos estudiantes formarse fuera de su comunidad y acceder a carreras que no hay en la suya
Por inquietud o por necesidad, miles de universitarios españoles cogen sus maletas en septiembre y las llenan de libros y ropa para empezar el curso muy lejos de su domicilio, incluso en una comunidad autónoma diferente. Pero el sueño de muchos de ellos puede verse truncado debido a los recortes en las becas de movilidad. Si se le añade la crisis y el aumento del precio de las matrículas, el muro se convierte casi en infranqueable para las familias más humildes. “Se está poniendo en peligro la igualdad de oportunidades”, lamenta el vicerrector de política universitaria de la Universidad de Lleida, Paco Garcia.
En el curso 2011-2012, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Educación, un total de 112.609 universitarios se marcharon a estudiar fuera de su comunidad. Se trata de una cifra muy baja, solo un 9% respecto del total de alumnos. Dos cursos atrás eran 152.000 estudiantes los que optaban por cambiar de región (un 12,6%), según un estudio de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CyD). Se espera que el descenso continúe en los próximos cursos debido al enquistamiento de la crisis, que está depauperando muchas economías familiares, además de la disminución de las ayudas o el encarecimiento de las tasas. “Todavía tardaremos en tener datos oficiales, pero con estos factores todo hace apuntar a que disminuirá la movilidad interna de estudiantes”, asevera Martí Parellada, catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona, coordinador general del Informe CYD.
En 2012, el 9% de los universitarios (112.609) estudiaron fuera de sus regiones; un 3% menos que hace dos años
Aunque todavía no existan cifras oficiales, sí que las hay parciales, recabadas por las propias universidades, que ya empiezan a notar el efecto. Entre ellas, la Universidad Complutense (UCM), la más grande del Estado y también la que más alumnos recibe. Si durante los años anteriores a la crisis el número de estudiantes que provenían de otras comunidades se mantuvo estable en los 25.000 (lo que representaba entre el 25% y el 30% del total), en este curso que ahora ha finalizado los bancos de las aulas de la Complutense acogían a 21.804 de estos alumnos.
INGENIERÍA FORESTAL
También notan la reducción universidades más modestas como la Universidad de Lleida (UdL), un campus con porcentajes elevados de acogimiento de alumnos foráneos. De los 10.000, casi 1.700 provienen de fuera de Cataluña. Uno de los motivos que lo explican es que oferta titulaciones difíciles de encontrar en otras provincias como Ingeniería Forestal. El vicerrector de la UdL explica que esta singularidad no es suficiente para contener la sangría de estudiantes que están sufriendo. “En Forestales hemos perdido muchos alumnos. Muchos venían de otras comunidades del norte, como el País Vasco o Navarra, donde hay grandes masas forestales, pero no cuentan con estos estudios”, incide Garcia, quien señala como unos de los motivos principales el fuerte aumento del precio de las matrículas (hasta un 67% en Cataluña).
Pero no se trata de una tendencia homogénea en todo el territorio español. Campus como el de Barcelona, el más grande de Cataluña, viven un movimiento totalmente contrario. En el curso 2011-2012 (los últimos datos facilitados por la universidad) contaban con 1.754 estudiantes venidos de otras comunidades, un 45% más que el curso anterior. Con todo, Cataluña y otras autonomías con lengua propia no acostumbran a ser las que más escogen los estudiantes. En la comunidad catalana, solo el 5% de estudiantes provienen de otras provincias, y la mayoría son de la misma área lingüística, como Baleares o la Comunidad Valenciana. En el País Vasco, este porcentaje es del 7%.
Madrid es la región que más eligen los jóvenes españoles a la hora de realizar sus estudios. Hace dos cursos llegaron 38.200 alumnos de todas las provincias a los campus de la capital. Le sigue Castilla y León, la Comunidad Valenciana y Andalucía. Pero si se miran las estadísticas en porcentajes, es La Rioja la que lidera el ranking, con un 28% de estudiantes procedentes de otros rincones españoles.
Los madrileños, junto a los catalanes, andaluces y valencianos, son los que menos salen fuera de su comunidad para estudiar, según un estudio de la Fundación Conocimiento y Desarrollo. El principal motivo, según sus expertos, es que los jóvenes ya encuentran en su región una oferta amplia y suficiente de titulaciones universitarias.
La movilidad interna de los estudiantes puede verse afectada notablemente el curso próximo con la supresión del programa de becas Séneca, que son como las Erasmus, pero destinadas al territorio nacional. Este paquete de ayudas benefició este curso pasado a 2.050 estudiantes, que recibían hasta 200 euros para gastos de desplazamiento, además de unos 500 euros al mes para manutención. El Gobierno decidió suprimir este programa –con 13 años de vida– y destinar los 6,7 millones de su partida a becas generales. La decisión causó un fuerte rechazo principalmente en el colectivo estudiantil. El Consejo de Estudiantes Universitario del Estado (Ceune) defiende que este tipo de programas suponen una “herramienta de cohesión y vertebración entre universitarios de España”.
Coartar la movilidad de los estudiantes puede tener consecuencias importantes. Por un lado, muchos se pueden quedar sin cursar los estudios deseados –porque no los ofertan las universidades de su comunidad– y verse abocados a hacer una carrera que no les motive. También se perderán la riqueza que supone el poder viajar a un lugar diferente, a lo mejor con una cultura diferente, e independizarse del hogar familiar. “Lo principal para un universitario es su formación profesionalizadora, la que le da la carrera, pero también es básica su formación integral como persona. Cuando se traslada, el alumno madura más y también le permite conocer otras culturas, así que se vuelve más tolerante”, asevera el vicerrector Paco Garcia.
Las repercusiones de este recorte se harán notar también en las ciudades que los acogen y que se nutren de la riqueza que genera la presencia de los universitarios, como Lleida o Salamanca, entre muchas otras. “Desde las tiendas de ordenadores, los bares, las librerías, el mercado de viviendas… Hay muchos servicios que dependen de los estudiantes”, subraya Garcia.
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