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Un bucle pesimista en los corrillos

Personalidades del mundo político y económico no ven salida fácil a la crisis

Se ha premiado la excelencia para dar a conocer realidades duras en Colombia y en España, con el epicentro de la crisis. Este es el hilo conductor de los trabajos galardonados este año en los Premios Ortega y Gasset. ¿Cuándo será posible premiar trabajos que reflejen soluciones a la crisis? La pregunta subyacía en los comentarios de los políticos que asistieron a esta ceremonia.

Con gran énfasis lo expuso el dirigente socialista Rafael Simancas, responsable de Formación del PSOE, para quien “lamentablemente no se abandona el mero diagnóstico de la crisis, sin aportar soluciones ni salidas”. Simancas intercambiaba opiniones con su compañera en la dirección del PSOE Trinidad Jiménez, muy concernida sobre el deterioro social de España desde su responsabilidad como secretaria ejecutiva de Políticas Sociales. Junto a ellos, la portavoz socialista, Soraya Rodríguez, comentaba con otros compañeros el intercambio duro y áspero que tuvo por la mañana con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en torno a la disminución de recursos para programas contra la violencia de género.

De este bucle pesimista no salían muchos de los asistentes a esta ceremonia, tampoco el expresidente Felipe González. “No veo salida fácil, porque no creo que haya empezado ni por asomo la senda de crecimiento; sigue sin haber crédito y así no se puede seguir”. ¿Quién tiene la culpa? “Entre todos la mataron…”. Pese a todo, González sí vio un pequeño destello en el proyecto impulsado por Alemania, Italia, Francia y España para poner en marcha un plan de empleo juvenil.

A pocos metros, el líder actual del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, conversaba con un semblante muy serio con Ángel Gabilondo, exministro de Educación en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Porque entre crisis y crisis, la preocupación por la reforma educativa que prepara el Gobierno se coló en las conversaciones.

Humildad, rigor y esfuerzo en pequeños detalles

Al colombiano Alberto Salcedo Ramos, galardonado anoche con el premio Ortega y Gasset de periodismo impreso, le gusta recordar la célebre frase de Gustav Flaubert sobre la búsqueda de la verdad en los pequeños detalles. Esos detalles que solo se encuentran cuando uno se detiene a observar la realidad sin prisas, tomando un respiro, pensando, mirando una y otra vez, sin darse nunca por vencido. Todo ello lo encontró la actriz Irene Escolar, miembro del jurado, cuando leyó los textos premiados: “Ser jurado de estos premios me ha dado la posibilidad de leer textos de medios que aquí apenas se conocen, de conocer historias brutales que me han hecho aprender mucho, no solo de periodismo”.

Y esos detalles son la base de una buena crónica, género que ayer salió a hombros del Caixa Forum de Madrid, donde pese a esta otoñal primavera, se venció al pesimismo de los malos tiempos reivindicando un calor que no falla: el del rigor, la humildad y el esfuerzo que esconde el mejor periodismo (lo recordó Salcedo Ramos en directo durante el acto y lo ilustró por vídeo con su eterno ejemplo otro de los galardonados, Jesús de la Serna).

Una mezcla complicada

Como recordó la colombiana Pilar Reyes, editora de Alfaguara, la crónica es el género lento del periodismo, “que solo surge con espacio y dinero, una mezcla que hoy es complicada”. Para Reyes, defensora de un género que “podría tener su gran futuro en Internet”, el boom de la crónica latinoamericana está relacionado “con el de las revistas, pero no sabría decir qué vino primero”. “Lo cierto es que requiere esa cámara lenta, esa capacidad de observación tan reñida con la velocidad de hoy”.

Javier Moreno, director de EL PAÍS, recordó, al hilo del premio a Salcedo Ramos, que el reportaje por el que se ha premiado al escritor colombiano es “una metáfora” sobre el valor de la cultura, “como lo es sobre el esfuerzo del buen periodismo”.

En el patio de butacas aplaudían a los premiados el escritor Manuel Vicent y el actor Álvaro de Luna (dos veteranos de la convocatoria de los premios); los hermanos Jorge y Javier Martínez Reverte, que departían con los críticos de Babelia Manuel Rodríguez Rivero y José María Guelbenzu; los artistas Eduardo Arroyo y Hernán Cortés, la actriz y empresaria teatral Blanca Marsillach, la galerista Soledad Lorenzo y los periodistas Pepa Bueno, Diego Carcedo, Joana Bonet (nueva directora de Prisa-Revistas), El Roto, Peridis o Vicente Verdú.

“Hay que hacer los deberes”. La frase de Juan Antonio Sagardoy resume el sentir general de los empresarios y ejecutivos que acudieron al acto y que estaban en minoría frente a la mayor presencia de políticos y representantes de los gabinetes de comunicación de los propios grupos. Junto a Sagardoy dialogaba otro grupo en el que Arturo Fernández, presidente de la patronal madrileña CEIM y vicepresidente de la CEOE, entre otros cargos, explicaba las últimas decisiones llevadas a cabo por la patronal y las relaciones mantenidas con el Gobierno. El recientemente nombrado consejero delegado del Banco Popular, Francisco Gómez, con el director general de La Caixa y responsable de Comunicación, Jaume Giró, tuvieron la oportunidad de comentar la evolución del sistema financiero en los últimos meses.

José Manuel Vargas, presidente de la empresa Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) y José Manuel Revuelta, presidente de los astilleros públicos Navantia, también departían sobre la actualidad mientras saludaban a otros asistentes. Entre ellos estaba José Boada, presidente de la entidad Pelayo Seguros y Evelio Acevedo, director del Museo Thyssen Bornemisza y Adolfo Valero, del Grupo PRISA.

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