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“Si lees la prensa y estás atento, el humor salta solo”

Los guionistas fueron la sustancia de la gala de la noche de los Goya

Juan Cruz
Los guionistas Cris López y Edu Arroyo. / Luis Sevillano
Los guionistas Cris López y Edu Arroyo. / Luis Sevillano

Cris es Cris López y Edu es Eduardo Arroyo, madrileños; sus caras son anónimas pero sus palabras son desde el domingo 17 de febrero las más discutidas de España. Son los guionistas de Eva Hache y la sustancia de la gala de los Goya. Se conocieron a finales de los años ochenta, estudiando Ciencias de la Comunicación, y desde 1993 están juntos haciendo guiones como este que representó Eva Hache. Lo único que les dijeron fue “que los Goya tenían que mirar a la calle. A partir de ahí inventamos; escribir para Eva es fantástico: su inteligencia lo amplifica todo”.

Son “pareja artística”. Ella tiene marido y dos hijos: Guillermo, de seis años, y Celia, de nueve. Él tiene novia. De estudiantes descubrieron “que el guion no tiene límites”. Se compraron máquinas de escribir iguales, hicieron monólogos, dirigieron programas, trabajaron en mitos de la programación (Caiga quien caiga, con Wyoming en Telecinco, La noche Hache, con Eva Hache en Cuatro) y de ahí nació “un idilio con Eva”, que los reclamó el año pasado, cuando sucedió a Buenafuente en la conducción de la gala de los Goya.

En aquellos programas le cogieron el gusto al humor político; “si lees la prensa y estás atento, ese humor salta solo”. El año pasado el Gobierno de Rajoy se estaba estrenando, “pero este año ya llevaba el tiempo suficiente como para que no tuviéramos más remedio que ocuparnos de algo de lo que ha hecho”. Cuando se vieron con los responsables de la Academia no hubo consigna alguna. “Solo nos dijeron que no le diéramos la espalda a la realidad”. De ahí nacieron los gags. El 21% del IVA, la Monarquía, los escándalos, “los sobres de Bárcenas, los sobres de los premiados, la verdad es que el asunto de los sobres te ponía a huevo muchas bromas”. “El guion no podía ser una cápsula de cine, había que buscar el humor en lo que dice la gente en la calle”. El sitio, el Auditorio Príncipe Felipe, también daba de sí. Por ahí vino la alusión al balonmano, “que tanto daño le ha hecho a esa familia”. “Hombre, ¡era una broma contra Urdangarin! ¡Cómo íbamos a querer ofender a quienes nos han hecho campeones del mundo!”.

No les ha sorprendido que Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, reaccionara bramando contra los actores, “porque de Montoro ya a mí no me sorprende nada”, dice Edu, “pero solo fue aludido en un sketch sobre Blancanieves. No era para ponerse así”.

“En el equipo de Eva Hache nos sentíamos como en los boxes de fórmula 1”, dice Cris. “Eva Hache es como Fernando Alonso, controla, vaya que sí controla. Estaba cómoda, lo disfruta”. El error del premio equivocado se les escapó. “Estábamos en otra cosa”, cuentan. Intentaban con el guion “que la gente se sintiera reconfortada sabiendo que esta situación deteriorada no pasa desapercibida”. Les han sorprendido algunas críticas. “Parece que este país sigue crispado; en ese sobresalto pierde el sentido del humor. Tenemos un déficit de risa, nos reímos de los otros pero no nos gusta que se rían de nosotros”.

Estamos ante unas suculentas papas arrugadas en este restaurante de resonancias canarias. ¿Y qué comían detrás del escenario del glamour? “¡Qué no comíamos!”. Como en los boxes: mientras en la pista reían, ellos se comían las uñas, preparando el siguiente gag.

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