Rouco apela a la familia para afrontar la crisis y evitar el aborto
El cardenal defiende “la verdad del matrimonio”, criticando las bodas gais
Era, otro año más, la misa de las familias católicas. Miles de ellas, muchas venidas de diferentes puntos de España y congregadas en la madrileña plaza de Colón, escucharon ayer al cardenal Antonio María Rouco ensalzarlas como pilar fundamental y “cauce de auténtico amor” para afrontar la crisis. Un amor llamado también a terminar con la “estremecedora tragedia del aborto”. El presidente de la Conferencia Episcopal, cuya misa concelebrada estuvo precedida por la alocución de Kilo Argüello —impulsor del Camino Neocatecumenal, de tinte conservador— hizo elogio de la familia tradicional, como siempre en esta cita.
“Solo la familia concebida y vivida en la plenitud de su verdad, como la enseña el lenguaje inequívoco e indestructible de la naturaleza humana, despeja el horizonte de la esperanza para el hombre y la sociedad de nuestro tiempo”, señaló Rouco, también arzobispo de Madrid. Calificó el año que ahora concluye como “crítico y doloroso” y aseguró que “las familias cristianas serán y son la esperanza para hoy”. En su homilía, apuntó la necesidad urgente de actualizar “la doctrina de la fe sobre la verdad eterna del matrimonio y de la familia”. “Ignorarla y, más aún, despreciarla es poner en juego su misma viabilidad histórica. Sin la verdad del matrimonio, el organismo vivo que es la sociedad se desintegraría. Se pondría en peligro el hombre mismo”, añadió el jefe de los obispos españoles. Era su forma de poner sobre el tapete su crítica a las bodas entre personas del mismo sexo, avaladas finalmente por el Tribunal Constitucional.
El cardenal afirmó que la fe “clarifica y dignifica las relaciones humanas, y las convierte en cauce de auténtico amor”. “Amor que una a los hombres como hijos de Dios en la familia, en la sociedad y, por supuesto, en la Iglesia. El amor que hará posible terminar con esas dramáticas situaciones que se derivan de la extrema facilidad con que se llega al divorcio, se rompen las familias y se somete a sus miembros más débiles, a los niños, a una dolorosísima tensión interior”, añadió. Un sentimiento, continuó, “dispuesto al socorro y a la ayuda sacrificada y generosa de las familias entre sí y entre sus miembros en las circunstancias tan frecuentes y dolorosas del paro, de las dificultades económicas, morales y espirituales”. Un amor, en fin, que “perseverantemente vivido al calor y con la fuerza de la fe cristiana, hará posible terminar con la estremecedora tragedia del aborto practicado masivamente desde los años setenta del pasado siglo en la práctica totalidad de los países europeos, incluida España, al amparo de una legislación, primero despenalizadora del mismo y, luego, legitimadora”.
El jefe de los obispos denuncia un deterioro histórico de la fe
Frente a millares de fieles, incluidas muchas familias numerosas, el cardenal proclamó: “Sería una gravísima responsabilidad pastoral y apostólica dejaros solos en esta situación tan dramática, producida por una crisis que os afecta muy directamente en lo económico; pero, sobre todo, en el reconocimiento social, cultural y jurídico que se os debe”. A su juicio, ahora se vive “una crisis de fe con pocos precedentes en la historia de Europa y de España”.
En una fría mañana, Rouco estuvo acompañado en el blanco altar por otros prelados concelebrantes. Entre ellos, el cardenal y arzobispo de Barcelona, Luis María Sistach y el prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Antonio Cañizares. Los asistentes pudieron seguir la misa a través de pantallas gigantes desde las que se emitió el mensaje del Papa. Antes de la ceremonia, Kiko Argüello se dirigió a ellos para denunciar que la sociedad “ha renegado de Dios”. “Divorcios, adulterios, fornicaciones, la televisión, las películas... cómo podemos vivir en una sociedad así que está destruyendo el amor y la familia”, se preguntó el líder de los neocatecumenales.
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