La agonía de una madera histórica
Parques Nacionales privatizará el aserradero de Valsaín, abierto en 1884
Los montes de Valsaín, en Segovia, son algo más que una enorme masa de pinos en la falda norte de la Sierra de Guadarrama. Son, sobre todo, un ejemplo de gestión maderera sostenible, de extracción de un monte público y de comercialización de la mejor madera de España por parte del Organismo Autónomo de Parques Nacionales. Pero el hundimiento de la burbuja inmobiliaria, con la consiguiente caída de la demanda de madera, ha llevado al Ministerio de Medio Ambiente a cerrar el aserradero de Valsaín, abierto en 1884 bajo el patrocinio real. El viernes, bajo una de las primeras nevadas de la temporada, se veían junto a las naves unos 1.500 metros cúbicos de madera que se acumulan sin que nadie la compre. Los enormes troncos apilados junto al aserradero esperan al concurso que privatice la gestión y entierre una época.
Parques Nacionales continúa con su política de recortes. Tras subastar —con escaso éxito recaudador— la caza en fincas emblemáticas como Quintos de Mora, ahora pasa a desprenderse del aserradero de Valsaín. Se trata de un complejo que incluye una joya de la arquitectura industrial: el “real taller de aserrío mecánico”, abierto en 1884 bajo por orden real. Conserva en su interior una máquina a vapor y fuera, una chimenea de ladrillo rojo. Tras un incendio en 2005, en 2010 reabrió restaurado gracias a una inversión de unos tres millones de euros.
“Maderas de Valsaín” es la marca con la que Parques vendía una de las mejores maderas de España, con todas las certificaciones ambientales. Proceden de los montes públicos de la zona, y son un ejemplo de sostenibilidad porque desde hace siglos se cortan pinos de 120 años.
“Es como el campo. Hay que cosecharlo cada año para sacar 33.000 metros cúbicos de madera al año”, explica el socialista José Luis Vázquez, alcalde del Real Sitio de San Ildefonso (5.700 habitantes), al que pertenece Valsaín. El problema es que “el mercado de la madera está en absoluta depresión”. Así, según una portavoz del ministerio, el aserradero pierde entre 750.000 y 800.000 euros al año porque “la madera solo se vende para triturar y para embalaje”. Nada de muebles de calidad. Parques, cuyo presupuesto ha caído en dos años de 100 millones a 40, ha decidido que es una carga excesiva y en verano cerró el aserradero a la espera de privatizarlo.
Vázquez cree que puede ser rentable: “El problema es que la Ley de Contratos Públicos es muy rígida y el aserrío real no puede negociar, así que se queda con la madera en vez de bajar el precio”. El Ayuntamiento y los madereros del pueblo preparan una oferta para quedarse con el aserradero y mantener la vinculación del pueblo con el monte. Como explica el alcalde, “el monte es propiedad del Estado, pero cuando se acerca el fuego llaman a los vecinos y al alcalde, no al ministro”. Sin embargo, legalmente no es sencillo hacer un pliego que prime que los empresarios sean locales, por lo que la gestión puede quedar en manos de la empresa que presente la mejor oferta.
Lucas Huertas, presidente de la Asociación de Madereros de La Granja-Valsaín y dueño de un taller maderero de los que abundan en los alrededores, explica el impacto que tendría el cierre de la instalación: “Hay 40 o 50 personas que viven indirectamente del aserradero. Y necesitamos la marca de Valsaín”. No es el único, en la provincia de Segovia había cuatro aserraderos y queda uno.
Los ecologistas recelan de la privatización, como explica Theo Oberhuber, de Ecologistas en Acción: “La prioridad debería ser la conservación, pero el monte se orienta más a la explotación de la madera. Aun así, lo lógico es que si es una finca del Estado, el aserradero también lo fuese, pero el Gobierno desconfía de lo público”.
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