“Yo vendo el agua y el vaso juntos”
La emprendedora china fundó una empresa que edita influyentes revistas
Tiene 44 años, una risa contagiosa, el orgullo de quien se ha construido a sí mismo y la seguridad de quien se siente triunfadora. La empresa que fundó, De-think Marketing Comunication Co. Ltd., le permite codearse con jefes de Gobierno y presidentes de multinacionales, a través de los servicios de relaciones públicas que presta a Telefónica, British Petroleum, Phillips o Lenovo, y de las seis influyentes revistas de negocios que edita. Eliana Ao asegura que siempre ha sido feliz, salvo los meses que estuvo casada con el hijo de un general de tres estrellas del Ejército Popular de Liberación. “Fue un error brutal. A los tres meses de la boda descubrí que mi marido, como muchos otros príncipes [los hijos de los altos funcionarios chinos], tenía un montón de amantes. No lo podía soportar. Me sentía como un pájaro enjaulado; una sirvienta en la enorme casa de mis suegros, que protegían tres guardias. Dos semanas antes de dar a luz, me escapé”.
Eliana se fue a un hotel y lloró durante cinco días hasta que apareció su madre. Cuando la niña —que hoy tiene 22 años y estudia Psicología en Inglaterra— nació, su marido le dijo una frase que cambió su vida. “Si quieres la niña, no hay dinero, y si quieres dinero, no hay niña”. No se lo pensó. Se fue con su hija a casa de su madre y se prometió que a la niña no le faltaría de nada.
Había terminado la carrera de piano y decidió ganarse la vida tocando en los lujosos hoteles que florecían por Pekín, entre ellos el Shangri-La. El director se fijó en ella y la invitó a trabajar en el Departamento de Relaciones Públicas. Fue su primera escuela de negocios. En un año ocupaba un cargo relevante. Su hija y su madre, jubilada a los 50 años para atender a la nieta, se trasladaron a vivir al hotel, para que Eliana pudiera trabajar sin descuidar a la niña. “Comenzaba a las 6.30 de la mañana y terminaba a las doce de la noche, pero si había alguna urgencia me llamaban también en esas horas y salía corriendo”, afirma en Barcelona, donde ha asistido al III Encuentro de Mujeres Asiáticas y Españolas organizado por Casa Asia.
Para un trabajo inteligente hay que tener contactos brillantes”, dice la empresaria
En un país donde el guangxi (tener contactos) es fundamental, Eliana comenzó a elaborar su agenda. A los cuatro años dejó Shangri-La para convertirse en actriz. Rodó tres películas y dos series de televisión en un año. “Lo dejé porque ganaba poco dinero y es un trabajo poco edificante. Si es constructivo no importa dedicarle 18 horas, pero tienes que sentir que te hace crecer”, señala.
Se hizo cargo entonces de la expansión en China del principal grupo textil de Hong Kong, Theme Retail Group, y en tres años logró la apertura de 283 tiendas, pero comprendió que necesitaba el inglés. Lo dejó todo y se matriculó en Cambridge en Literatura Inglesa y Americana. “No terminé el curso. Me dediqué a viajar por Europa. Gasté mucho y volví a Pekín a los 18 meses”.
Comenzó entonces a trabajar para una empresa taiwanesa de unidades móviles y equipamiento de televisión. “Todos sus clientes eran muy importantes, pero muchos no pagaban. Yo les pedía que me explicaran por qué compraban unos equipos y no otros, aprendía ingeniería, técnica y conseguía no solo que pagaran, sino que compraran más. En un año conseguí siete millones de dólares de deudas (5,4 millones de euros) y otros 10 millones en ventas (7,7 millones de euros). Yo vendo el agua y el vaso juntos”, dice. Había llegado el momento de crear su propia empresa y para llevarla a la cumbre, Eliana amplió su agenda de contactos matriculándose en el máster más prestigioso de China, en la Guanghua School of Management. “Para un trabajo inteligente hay que tener contactos brillantes”, concluye.
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