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VIDA&ARTES

¿Tienes un plan B?

La incertidumbre laboral empuja a replantearse el futuro Montar un negocio, cambiar de oficio o emigrar, principales opciones La crisis puede ser una oportunidad para reinventarse

Raquel Vidales
Julia Peña hace postres caseros para redondear su sueldo. / Gorka Lejarcegi
Julia Peña hace postres caseros para redondear su sueldo. / Gorka Lejarcegi

Julia Peña, de 27 años, es licenciada en Psicología e intérprete profesional de flauta travesera. Como psicóloga nunca ha encontrado trabajo, aunque sí como profesora en una escuela de música de Madrid. El problema es que su salario de 850 euros no da para mucho y, además, el próximo curso bajará porque con la crisis se están reduciendo los alumnos. Pero ella no es de las que desesperan. Hace ya un año puso en marcha un plan B: hace tartas y pasteles caseros por encargo. "De momento vendo a amigos, familia, compañeros de trabajo, alumnos, vecinos, conocidos... No sé si con el tiempo tendré cada vez más clientes, pero la verdad es que últimamente me llaman más por la repostería que por mi oficio de flautista o la psicología. Quizá en el futuro esto acabe siendo lo que me dé de comer”, explica. Por ahora, le sirve para redondear el sueldo y asegura que algunos meses hasta consigue ser mileurista.

Montar un negocio, cambiar de profesión, estudiar un máster, aprender idiomas para buscar fortuna en el extranjero… El 20,7% de los españoles considera probable o muy probable quedarse sin empleo en los próximos 12 meses, según el barómetro de junio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), una situación de incertidumbre que empuja a muchos a replantearse el futuro. A veces, eso implica lanzarse a desarrollar iniciativas que antes ni hubieran imaginado, como ha hecho Julia. Su pequeño proyecto se llama, de hecho, Repostería Casera Plan B. "Nunca pensé en dedicarme a esto, a pesar de que mucha gente que probaba mis postres me decía que tenía que venderlos porque me salían muy ricos. Siempre lo he hecho por gusto, sin plantearme montar un negocio. Pero el año pasado, después mucho tiempo estudiando para unas oposiciones que me salieron fatal, pensé que necesitaba hacer algo diferente, que no me obligara a pensar y me diera ánimos. Entonces me dije: ¿por qué no algo que me gusta como la repostería? Y así empezó todo", recuerda.

Julia no vive de sus postres y no sabe si algún día lo hará, sobre todo porque ve difícil conseguir el crédito necesario para alquilar un local y poner en marcha un obrador. Pero su experiencia de este último año con la repostería ya le ha dado algunos frutos: además de redondear su sueldo, le ha servido para trabajar como cocinera suplente algunos fines de semana. "¡Quién sabe dónde acabará esto!", exclama.

El 20% considera probable o muy probable quedarse sin empleo en el próximo año

En todo caso, aparte de la dificultad para conseguir crédito, convertirse en empresario de la noche a la mañana no es fácil. Al quedarse en paro, muchos profesionales deciden capitalizar la prestación por desempleo para montar un negocio, pero no todos consiguen salir adelante. "No todo el mundo es capaz. Cuando estás acostumbrado a trabajar recibiendo órdenes, no es sencillo empezar a tomar un montón de decisiones a diario. Yo siempre digo que no importa tanto la idea como la persona que está detrás de esa idea. Hay que estar muy comprometido, superar muchos obstáculos desde el primer momento, constantes negativas y muchos pequeños fracasos. Y eso, a veces, da mucho vértigo", advierte Marta Brenta, asesora de la agencia municipal Madrid Emprende.

Javier Azuara, de 45 años, no se ha dejado paralizar por el vértigo. Se ha atrevido no solo a convertirse en empresario, sino también a dejar su casa en Madrid para trasladarse a Galicia. Actor de teatro, en los dos últimos años ha trabajado como dinamizador con grupos de mayores en la Obra Social de Caja Madrid, muchos de cuyos programas están en el aire por la penosa situación de Bankia, incluido el suyo. Por eso, Javier no se lo pensó dos veces cuando el pasado abril le surgió la oportunidad de adquirir el traspaso de una casa rural, la Rectoral de Anllo, en un pequeño pueblo de la provincia de Lugo. A su pareja, Nacho, jardinero de profesión, también le entusiasmaba la idea de vivir en un idílico paraje en el campo. Así que, después de hacer unos cuantos números, hace poco más de un mes se despidieron de sus trabajos, hicieron las maletas y pusieron rumbo al norte.

“No todo el mundo
es capaz de montar
un negocio”, señala
una experta

"Nos lanzamos sin dudarlo porque la casa nos enamoró. Pero también porque el negocio llevaba diez años funcionando bien y los dos tenemos experiencia en la hostelería. Eso nos da cierta confianza. Aunque, claro, nos queda mucho que aprender y algo de vértigo hay", confiesa Javier. "Pero la ilusión supera al vértigo. En realidad, esto es algo que llevábamos deseando mucho tiempo. Queríamos tener un negocio, pero también cambiar de vida", asegura.

Cambiar de oficio, de ciudad, de vida. Dicen los expertos que los españoles hemos sido tradicionalmente resistentes al cambio, pero la crisis nos está transformando. Según un estudio de Randstad, el 69% de los españoles se encuentra actualmente dispuesto a cambiar de ciudad con el objetivo de encontrar un empleo. Eso sí, a la hora de elegir destino, la mayoría (52,34%) preferiría trasladarse dentro del país, no al extranjero.

"Desde 2010 estamos notando más flexibilidad. En general, los trabajadores que acuden a nosotros están más dispuestos a trasladarse, a cambiar de funciones e incluso de sector", sostiene Orestes Wensell, director comercial de Lee Hecht Harrison, la agencia de recolocación del grupo Adecco. Según Wensell, en este momento es especialmente importante estar abierto a reciclarse. "Cuanto más nos acerquemos a las necesidades actuales del mercado, menos tiempo tardaremos en encontrar una recolocación. Por ello, ahora más que nunca es vital estar formándose continuamente, actualizar conocimientos y, por supuesto, aprender idiomas", afirma.

Nacho Morales (izquierda) y Javier Azuara han dejado Madrid para regentar una casa rural en Lugo. / Nacho Gómez
Nacho Morales (izquierda) y Javier Azuara han dejado Madrid para regentar una casa rural en Lugo. / Nacho Gómez

La necesidad de aprender idiomas para mejorar el currículum es obvia desde hace años. Pero mientras que antes de la crisis la mayoría lo hacía para aumentar sus posibilidades de encontrar trabajo en España, ahora también se contempla como una herramienta para emigrar si las cosas se ponen muy duras.

El inglés sigue siendo el rey, por supuesto, pero últimamente ha entrado en escena un nuevo protagonista: el alemán. Como ejemplo, baste decir que el número de alumnos matriculados en los cursos del Instituto Goethe de Madrid subió esta primavera un 35% respecto a los que se apuntaron en 2011, cuando ya se había registrado otro incremento del 20% frente al año anterior. "Antes teníamos problemas para llenar las clases y ahora estamos desbordados. Además, la motivación para estudiar este idioma ha cambiado claramente. Mientras que antes la mayoría lo hacía por motivos culturales, ahora el 90% viene por razones profesionales. Incluso hemos creado cursos especiales para enseñar a afrontar entrevistas de trabajo", señala Margareta Hauschild, directora del centro.

A la busca de alternativas

  • Autoempleo. Según datos del Ministerio de Empleo, el año pasado 147.467 trabajadores pidieron capitalizar su prestación por desempleo al quedarse en paro para convertirse en autónomos o formar empresas. En 2005 solo 90.468 solicitaron esta opción, en 2006 subió a 125.944 y en 2007 se disparó a 154.473.
  • Vuelta a las aulas. El número de alumnos de másteres oficiales aumentó en el curso 2010-2011 un 29,5% respecto al anterior, según el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE). El centro universitario que más creció ese mismo curso fue la UNED, que permite compaginar trabajo y estudios.
  • Movilidad. En el primer semestre de este año, 40.625 españoles emigraron al extranjero, un 44,2% más que en la primera mitad de 2011, según el INE. El barómetro del CIS de febrero revela además que el 17% de la población ha pensado en el último año en la posibilidad de vivir en otro país y otro tanto ha barajado mudarse a otra comunidad.
  • Idiomas. La crisis ha disparado la demanda de alemán. Solo en el Instituto Goethe de Madrid el número de alumnos subió un 20% en la primavera de 2011 y otro 35% este año. También, según las escuelas de idiomas, ha crecido el interés por el chino.

Alfonso Gadea, de 38 años, es uno de los nuevos alumnos del Goethe. Hace tres meses, tras perder su empleo como directivo de marketing en una consultora, se lanzó a la búsqueda de un nuevo puesto en España, pero a la vez decidió apuntarse a clases de alemán. "Había estudiado ya algo este idioma tras licenciarme, un poco porque me gustaba y también para mejorar mi currículum, pero luego empecé a trabajar y lo dejé porque no lo necesité. Ahora lo he retomado porque quiero tener abierta la posibilidad de irme a Alemania si no encuentro nada aquí", explica. Alfonso, casado y con hijos, no contempla emigrar como primera opción, pero se lo planteará seriamente en unos meses si no logra recolocarse.

Mucho más decidido lo tiene Miguel Mercado, estudiante de ingeniería de 22 años, que no ha esperado a terminar la carrera para empezar a preparar su plan B. "No creo que aquí encuentre trabajo cuando acabe, así que he empezado a estudiar alemán por si acaso. Hace dos años hice un curso en la escuela de idiomas y ahora acabo de terminar otro en el Instituto Goethe", apunta. Él lo tiene claro: "Ya tengo asumido que voy a tener que pasar una buena temporada fuera de España. Y posiblemente será en Alemania".

No solo aumenta la demanda de alemán. El último estudio del Instituto Nacional de Estadística recoge un incremento del 29,5% en el número alumnos de máster durante el curso 2010-2011. Muchos de ellos son trabajadores en activo. "Hay más inquietud que antes, evidentemente, y por eso son muchos más los profesionales que deciden ponerse a estudiar para estar mejor preparados ante cualquier eventualidad. Se nota, por ejemplo, en que cada vez más nos demandan formatos de cursos a tiempo parcial y online, que permiten compaginar los estudios con el trabajo", comenta Eduardo Fernández-Cantelli, directivo de la escuela de negocios IE Business School.

Teresa Muñoz, secretaria de Formación de UGT, ha notado también cambios en el perfil de los alumnos que se apuntan a los programas de reciclaje que organiza el sindicato. "Antes no era normal que un ingeniero o un licenciado se inscribiera en cursos de formación profesional. Pero la inseguridad laboral es tal, que cada vez más buscan nuevas salidas en sectores emergentes, aunque eso suponga rebajar la categoría o los ingresos", explica Muñoz. "Aunque también, claro, seguimos teniendo muchísimos estudiantes de niveles medios que necesitan actualizar sus conocimientos o quieren aprender un nuevo oficio con mejores perspectivas que el suyo", puntualiza.

Cada vez más españoles están dispuestos a cambiar de ciudad

Si hay que cambiar, se cambia. Pero ¿se puede dar un giro radical? ¿Cómo hacerlo cuando no se conoce otro oficio que el que se ha realizado siempre? "No se trata de buscar una nueva profesión. De hecho, siempre existen más posibilidades de encontrar trabajo dentro del campo de actividad en el que se tiene experiencia. Se trata más bien de explorar todas las opciones que ofrece ese campo que uno conoce. Por ejemplo, un periodista puede encontrar empleo no solo en un medio de comunicación. También en consultorías, editoriales, agencias de seguimiento de audiencias, compañías de Internet o departamentos de comunicación de empresas", opina Orestes Wensell.

En pleno proceso de reciclaje está Jesús Ángel Núñez. A sus 48 años, después de quedarse en paro tras toda una vida arreglando televisores, se ha apuntado a un curso de UGT para aprender a diseñar autómatas programables, una actividad que no le resulta demasiado ajena y que, según le han informado, tiene más futuro que la reparación de electrodomésticos. “Pensé que me iba a resultar más difícil. Pero como tengo la base de la electrónica, me estoy adaptando muy bien”, asegura. Lo mejor de todo es que le gusta. “Aprender cosas nuevas siempre anima. Me ha dado esperanzas”, confiesa ilusionado.

Saber cómo reinventarse es la clave. El pasado 6 de julio, la Fundación Telefónica dedicó precisamente a este concepto su ciclo anual de debates Thinking Party, con invitados que en algún momento han pensado o escrito sobre la cuestión. Entre ellos estaba el psiquiatra Luis Rojas Marcos, que destacó la capacidad de adaptación como uno de los principales valores del ser humano. "Cuando una persona atraviesa un proceso de crisis, normalmente sale fortalecida porque descubre aspectos de sí misma y de la vida que antes desconocía. Lo que pasa es que, de entrada, solemos resistirnos al cambio porque tendemos a quedarnos en el entorno que ya conocemos, porque ahí nos sentimos seguros. Necesitamos un motivo para dar el paso, algún cambio en ese entorno que nos obligue a ello, lo que al final puede resultar muy satisfactorio", defiende Rojas Marcos.

El número de
estudiantes de alemán
se ha disparado

Mario Alonso Puig, experto en liderazgo y autor del libro Reinventarse, coincide en esta visión. “La palabra crisis está asociada a emociones de tono negativo porque conlleva incertidumbre. Pero también puede leerse de manera positiva, en el sentido de que nos obliga a activar nuestra imaginación para buscar alternativas. Y eso puede dar como resultado la creación de nuevas realidades”, sostiene. “Es verdad que el estado de ánimo general no invita a ser optimista, pero por eso mismo hay que centrarse más en lo que queremos que en lo que tememos”, añade. Y sentencia: “Reinventarse no significa convertirse en alguien distinto, sino sacar a flote nuestro verdadero ser”.

En la Thinking Party, además de expertos, también intervinieron varios profesionales que se han “reinventado” con éxito en los últimos años. Una de ellas es Pilar Valencia, una economista que hace poco ha dejado su empleo en una empresa de inversiones inmobiliarias para dedicarse a gestionar su propia empresa de cosmética natural, llamada Essentia. “Hace años que quería hacer esto, mi abuela ya elaboraba productos naturales y es algo que siempre me ha interesado. Pero nunca me atrevía porque tenía un buen puesto y me dejaba llevar por las circunstancias”, confiesa. Hasta que hace tres años las inversiones inmobiliarias empezaron a reducirse y cada vez tenía menos trabajo. Fue el empujón que necesitaba para emprender la aventura. “Pedí una reducción de jornada, empecé a elaborar el proyecto y hace ya tres meses que solo me dedico a mi empresa”. La crisis, paradójicamente, ayudó a Pilar a hacer realidad un sueño.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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