Españoles por la Luna
Barcelona Moon Team pretende enviar su robot desde China en la segunda mitad de 2014
Al final, resultó que la Luna no era de queso. Cuando el astronauta Neil Armstrong daba “un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la Humanidad”, al posar el pie en el polvoriento suelo lunar, ponía a la cabeza de la carrera espacial a los estadounidenses. Años antes, en 1961, motivado por los avances soviéticos (el Sputnik, la perrita Laika, etc), el presidente J.F. Kennedy instaba a sus compatriotas ante el Congreso a poner un hombre en la Luna y traerlo de vuelta sano y salvo “antes de que acabase la década”. Fueron años de auge en la investigación espacial. Y lo consiguieron. Con la desaparición de la Unión Soviética en 1989, parece que invertir en (y defenderse desde) el espacio perdía algo de su gracia. Definitivamente, con la rampante crisis económica mundial, el presidente Obama ha decidido que los viajes a la Luna no serán una prioridad durante su mandato. La fiebre del espacio, como tantas otras fiestas, ha terminado, y la cosa ha quedado en manos, pues, de los inversores privados: en 2001, el multimillonario Dennis Tito fue el primer turista espacial, y en 2004, el ingeniero Burt Rutan construyó la primera nave espacial con financiación enteramente privada.
El presupuesto del proyecto español es de 54 millones de euros
Y aquí es donde entra el ubicuo Google, con el premio Google Lunar X Prize (con la X Price Foundation, dedicada a promover avances radicales en ciencia y tecnología), que otorga 20 millones de dólares a la primera misión con financiación privada (al 90%) que ponga un robot en la Luna. El robot tiene que desplazarse al menos 500 metros sobre la superficie lunar, transmitir video, imágenes y datos a la Tierra. Hay 26 equipos compitiendo alrededor del orbe terrestre, buscando financiación, diseñando diferentes misiones y construyendo los robots lunares. Y uno de ellos está en Barcelona: es el Barcelona Moon Team, que pretende enviar su robot (lo lanzará desde China) a la Luna en la segunda mitad del año 2014. “Ésta es una oportunidad para realizar un proyecto complejo en nuestro país. Creemos que es un reto (tecnológico, financiero) y al mismo tiempo una oportunidad para nuestras empresas para liderar un proyecto único, y abordar nuevos roles como integristas, y no solo como proveedores de misiones extranjeras”, explica Xavier Claramunt, jefe del equipo y fundador de Galatic Suite, la empresa promotora. Los promotores creen que el proyecto ayudará a las empresas participantes a desarrollar nuevo conocimiento para iniciativas futuras en esta área. “Asimismo”, continúa Claramunt, “consideramos esta misión como la demostración de una nueva estrategia para realizar misiones low cost al espacio, que darán respuesta a un nuevo mercado integrado por nuevos clientes como pequeños países, empresas privadas, etc, que buscan nuevas maneras de afrontar misiones al espacio con menores costes, reutilización de tecnologías o una nueva gestión del riesgo”.
Pero, claro, poner una nave en la Luna no es un juego de niños. “Hay varias dificultades”, dice Marc Zaballa, responsable técnico, “como reunir el equipo con las capacidades técnicas para realizarlo. Hay que tener en cuenta que solo dos naciones han posado un aparato sobre la Luna (EE UU y la URSS) y que sólo existen cuatro robots que hayan ‘caminado’ encima de un cuerpo celeste distinto de la Tierra. Así pues, lo que estamos intentando es algo complejo”. En el Barcelona Moon Team colaboran instituciones como el Instituto Nacional de Técnica Aerospacial, la Universidad Politécnica de Cataluña y empresas como Altran, GMV o Thales Alenia Space España. “Aún así”, cuenta Zaballa, “técnicamente, la parte de la misión más compleja es el alunizaje que debe de realizarse con precisión y suavidad. Esta fase se realiza de modo casi automático y es uno de los retos más importantes de la misión. Una vez alunizado, nuestro rover realizará los objetivos obligatorios marcados por Google. Otros objetivos secundarios (encontrar agua, recorrer 5000 metros, encontrar restos de las misiones son también un reto importante. Finalmente otros objetivos (sobrevivir una noche lunar) por el momento no se piensa abordarlos”. La Luna es un entorno hostil, incluso más que Marte, para una misión robótica: no tiene atmósfera ni campo magnético que la proteja, hay temperaturas extremas, vacío y fino polvo lunar que puede inutilizar ciertos mecanismos, además de la posible morfología complicada del territorio en el que se alunice.
La parte de la misión más compleja técnicamente es el alunizaje
El presupuesto total del Barcelona Moon Team es de 54 millones, que incluyen el diseño de la nave y el robot, la construcción de ambos, la contratación del lanzador en China, el lanzamiento y operaciones durante las semanas que durará la misión, así como las acciones de difusión que se llevarán a cabo hasta 2014. La financiación se divide entre patrocinadores chinos (ya comprometida), patrocinadores españoles y europeos (en proceso de consecución), y la venta de servicios y de carga extra a las agencias espaciales y privados.
Aunque esta no es una misión científica, incluirá algunos experimentos como Selena: “Es un aparato que pretende demostrar (ya lo hemos hecho en laboratorios terrestres) la capacidad de extraer oxígeno de las rocas lunares (que tienen mucho pero está combinado con otros elementos) allá mismo. Así, las rocas de la Luna se podrían llegar a convertir en un recurso natural importantísimo en nuestro satélite, pues nos ayudaría a ahorrar en gastos de transporte desde la Tierra de este gas, que se utiliza para la propulsión de naves y para sistemas de apoyo vital”, cuenta Ignasi Casanova, responsable científico de la operación. Además, el Barcelona Moon Team observará el concepto de Protección Planetaria, que insta a proteger el, digamos, “medio ambiente” fuera de nuestro planeta: “Si, como se prevé, cada día serán más frecuentes los viajes al espacio (orbital y planetario)”, explica Casanova, “hemos de asegurar que las condiciones no se alteran como consecuencia de la ‘colonización’ robótica o humana. Por cuestiones de seguridad (por ejemplo, es peligrosísima la ‘basura espacial’ porque puede llegar a chocar a altas velocidades contra otras naves) y, naturalmente, de preservación de nuestro entorno”.
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