Los cruceros refuerzan la seguridad tras la tragedia del Costa Concordia
El sector anuncia nuevas medidas extraídas de las “lecciones” de aquel naufragio
La industria del crucero intenta remontar su imagen tras la tragedia del Costa Concordia. Las espectaculares imágenes del barco hundido, que naufragó el pasado 13 enero frente a la isla italiana de Giglio, dañaron la imagen del sector y abrieron muchos interrogantes sobre la seguridad de los grandes buques de recreo, por lo que las principales compañías se pusieron de inmediato en marcha para tapar los agujeros de la legislación que quedaron a la vista por el accidente. Desde el 27 de enero el sector trabaja en una revisión de la seguridad operacional y, como resultado, acaba de anunciar tres nuevas medidas para reforzar sus protocolos: obligatoriedad de explicar la planificación de la ruta a todos los miembros de la tripulación, limitación del acceso al puente de mando y aumento del número de chalecos salvavidas.
El presidente del Consejo Europeo de Cruceros, Mandredi Lefebvre, explicó ayer el alcance de estas nuevas normas en el marco de la conferencia sobre seguridad en los cruceros organizada por la Comisión Europea en Bruselas. “La industria del crucero está muy regulada. Pero como el incidente del Costa Concordia ha demostrado, no existe la perfección en seguridad. Con esta iniciativa pretendemos aprender de las lecciones del Costa Concordia y llevar a cabo una revisión exhaustiva de la seguridad”, dijo Lefebvre. A estas medidas hay que sumar otras dos anunciadas en las últimas semanas: nueva política de simulacros y mejora de los procedimientos de reporte de daños y víctimas,
Las lecciones aprendidas son varias. Con la obligatoriedad de explicar la ruta a toda la tripulación y la limitación de acceso al puente de mando se pretende que no se produzcan situaciones como la que hizo naufragar al Costa Concordia, que encalló en una formación rocosa porque su capitán, Francesco Schettino, se acercó demasiado a tierra en una maniobra no planificada, según la naviera propietaria del barco. Además, se refuerza la política de simulacros para que evitar evacuaciones caóticas como aquella: a partir de ahora los ejercicios se realizarán antes de zarpar, en lugar de en las primeras 24 horas de navegación como se hacía hasta ahora.
Las principales compañías de cruceros aplicarán de forma voluntaria estas medidas y las remitirán a la Organización Marítima Internacional para que las haga obligatorias. Como siempre ha ocurrido después de cada accidente importante en el mar, desde el Titanic hasta el Prestige, lo más probable es que la legislación se endurezca con estas y otras medidas que puedan surgir en los próximos meses.
Mientras, el Costa Concordia continúa encallados frente a la isla de Giglio. Según informaron ayer medios locales, sus restos empezarán a retirarse la próxima semana para ser desguazados. La operación durará un año y costará 300 millones de dólares (227 millones de euros), que pagará la compañía propietaria del buque.
Una vez completada la retirada del navío se procederá a la limpieza del fondo marino y a la reimplantación de la flora marina afectada. Las operaciones de extracción de las 2.300 toneladas de combustible que llevaba el crucero se dieron por terminadas el pasado 24 de marzo.
El capitán, Francesco Schettino, continúa en arresto domiciliario, acusado de homicidio múltiple, abandono de nave, naufragio y de no haber informado inmediatamente de la colisión a las autoridades portuarias. A bordo del crucero viajaban 4.229 personas, de las cuales murieron 30, entre ellas dos ciudadanos peruanos y uno español.
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