El contrabando crea empleo
Durante 2011, Hacienda ingresó 1.279 millones menos por impuestos del tabaco, la primera bajada en 25 años. La crisis provoca un aluvión de jornaleros para el mercado negro
El mismo paquete de Marlboro que se fuma un lituano por 2,53 euros, a un irlandés le cuesta más del triple (8,55): la diferencia está en los impuestos, que no tienen aroma ni son perjudiciales para la salud (hasta el momento). Las tabaqueras opinan que la alta fiscalidad estimula el contrabando, un argumento que no aceptan algunos expertos. Sea como fuere, miles de españoles se han apuntado al contrabando de tabaco en el último año: es un reflejo de la crisis. Sí, vuelve el contrabando con aires de revival, como si fuera la moda de los noventa: regresa el menudeo y la “marcha” en las dos únicas fronteras que quedan vivas, Andorra y Gibraltar. El asunto podría tomarse con un aire romántico si no fuera porque el Estado acaba de perder 1.279 millones de euros en la recaudación del impuesto especial (sin sumar el IVA del tabaco), en 2011, la primera vez que sucede en los últimos 25 años. Demasiado dinero en época de recortes.
Hace unas semanas, el pasado 2 de marzo, se produjo un pequeño incidente en La Línea de la Concepción que pasó desapercibido salvo para algún periódico local: decenas de ciudadanos se concentraron en actitud poco amistosa para protestar ante las autoridades aduaneras de la frontera española con Gibraltar. Pedían los manifestantes que los agentes pusieran menos celo en su trabajo y permitieran que cada cual pudiese cruzar con un cartón de tabaco sin ser molestado. Es decir, solicitaron que los guardias miraran para otro lado. Fueron recibidos por un alto cargo y de aquella reunión poco más se supo. Se les comunicó que desde el 1 de marzo había orden de la superioridad de ser más estrictos en la frontera: solo se permitirá un cartón por persona al mes, que no es otra cosa que cumplir los nuevos preceptos de la ley de contrabando, que se había retocado en el Parlamento a mediados de 2011.
La cuestión es que para muchos habitantes de la zona, ir a por tabaco a Gibraltar se había convertido durante el último año en un medio de vida: a 3 euros de ganancia por cartón de tabaco, dedicarse a esta actividad liberal (no hay horarios, ni convenio, ni jefes, ni reformas laborales) convertía a un desempleado en poco menos que un mileurista, una condición muy envidiable en un área con casi un 40% de paro y nulas perspectivas de crecimiento a la vista. La esencia del negocio no deja lugar a dudas: un cartón de tabaco en Gibraltar está a 25 euros cuando en España cuesta 42: esos 17 euros de diferencia dan para mucho. Por otra parte, ser contrabandista en el Campo de Gibraltar nunca ha estado mal visto: hay una tradición que viene de antaño.
Pero esa forma de hacer contrabando no es un asunto anecdótico ni es una estampa costumbrista. A tenor de las cifras, en pocos lugares del mundo el contrabando adquiere una visibilidad tan descarada. Según datos oficiales, durante el año 2009 hubo 11.415.967 movimientos de personas en la frontera con Gibraltar. Ese número creció en un millón en 2010 (12.481.614) y sumó casi otro millón más en 2011 (13.337.844): esos dos millones más de movimientos corresponden, en su mayoría, a personas que van a Gibraltar a comprar tabaco. Para el caso de los vehículos, el aumento es de medio millón. ¿Cuánta gente puede haber detrás de estos dos millones de entradas y salidas? ¿Cuánto empleo está proporcionando ese mercado negro en Andalucía? Durante meses, ha bastado con acercarse a la frontera y observar el tránsito de motocicletas. Un cálculo sencillo: en un minuto, 60 motos. 60 motos que entraban y otro número parecido que salían a un ritmo incansable. Eso es contrabando a gran escala se mire por donde se mire.
Sin embargo, el renacimiento del contrabando no es un asunto de fronteras. Se produce un cambio de escenario. “A finales de 2010 se produjo una circunstancia paradójica, hubo una transición en el modelo de contrabando”, señala un portavoz de la Agencia Tributaria, “caen las aprehensiones importantes de tabaco falso, que no iba para su consumo en España, y empieza a resurgir el tradicional, quizás porque la crisis sitúa a más gente predispuesta y, por otras razones, porque cambia la normativa, cambia la demanda, cambian muchas cosas”.
De hecho, las cifras oficiales son engañosas. Hasta 2011, las estadísticas apuntaban a un problema marginal: no se consumía tabaco de contrabando en España. El que entraba, a veces en grandes cantidades, iba para otros mercados. Se deduce así de las estadísticas de cajetillas aprehendidas (18 millones en 2007, 15 millones en 2009 y algo más de 8 millones en 2011), resultado de operaciones policiales en puertos frente a organizaciones muy asentadas que importaban contenedores con gran cantidad de tabaco. Así sucedió, por ejemplo, en la operación Algarrobo, que dio como resultado la detención de Manuel Gulías, un contrabandista gallego de altos vuelos. A Gulías se le detectó un patrimonio valorado en más de 12 millones de euros, con hasta 60 inmuebles de su propiedad.
"A finales de 2010 se produjo en España una circunstancia paradójica: cambió el modelo de contrabando"
De Gulías se puede decir que ha sido un caso de contrabandista clásico que no ha diversificado su negocio. No ha seguido el ejemplo de otros, los viejos contrabandistas gallegos que se pasaron al narcotráfico, como sucedió también en el sur de España. Fue el caso de los Charlines, de Oubiña, Sito Miñanco y tantos otros. Gulías ha sido fiel al tabaco, pero a un producto diferente: ya no era el pata negra americano sino tabaco falso, generalmente procedente de China, que imita el “sabor americano”, que copia todo el envoltorio, pero de cuyos componentes nadie tiene una noción exacta salvo que no se somete a ningún control de calidad. Junto a ese tabaco “pirata” circula en grandes cantidades otra modalidad de tabaco, una especie de marca blanca (Yesmoke es la más popular) conocidas como “cheap whites”, que están haciendo mercado, en concreto en España entre los inmigrantes.
Últimamente, China ha dejado de tener el monopolio de ese tabaco falso. Según reconoce un portavoz de Phillip Morris, “el 80% de productos falsificados de nuestras marcas viene de China, pero los falsificadores de cigarrillos han empezado a abrir plantas ilegales dentro de la Unión Europea. Desde 2005 se han clausurado más de 50 plantas de tabaco falso en países como Alemania, Lituania, Inglaterra, Polonia, Chequia, Eslovaquia y Grecia”. No hay una referencia indiscutible acerca de cuál es el volumen del contrabando de tabaco en el mundo, pero en un estudio publicado en 2011 por los expertos Luk Joossens y Martin Raw, se hace referencia a un dato de 1996: “La brecha entre las exportaciones globales de tabaco y las importaciones fue del 42%, que es el porcentaje que se estima alcanza el contrabando”.
Los expertos independientes consideran, sin embargo, que las tabaqueras tienden a exagerar el problema como un argumento para solicitar una bajada de los impuestos. Los hechos demuestran que el índice de contrabando es mayor en países con precios más baratos o menos impuestos o, según el Banco Mundial, en países con mayor índice de corrupción o tolerancia al contrabando. El mercado negro es más frecuente en países con fiscalidades bajas que altas. Un estudio de 1998 determinaba cómo las naciones con alto contrabando (España, Austria e Italia) tenían impuestos mucho más bajos que los de bajo contrabando (Francia, Reino Unido, Irlanda, Suecia o Noruega).
Durante 2011, se intervinieron en La Línea 2.059 vehículos, por lo general motocicletas que sus dueños no recuperarán
Sin embargo, el problema que afecta ahora mismo a España (a la Hacienda española, mejor dicho) no es tanto el tabaco falso como el ilegal, el manufacturado en fábricas legales pero que no paga impuestos y entra por la frontera. El que se fuma en España. “En un reciente estudio”, según un portavoz de Phillip Morris Internacional, “el índice de productos del tabaco que evade impuestos en España ha aumentado del 4,2% al 9,5% en el cuarto trimestre de 2011 respecto del mismo periodo del año anterior”. Dicho informe cita las regiones de Galicia y Andalucía, con porcentajes del 13,8% y 29,2%, un aumento superior al 100% en un año.
Todas las cifras ponen el foco en Andalucía. Probablemente, en ninguna otra región de España se ha vuelto a fumar tabaco de contrabando en esos porcentajes, ni existen redes tan nutridas con centenares de colaboradores. La entrada en vigor de la nueva Ley de Represión del Contrabando en junio de 2011 ha hecho estragos en la frontera de Gibraltar. El número de cajetillas aprehendidas se dobló, pero no fue esa la cifra más significativa: el número de vehículos intervenidos fue de 2.059 (989 en 2010), generalmente motocicletas, que los dueños no volverán a recuperar.
Siendo el contrabando de tabaco una actividad de larga tradición en el Campo de Gibraltar, nunca había alcanzado la proporción de los últimos tiempos, quizás porque nunca la crisis económica fue tan demoledora en esa zona de España. Alrededor de la frontera sigue siendo sencillo, para cualquier espectador curioso, observar cómo la gente espera los cambios de guardia (generalmente, cada 20-25 minutos) para entrar o salir, cómo hay recaudadores que aguardan sentados en las terrazas próximas a la frontera, provistos de cuadernos para llevar la contabilidad, cómo están apostados los coches en los alrededores para cargar el tabaco, cómo hay una actividad que nada tiene que ver con las visitas turísticas a La Roca. Otro asunto está muy claro en la frontera: por un lado van los españoles y, por otro, los rumanos. Son mundos separados.
Más evolucionadas son las organizaciones que han alquilado domicilios en la proximidad de la frontera (o garajes) para recibir, “tanto a quienes traen el tabaco como a quienes vienen a comprarlo”, señala un miembro del SVA (Servicio de Vigilancia Aduanera). Se sabe de organizaciones que cuentan con más de cien “empleados”, de redes que se están extendiendo por numerosas localidades andaluzas. Los estanqueros no paran de quejarse: la venta en Cádiz ha descendido un 34% (un 50% la de cajetillas de tabaco). “En La Línea solo quedan tres estanqueros de los nueve que había y van a pedir el cierre temporal”, advierte José Bermúdez, vicepresidente de la Asociación de Estanqueros.
¿Servirán los controles para eliminar el problema? La experiencia de los investigadores dice que no mientras haya gente “predispuesta”: utilizarán otros medios (ya se habla de lanchas rondando Gibraltar). “Es un medio de vida para ciertas esferas sociales en tiempos de crisis”, sostiene Juan José Uceda, portavoz de la Plataforma de Parados de La Línea: “Hay familias que vienen de otros lugares de Andalucía. Eliminarlo es ampliar aún más la lacra social que sufrimos”.
A fin de cuentas, la reaparición del contrabando tradicional en España tiene una explicación diferente del simple aumento de los impuestos: hoy, cierto tipo de contrabando de tabaco crea empleo.
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