_
_
_
_

La gran feria de camellos

La celebración del máximo acontecimiento anual en Pushkar peligra a medida que India se desarrolla. La gente del campo prefiere los tractores para trabajar la tierra

Nubes de polvo se levantan al paso de los majestuosos animales. Incontables rebaños de camellos rompen el horizonte con sus estilizados cuellos, a paso rápido y elegante. El espectador tiene que levantar la mirada para observar sus cabezas, que erguidas llegan a los tres metros. El ruido de sus pisadas y sus gruñidos estremece cuando pasan, aunque en sus grandes ojos negros se intuye que, en su mayoría, son de carácter manso.

Estamos en Pushkar en el desierto de Rajastán, al norte de India. En este centro de comercio y de gran importancia para la religión hinduista se celebra cada año la feria más grande de estos animales en el subcontinente y acuden muchos visitantes procedentes de todo el mundo. Hasta 20.000 asistentes los años más concurridos, según la página oficial del evento. Criadores de camellos y compradores llegan a hacer negocios.

Un animal joven puede venderse por 190 euros; los adultos alcanzan los 600
Los camelleros temen que la feria más importante de India se quede solo como espectáculo para turistas

"Caminé durante 10 días para llegar a la feria", cuenta Bimaran Raj, un hombre de piel curtida de 50 años. Junto con otros seis camelleros ha traído una manada de 30 animales. Cubrieron los 200 kilómetros que hay entre su aldea y Pushkar caminando durante las horas de menos calor y parando a comer y a dormir en el camino.

Como ellos, muchos de los que se dedican a este negocio viven mucho tiempo como nómadas, de feria en feria. "Es una vida difícil: viajando con la casa a cuestas. Estoy siempre sudando", cuenta Raj. Pero no concibe otra: su padre, su abuelo y su bisabuelo vivían igual. Viaja en compañía de otros camelleros porque así es más fácil repartirse las funciones: "Mientras algunos hacen la fogata y cocinan, los otros alimentan o cuidan a los camellos", explica. Asegura que en épocas anteriores el negocio de la venta de camellos no era malo, pero que cada vez le sirve para menos: ahora puede sobrevivir, pero no más.

Un animal joven puede venderse en esta feria en alrededor de 190 euros. Los adultos, que ya son suficientemente fuertes para trabajar, en unos 600. "Pero ya no vendo tantos y además las cosas están más caras", dice. Si logra vender sus seis camellos, podrá volver en autobús a su aldea, lo que le ahorrará días de caminar y de tener que comprar víveres en el camino.

Pero no todos lo ven tan negativamente. Danaram Devasi, un alegre viejecito dice que es un buen negocio. "Aunque estoy a punto de retirarme sigo disfrutando esto, me da mucha libertad y amo a mis animales", asegura. Ha venido a vender sus cuatro camellos. "Esta feria es una gran oportunidad. Pushkar tiene un excelente clima, aquí encontramos todo lo que necesitamos y es un centro de reunión cada año", indica.

La feria es un bullicio de color, que llena todo el valle de actividad. Miles y miles de camellos, una sección de caballos, hombres de coloridos turbantes, algunos músicos y cada vez más turistas. Este es un espectáculo perfecto para fotógrafos de todo el mundo. El comercio es incesante, comida, bebida -aunque nada de alcohol exceptuando alguna cerveza caliente- y todo tipo de equipo para los camellos, como arneses y sillas de colores. No faltan las mantas de pelo de camello y toda la ropa de la que Pushkar es reconocido centro de producción.

A la par de la feria se celebra una fiesta hinduista en la que miles de peregrinos acuden a ofrecer tributo al templo del dios creador, Brahma. También a darse un baño en el lago de la ciudad que, según la creencia, les eximirá de sus pecados de toda la vida.

En la feria, los comerciantes que regatean empiezan con sonrisas y buenos modales, pero llegado un punto manotean y gritan sin reparos. Se les ve contar fajos de dinero en público. Los camellos son revisados exhaustivamente: "Se les debe abrir la boca para comprobar su edad, se debe ver si las patas están bien y si no tienen infecciones en la piel. También es importante que tengan una bonita cara", cuenta Kamal Devasi, que con 14 años es una autoridad en el tema.

Y, mientras los hombres hacen sus negocios, los camellos pastan tranquilamente. Algunos descansan sobre los grandes callos que tienen en el pecho y las rodillas, con los que la evolución los ha dotado para soportar las altas temperaturas del desierto. Otros animales, como los dromedarios (tienen solo una joroba), aprovechan para hacer de las suyas y morder la cola al animal de al lado. Por todas partes se ve el proceso de embellecimiento de los ungulados: con pintura se les dibujan flores, o diferentes diseños al estilo de tatuajes.

La feria de los camellos es el máximo acontecimiento anual en Pushkar, su seña de identidad. Sin embargo, los locales aseguran que con el desarrollo de India los camellos son cada vez menos habituales en la vida del campo. "Se van reduciendo los lugares para pastar, y es cada vez más caro mantener un terreno", cuenta Gudar Rao. Con él coinciden muchos otros camelleros. "La gente prefiere ahora comprar tractores o coches, ya no hay tanto trabajo para estos animales", dice Rao. De seguir así, se lamentan muchos, la feria podría no existir dentro de 20 años. O quedar solo como espectáculo para turistas.

La gran cita indica peligra ya que cada vez se usan menos estos animales para trabajar en el campo.
La gran cita indica peligra ya que cada vez se usan menos estos animales para trabajar en el campo.SALVA CAMPILLO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_