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Shanghái, ciudad enchufada

La megaurbe china ensaya el uso masivo de vehículos eléctricos, pero choca con un cliente desconfiado

Una 'electrolinera' en Shanghái.
Una 'electrolinera' en Shanghái.ZIGOR ALDAMA

A primera vista, China es la antítesis del ecologismo. El país que más contamina del mundo echa cada vez más humo. A pesar de la crisis global, su crecimiento económico continúa robusto —este año superará el 9% según la mayoría de previsiones—, el consumo de energía se dispara —en 2010 creció un 5,9% hasta el equivalente a 3.250 toneladas métricas de carbón, y en 2035 necesitará un 68% más que Estados Unidos—, y las ventas de automóviles hacen las delicias de las grandes multinacionales.

Pero sobre el asfalto la imagen es menos idílica. Las principales ciudades sufren una congestión crónica, y la opaca atmósfera de China ha desatado un debate nacional sobre los efectos nocivos de la contaminación, a la que se achaca el espectacular aumento de los casos de cáncer de pulmón, y sobre el baremo oficial para medirla, que no incluye todavía la concentración de las partículas más pequeñas y dañinas.

Consciente de que esta situación es insostenible a medio plazo, Shanghái ha dado un paso al frente con el establecimiento de la primera ciudad eléctrica, un proyecto que tiene como objetivo fomentar el uso de vehículos limpios y construir la infraestructura necesaria para que resulten tan atractivos como los tradicionales.

A finales de 2012 estarán en servicio 13.000 puntos de recarga —de los que mil ya están operativos— que servirán a más de 10.000 vehículos eléctricos e híbridos plug-in. Actualmente, 100 de los 463 kilómetros cuadrados del distrito fabril de Jiading, seleccionado en enero para poner en marcha esta iniciativa "por su amplia experiencia en el sector de automoción", ya cuentan con las condiciones ideales para el uso de automóviles verdes.

"Somos conscientes de que, para tener éxito, es necesario que se den tres condiciones fundamentales: el compromiso del Gobierno con la construcción de las instalaciones básicas y la aprobación de políticas que fomenten el uso de vehículos eléctricos, la interacción con empresas privadas, como proveedores de servicios y fabricantes de automóviles, y la sensibilización de un público que todavía desconoce este mundo", enumera Zhu Jing, director del departamento de Marketing de este proyecto, que supone el primer punto de una futura red de ciudades eléctricas que se extenderá por todo el mundo.

Para convencer a los conductores, Jiading ha establecido un circuito de pruebas en el que pueden ponerse al volante de uno de los diez coches eléctricos que están a su disposición, la mayoría de marcas locales, y que luego pueden adquirir en el primer concesionario EV del país. "Recibimos a una treintena de personas al día, más los fines de semana, que solo tienen que venir con su carné de conducir para dar una vuelta e informarse. La mayoría sale satisfecho, convencidos de que la diferencia con los vehículos tradicionales es mínima", cuenta Shan Jiahui, uno de los conductores que recibe y supervisa a los visitantes.

El Gobierno, por su parte, subvenciona hasta con 100.000 yuanes (12.000 euros) la compra de vehículos de emisión cero, y ha promovido la instalación de puntos de carga y de cambio de baterías en gasolineras tradicionales, un incentivo para que vayan reconvirtiendo su negocio. “Hasta ahora solo hemos vendido una decena de coches”, añade el responsable de ventas del concesionario eléctrico, Zhou Gang, “pero esperamos que las autoridades anuncien la exención del impuesto de matriculación —que en Shanghái puede alcanzar los 6.000 euros—, para que aumente su interés”.

Todos los modelos a la venta pueden recorrer hasta 150 kilómetros con una carga completa —unas seis horas conectados a la red estándar—, lo cual, según Zhu Jing, “es suficiente para satisfacer la necesidad del 90% de los habitantes de Shanghái, el 80% de los europeos y el 75% de los estadounidenses”. Y la carga de algunos modelos sale por solo 4,8 yuanes (60 céntimos de euro).

Pero la gran batalla es la que se libra contra la percepción que el público tiene de los vehículos eléctricos. “China es todavía una sociedad en la que aparentar es importante, y en la que aún tiene que calar la conciencia ecológica. Tenemos que captar la atención de aquellos conductores que creen que un coche eléctrico no puede darles el mismo estatus que un Lamborghini”, apunta Zhu. Al mismo tiempo, el país tiene que buscar alternativas al carbón, que todavía proporciona el 70% de sus necesidades energéticas. “Porque si el combustible con el que se produce energía es contaminante, los vehículos eléctricos no son una gran ventaja”, reconoce Zhu. Así, China ha apostado sin fisuras tanto por la energía nuclear como por las renovables, y ya es el mayor mercado para los fabricantes de aerogeneradores.

"No hay alternativa", asegura Xie Fei, vicepresidente e ingeniero jefe del Instituto de Ingeniería de Automoción de China (CAERI). "Actualmente tenemos más de 180 millones de vehículos en China que suponen una grave fuente de polución. Su número, además, está previsto que se duplique en 15 años, y eso provocará una dependencia aún mayor de unas reservas de petróleo que no dan más de sí, por no mencionar que la volatilidad de su precio es una amenaza para la seguridad energética del país, y del mundo entero. La única salida es desarrollar y poner en práctica tecnologías ecológicas. Y hay que hacerlo rápido".

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