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Los satélites que miran de cerca atinan la predicción meteorológica

Europa ultima el 'Metop B', equipo del Sistema Polar que comparte con EE UU

La superficie terrestre vista por el satélite europeo Metop A en varias órbitas de sobrevuelo de Europa.
La superficie terrestre vista por el satélite europeo Metop A en varias órbitas de sobrevuelo de Europa.EUMETSAT

¿Acierta el hombre/mujer del tiempo? La pregunta ha quedado fuera de lugar, primero, porque no se trata de acertar, sino de hacer proyecciones de la meteorología para las próximas horas y días en el territorio con toda una batería de tecnologías y conocimientos, y segundo, porque la fiabilidad es ya muy alta. "La precisión de predicción a tres días ha pasado de un 85% en 1980 a un 98% en 2010, y a cinco días, ha pasado del 65% al 90% en esos 30 años", explica Florence Rabier, científica de France Meteo, el servicio meteorológico francés. Y la alta precisión de la predicción del tiempo global debe mucho a los modernos satélites que, a una altura de algo más de 800 kilómetros (44 veces más cerca de la superficie terrestre que los populares Meteosat), dan una vuelta completa al planeta, pasando por los polos, cada hora y media, tomando y transmitiendo múltiples datos meteorológicos.

Europa, que ha puesto en marcha, en colaboración con la Agencia del Océano y la Atmósfera (NOAA) estadounidense, una red de satélites de este tipo, el Sistema Polar, prepara ya el lanzamiento de su segundo artefacto del conjunto, el Metop B, que saldrá al espacio en mayo de 2012. Es gemelo del Metop A, que se lanzó en 2006 y que, desde entonces, está tomando y enviando a los centros de predicción meteorológica datos globales sobre temperatura, humedad, velocidad del viento en superficie, ozono, gases traza, química atmosférica, etcétera. Además, las catástrofes naturales y numerosos parámetros medioambientales no se escapan a estos vigilantes espaciales. Del desarrollo de los satélites se encarga la Agencia Europea del Espacio (ESA) y de su operación, Eumetsat, la organización europea de satélites meteorológicos.

El Metop B está fase de montaje y pruebas en la fábrica espacial de la empresa Astrium, en Toulouse (Francia). "Se construyó a la vez que el Metop A, y ha estado almacenado hasta ahora separado en tres partes: la plataforma del satélite, el módulo de instrumentos y el panel solar", explica Jean-Paul Gardell, jefe del proyecto Metop en Astrium, mientras muestra el satélite en una gran sala limpia de la fábrica, durante una visita patrocinada por la ESA. También está ya construido el Metop C, que se lanzará en 2016.

El objetivo de la puesta orbita secuencial de los tres equipos es garantizar que haya al menos uno operativo hasta 2020, explica Volker Liebig, director de Observación de la Tierra en la ESA. Luego debe llegar la siguiente generación de artefactos meteorológicos en órbita polar.

La ventaja de la construcción a la vez de los satélites es su abaratamiento. La ESA financia 2,4 millones de euros del programa Metop y Eumetsat, 1,1 millones. Y la desventaja de hacer un satélite varios años antes de su lanzamiento es que, cuando sale al espacio, no lleva la última tecnología. "Pero en el caso de la meteorología y el clima, lo importante es la acumulación de información en el tiempo", señala Gardelle, y la integración de los datos se facilita cuando se han tomado con los mismos instrumentos. El Sistema Polar está diseñado de manera que los Metop se combinan con los satélites de la NOAA en órbitas complementarias e instrumentos compartidos.

"El Metop B pesa 4082 kilos y lleva 13 instrumentos para medir diferentes parámetros", explica Volker Liebig, director de observación de la Tierra de la ESA. Los satélites europeos del sistema están diseñados para enviar los datos globales, en cada órbita, a una estación de recepción ubicada en las islas Svalbard, de Noruega, (los estadounidenses lo hacen a la base antártica de McMurdo), pero se puede también descargar la información regional en tiempo real a los distintos servicios meteorológicos cuando el equipo sobrevuela cada país, incluida España.

A diferencia de los Meteosat que, situados a 36.000 kilómetros de altura, proporcionan una información muy útil de la zona que tienen a la vista, los satélites polares hacen una cobertura de todo el planeta con gran resolución, señalan los expertos. Los datos de unos y de otros se combina con los obtenidos mediante radiosondas, estaciones, aviones, etcétera, y todo el conjunto alimenta los complejos modelos de ordenador utilizados en la predicción meteorológica.

Además, las largas series de datos globales son de gran utilidad para la investigación del clima.

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