Los obispos aseguran que la Jornada Mundial de la Juventud generó 354 millones de beneficios para España
El cardenal Rouco Varela, animado por el éxito, quiere repetir la experiencia
Los jóvenes católicos que visitaron Madrid el pasado mes de agosto para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) generaron 354,3 millones de euros, especialmente en los sectores de hostelería, pequeño comercio, grandes almacenes y transporte, así como los 28,3 millones de euros correspondientes al IVA por consumo (aunque a esta cantidad hay que restarle los 15,5 millones de euros que las arcas públicas dejarán de ingresar por exención fiscal de las empresas y particulares que aportaron fondos para las jornadas).
La iglesia católica también registró superávit: la celebración de jornadas costó 50 millones de euros y el Arzobispado de Madrid obtuvo una cantidad mayor gracias a las donaciones y aportaciones de los patrocinadores, según una auditoria de la empresa PriceWaterhouseCoopers (PwC), presentada hoy en Madrid.
El director financiero de la JMJ, Fernando Giménez Barriocanal, destacó que España ingresó durante los días del encuentro con Benedicto XVI 147 millones en divisas y que el 90% de la contratación se efectuó con empresas españolas.
El informe de impacto económico elaborado por PwC está basado en encuestas a más de 500 peregrinos y en datos financieros aportados por la organización. El 36,4% de los peregrinos eran extranjeros de 189 países distintos, y realizaron una estancia media de 4,3 días Un total de 130.700 peregrinos extranjeros prolongó su estancia en España una media de cuatro días. De las entrevistas con los viajeros, PwC deduce también que se prolongarán los beneficios económicos en el futuro, ya que el 90% de los encuestados señalaron que regresarían a España de vacaciones.
Pero como no todo es economía en el seno de la Iglesia, tanto Giménez Barriocanal como los otros portavoces de la JMJ, destacaron que los objetivos espirituales se han cumplido con creces. El 90% de los peregrinos dijeron haber comprendido mejor a Cristo e intensificado su unión con Dios. Esa mayor religiosidad se palpaba, dijeron, en la mayor afluencia a la misa dominical de los madrileños y sus más frecuentes visitas a los confesionarios. También quisieron destacar los portavoces de las Jornadas que los jóvenes católicos tuvieron un comportamiento ejemplar: no hubo peleas ni incidentes que merecieran la intervención policial, solo recurrieron a los servicios del Samur "cuando no podían más, después de haber demostrado una gran capacidad de sufrimiento" y dejaron limpios los baños de bares, hoteles y restaurantes. El cardenal y arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, los definió así: "jóvenes alegres y gozosos, de alegría sana, nada forzada. De gran elegancia, educación, generosidad y entrega", lejos del tópico de que "la juventud es ruidosa o de movida nocturna". Tan satisfecho se ha mostrado hoy Rouco con la JMJ que hizo público su gran deseo: "Que Dios me conceda otra ocasión para celebrar un nuevo encuentro de estas características, donde los divino y lo humano den paso a una juventud, una humanidad y una sociedad nuevas".
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