Medio centenar de animales salvajes toman las calles de una localidad de Ohio
El dueño de las fieras dejó que se escaparan de un reserva privada antes de suicidarse
El terror imperó en el condado de Muskingum el martes por la noche. Leones, lobos, osos y un tigre recorrían las carreteras. Refugiados en la oscuridad, merodeaban por las casas, tiendas y aparcamientos. Las fieras habían tomado una zona urbana al este de Ohio. Las líneas telefónicas pronto colapsaron la oficina del sheriff, al que los avistamientos llevaron hasta una reserva privada, donde un amante de los animales se dedicaba a cuidar decenas de especies exóticas. Al llegar, los agentes vieron que las puertas estaban abiertas. Pronto descubrieron que el dueño se había suicidado, tras dejar a sus animales en libertad.
Había unas 56 fieras merodeando por las carreteras. Las familias se parapetaron en sus casas. Algunas tiendas y casi todos los colegios cerraron el miércoles. Los agentes del condado se dedicaron a la caza mayor en la localidad de Zanesville, dentro del condado. El sheriff, Matt Lutz, tomó una difícil decisión. Entre su munición no había suficientes dardos tranquilizantes. Así que dio la orden de tirar a matar. "No puede haber animales sueltos por este condado", dijo. El gobierno local le apoyó en su decisión.
El miércoles por la tarde (noche en España) los agentes habían abatido ya a 48 animales. Seis (sobre todo monos) fueron enviados al zoológico de Columbus, la capital del Estado y dos, un lobo gris y un mono, seguían en libertad. No hubo ataques a personas. Lutz, en conferencia de prensa, describió a los animales como "muy grandes y agresivos". "Sobre todo había osos grizzli y osos negros. Había algún guepardo, leones y tigres", añadió. "Esas eran las primeras fieras a las que había que dar caza".
Un zoo en casa
Los animales habían estado cautivos en la reserva Muskingum Animal Farm, de 18 hectáreas. El recinto era propiedad de Terry W. Thompson, de 62 años, que en 2005 había sido condenado por maltratar a reses y a un bisonte. A pesar de ello, se le permitió seguir adquiriendo animales, a los que tenía recluidos en su reserva. Incluso PETA, la mayor agrupación a favor de los derechos de los animales, había denunciado públicamente a Thompson ante el Departamento de Agricultura del gobierno federal.
El 30 de septiembre había salido de una prisión federal, en la que había prestado condena por tenencia ilícita de armas. El martes abrió las jaulas de sus animales, antes de dispararse mortalmente. Los animales quedaron libres. Un tigre de bengala escapó y se dio a la caza de unos caballos dentro de una granja, propiedad de un vecino. En el recinto quedaron otros animales, como jirafas y camellos.
El ex gobernador de Ohio, el demócrata Ted Strickland, había aprobado en enero una medida de urgencia para prohibirles a las personas condenadas por crueldad animal la tenencia de animales exóticos. Aquel decreto ley expiró en abril. La sociedad protectora Humane Society mantiene que, de no haber caducado, a Thompson se le hubieran confiscado los animales el 11 de mayo. "Los dueños de animales grandes y exóticos son una amenaza para la sociedad", dijo su director, Wayne Pacelle. "Es hora de aprobar leyes al respecto".
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